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¿Celebrar o festejar la Semana Santa?

Hay que reconocer que la gran tradición de la Semana Santa para una buena parte de la población urbana, joven y adulta, va perdiendo paulatinamente su sentido «sagrado».

  • Padre Luis Fernando Crespo
    Docente del Departamento Académico de Teología

Incluso en ciudades de gran tradición religiosa, la Semana Santa se ofrece ahora como paquete turístico. Para muchos jóvenes, incluidos los de nuestra Universidad, ha venido a convertirse en un paréntesis que prolonga las vacaciones del verano, con viajes y campamento en la playa. Es una expresión exponencial de un proceso más amplio, el de una cierta disolución de lo religioso.

La Semana Santa encontraba su día más característico en el Viernes Santo, día de duelo por la muerte de Jesús, se visitaban iglesias, se participaba en vía crucis y procesiones…

Pero es preciso recordar que el sentido de la Semana Santa radica fundamentalmente en la celebración de la Pascua, «paso» de la muerte o por la muerte a la plenitud de la vida en Dios, que ese es el significado propio de lo que llamamos la resurrección de Jesús. La vida tan plenamente humana de Jesús, vivida en fidelidad coherente y entrega radical hasta la muerte para que el proyecto de salvación de Dios –lo que Jesús llamaba el Reinado de Dios, una humanidad que reconozca a Dios como Padre de todos y por tanto de hermanas y hermanos, dispuestos a vivir relaciones de justicia y de respeto a la dignidad de cada uno- se hiciera realidad y buena noticia para los pobres. Es esa vida, entregada día a día voluntariamente por parte de Jesús, pero rechazada, amenazada y finalmente condenada por los poderosos de su tiempo, la que creemos que ha sido resucitada para que viva definitivamente junto al Padre y en medio de nosotros.

Jesús no es un difunto ilustre al que recordar en nuestros ritos sagrados. Es un Viviente – a las mujeres que fueron a visitar la tumba de Jesús se les dijo: «¿por qué buscan entre los muertos al que vive?» (Lc.24,6)- al que hay que encontrar en la vida, en nuestra manera de vivir desde la fe nuestra responsabilidad cotidiana de ser hombres y mujeres en nuestra sociedad. La vida entregada de Jesús para una vida más plena de todos los seres humanos, hijas e hijos de Dios, ha resultado vencedora de las fuerzas de muerte. Y por tanto, si hoy afirmamos estar de parte de la vida, vale la pena vivir como Jesús, con sus actitudes, apuestas y valores. El gran desafío consiste para los cristianos y para toda persona en cómo ser testigos de la vida, de la justicia y de la paz, en un mundo donde campean con tanto poder las fuerzas de la muerte.

Celebrar la Semana Santa como Pascua de Jesús nos invita a revisar cómo vivimos la vida y cómo vivimos nuestra fe y cómo ambas se articulan y enriquecen mutuamente. Así la participación en la liturgia de la Semana Santa no será simplemente una tradición más, encontrará todo su sentido.

El Perfil

Nombre: Padre Luis Fernando Crespo

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