La indiscutible identidad católica de nuestra Universidad
El Secretario General de la Pontificia Universidad Católica del Perú reflexiona sobre lo que implica ser una universidad católica y Pontificia, y explica cómo nuestra casa de estudios hace patente su espíritu católico y se vincula a la Iglesia a través de su quehacer cotidiano, sus normas y la presencia orgánica de representantes de la Iglesia.
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René Ortiz
Secretario General de la PUCP
Entrevista a: René Ortiz Caballero, Secretario General de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
¿Qué significa ser una universidad católica?
Una universidad católica es un espacio en el mundo de la cultura y de la educación superior en el que compartimos tareas propias de una Universidad y, como parte de ellas, compartimos la reflexión acerca de ser católicos en el mundo.
Sucede que los católicos consideramos nuestra fe como un tesoro y, como tal, queremos compartirla con todos; por eso, la educación forma parte de nuestra vida de fe. Así se entiende que la Iglesia y los laicos en general hayamos promovido siempre la creación de instituciones educativas en todos los niveles.
Ahora bien, en el ámbito universitario, la labor educativa tiene peculiaridades. A diferencia de la educación básica, en la universidad es central la libre exploración y creación del conocimiento, su validación y su difusión en la sociedad. Esto en ninguna medida se contradice con el hecho de que vivamos una fe y su moral porque podemos cultivar diversas disciplinas y ellas pueden dialogar con la experiencia y la reflexión acerca de la fe. En cada ámbito de trabajo académico es posible encontrar puntos de encuentro con la vida de fe. Una universidad católica hace posible el encuentro de la ciencia con la fe y viceversa, sin que ninguna restrinja el desarrollo de la otra. Esto es lo que nos distingue como universidad católica.
¿Cómo se manifiesta la identidad católica en nuestra Universidad?
Si bien la Universidad tiene sus orígenes en la sociedad civil, nace como una universidad católica y esto está señalado en sus documentos fundacionales que suscriben el R.P. Jorge Dintilhac SS.CC y los laicos que lo acompañaron.
Nuestra identidad católica se hace patente en la actualidad mediante símbolos, prácticas cotidianas de la comunidad, su organización y las normas que la rigen. Menciono símbolos para aludir al crucifijo presente en actos académicos, aulas y otros tantos espacios cerrados o abiertos del campus. Desde la ventana de mi oficina diviso la cruz que, desde el jardín central, anuncia al Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU). También para referirme a los colores blanco y amarillo -los colores pontificios- que distinguen a la bandera de la Universidad y a la cinta de la que pende la medalla que lucimos los profesores ordinarios.
Prácticas cotidianas son la misa diaria que presiden los profesores sacerdotes de la Universidad y, en general, la administración de los sacramentos, así como las actividades pastorales y de acción social promovidas por el CAPU o generadas por iniciativa de laicos, es decir, profesores y estudiantes.
La identidad católica está patente en la organización académica y política de la Universidad. En lo académico, contamos con un cuerpo de profesores, reunidos en el Departamento Académico de Teología, a cargo de la enseñanza de esta disciplina a todos los alumnos de pregrado de la Universidad, sea cual fuere la carrera que sigan. No somos una universidad eclesiástica y por eso no contamos con una Facultad de Teología ni impartimos grados o títulos en Teología.
Y en lo político…
En lo político, tenemos representantes de la Iglesia que hacen parte del gobierno de la Universidad: cinco obispos en la Asamblea Universitaria y el director académico de Relaciones con la Iglesia -que es un profesor ordinario designado por la autoridad eclesiástica- en el Consejo Universitario. Como en toda universidad católica, el vínculo mayor lo representa el cargo de Gran Canciller que, siendo propio de la Universidad, lo ejerce el obispo cabeza de la jurisdicción eclesiástica de la sede de la Universidad, es decir, en nuestro caso, el Arzobispo de Lima.
El Arzobispo de Lima, Gran Canciller de la Universidad, y los cinco obispos que participan como miembros plenos en la Asamblea Universitaria, designados por la Conferencia Episcopal Peruana, conforman la Comisión Episcopal para la Pontificia Universidad Católica del Perú y velan porque se preserve la identidad católica en nuestra casa de estudios. El que estén presentes obispos de todo el país, hace explícito el carácter nacional de la Universidad; no somos una universidad solo de Lima, somos una universidad del Perú.
El Gran Canciller ejerce la presidencia de honor de la Universidad y recibe información sobre la marcha de la institución que transmite a la Santa Sede. Además, conforme se establece en nuestro estatuto, conoce y emite su parecer de manera previa sobre los cambios (la enajenación) en el patrimonio de la Universidad. Esta opinión debe ser oída y «ponderada» en el Consejo Universitario. Finalmente, toca al Arzobispo de Lima autorizar a los profesores que imparten los cursos de teología, así como designar al director del CAPU.
¿Qué significa ser una universidad pontificia?
Para ponerlo en palabras sencillas, una universidad pontificia es una universidad católica que ha sido creada o reconocida por la Santa Sede y establece, por tanto, un vínculo privilegiado con el Sumo Pontífice; es ante todo un honor. Esta vinculación se hace patente en dos actos importantes: el de aprobación del Estatuto y el de confirmación del Rector. Estos los realiza la Santa Sede, por medio de la Sagrada Congregación para la Educación Católica que cumple un papel en la Iglesia equivalente a un «ministerio de educación».
¿Qué es la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, promulgada por la Santa Sede?
Es un documento oficial de la Iglesia dado por el Papa Juan Pablo II en 1990 para regir a las universidades católicas. Tiene dos partes claramente distinguibles: una de naturaleza doctrinal que establece y desarrolla la naturaleza, misión y principios que deben caracterizar y guiar a una universidad católica; y otra, en la que expresa en normas generales los deberes y derechos de quienes participan de la vida de una universidad católica.
Esta constitución se promulgó cuando ya existían universidades e instituciones educativas católicas muy antiguas, ¿cómo se adecuó la PUCP a la constitución Apostólica?
Cuando entró en vigencia la constitución apostólica, nuestra Universidad estaba regulada por el Estatuto aprobado en 1984 por una asamblea estatutaria en la que participaron representantes del Episcopado Peruano. Pese a que se consideró que nuestras normas eran compatibles con las nuevas disposiciones de la Iglesia, la Congregación para la Educación Católica y el Gran Canciller de la Universidad -entonces el Cardenal Augusto Vargas Alzamora- propusieron algunas modificaciones que fueron examinadas y dieron lugar a la versión del estatuto de 1997. Una de las modificaciones importantes fue, por ejemplo, disponer que en la Asamblea Universitaria participen cinco obispos y no solo tres. Esta composición se mantiene vigente.
Las conversaciones continuaron después de 1997 y no han concluido pese a que consideramos que los temas pendientes conciernen a maneras diversas de entender a la institución universitaria. En todo caso, consideramos que el Cardenal Vargas Alzamora y la Conferencia Episcopal Peruana avalaron el Estatuto con su presencia constante en la elaboración el documento.
La amplitud de las disposiciones de la Ex Corde Ecclesiae admite diversos modelos de universidad católica. «Cada universidad católica debe desarrollar su identidad específica y su propia misión», precisa textualmente la misma constitución apostólica. Nosotros estamos convencidos de la legitimidad de nuestra manera de ser universidad católica.
¿Y qué pasa con la normatividad del Estado peruano?
Nuestro Estatuto universitario es parte del ordenamiento jurídico peruano. Ha sido aprobado por la Universidad conforme lo establece la Ley Universitaria y al amparo de la autonomía consagrada en la Constitución Política del Perú. Asimismo, Estatuto es de conocimiento de la Asamblea Nacional de Rectores -organismo a cargo de la coordinación con las universidades-, y se encuentra inscrito en los Registros Públicos, en donde se manifiesta que somos una persona jurídica peruana de derecho privado sin fines de lucro, es decir, una asociación civil.
Ahora bien, las normas del Estado y las normas de la Iglesia discurren en planos distintos. En este sentido, en nuestro Estatuto se deja expresa constancia de la naturaleza de persona jurídica de derecho privado de la PUCP pero, también, de nuestra relación con la Iglesia y de las formas en que hacemos patente nuestra identidad católica.
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