Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página

"A los políticos les interesan más los votos que las personas"

Invitado por el Centro de Estudios Filosóficos de la Católica en el marco del V Encuentro de Derechos Humanos -organizado por el Instituto de Democracia y Derechos Humanos del 7 al 11 de septiembre-, el reconocido filósofo español Agustín González Gallego ofreció una serie de conferencias sobre identidad, sociedad y globalización. PuntoEdu conversó con él sobre el tema que más ha desarrollado en sus publicaciones: la relación entre el poder y el pueblo.

  • Agustín González Gallego

¿Las medidas para combatir la crisis económica internacional reflejan una preocupación por solucionar la situación de las personas o de las instituciones implicadas en ese tema?

Creo que la crisis ha puesto de manifiesto una vez más que la preocupación del poder todavía es más por las instituciones y los ciudadanos que por la persona, entendida esta como un concepto más universal. Si miramos cómo Alemania, Estados Unidos, Perú o España están enfrentándose a la crisis, veremos que hay un denominador común: todos quieren superarla por medio del rescate de los bancos. ¿Y dónde quedan los otros temas relacionados con favorecer la exportación, el fomento a la pequeña y mediana empresa, el impulso a la industria nacional por encima de la extranjera y la inversión del Estado en programas sociales y educativos? Pues los mismos Estados afirman que eso le compete a cada uno de nosotros. Eso refleja un abandono.

¿Y dónde quedan las personas?

A pesar de que todos saben que vivimos en un mundo globalizado, no queremos ver que todos estamos metidos en el mismo barco. En esa línea, la preocupación por los derechos humanos o por la persona todavía está bastante lejos. Es decir, no nos acabamos de creer que, a la hora de salir del pozo, lo mejor sería salir todos juntos. Si los países adoptaran estrategias conjuntas, centradas en la persona, el resultado sería otro. En la Unión Europea, cada país ha aplicado su estrategia, por eso unos están saliendo mejor y otros peor. De esta manera, solo van a lograr que las consecuencias sean más profundas para unos, y menos para otros.

Hablando de estrategias conjuntas, ¿cree que la ideología de Hugo Chávez, que está agrupando una serie de países, sea una manera de enfrentar la crisis?

Su pregunta me coge un poco desprevenido porque no acabo de entender en qué consiste la ideología chavista. Por los medios de comunicación estoy enterado de su tendencia a recortar la democracia y las libertades, pero no sé en concreto lo que pretende con todo eso. De otro lado, cuando hablamos de ideología, decimos que tiene que originarse en una teoría. No sé si Chávez es socialista, comunista o socialdemócrata, ni tampoco quiero apostar a lo que es. Ideología es una palabra que inspira respeto; mientras que el pensamiento y las acciones de Chávez solo nos dicen una cosa: concentración de poder; es decir, autoritarismo.

¿Qué puede pasar si los Estados abandonan definitivamente esa preocupación por las personas y se dedican a atender cuestiones urgentes?

La desatención del Estado ha generado que exista mucha indiferencia de la gente frente a la política. Creo que este problema va a estar en crecimiento porque cada vez es más evidente que a los políticos les interesan más los votos que las personas. Si leemos nuestra historia de los últimos setenta años, observamos que, en aquellas sociedades donde existe la democracia, la participación en las elecciones es cada vez más baja. Es decir, nos estamos gobernando con principios o con constituciones que no son aprobados ni por la mitad de la población.


Entonces, ¿qué está pasando con nuestros políticos?

La situación actual refleja que tenemos gestores que atienden las cuestiones urgentes y de coyuntura, en vez de políticos en el sentido fuerte de la palabra: padres de la patria que nos dan un proyecto de presente y de futuro. Antes teníamos a Winston Churchill en Inglaterra, a Konrad Adenauer en Alemania y a Nehru en la India, que eran personas que, más allá de solucionar temas puntuales, tenían un proyecto, una visión de país. Tener ahora a gestores en lugar de políticos hace que les exijamos que nos gestionen bien las cosas sin saber adónde vamos. Esto nos está llevando a que la preocupación por la persona humana y sus derechos se vaya retrayendo en vez de avanzar.

¿Cómo mejorar esa comunicación entre el poder y el pueblo?

En esa difícil relación, el primer paso siempre lo tiene que dar el poder. Si este no da signos ni síntomas de una preocupación real por la persona, entonces el pueblo no sabrá adónde ir. Si esas distancias siguen aumentando, como pasó en las monarquías del siglo XVIII, se producirán revoluciones. Hoy una revolución sangrienta es poco probable. A lo mejor hay otras formas menos violentas de cambiar la realidad, como paso con Gandhi, quien venció al imperio inglés sin disparar un solo tiro. Sin embargo, no puedo prever hacia dónde va la historia porque no creo que nadie lo pueda hacer. La gran lección de todo esto es que no podemos seguir siendo indiferentes ante el sufrimiento de los otros, ni mucho menos conformarnos con lo poco que podamos hacer.


Entrevista: Kurth Mendoza
Foto: Guadalupe Pardo

Deja un comentario

Cancelar
Sobre los comentarios
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los comentarios pasan por un proceso de moderación que toma hasta 48 horas en días útiles. Son bienvenidos todos los comentarios siempre y cuando mantengan el respeto hacia los demás. No serán aprobados los comentarios difamatorios, con insultos o palabras altisonantes, con enlaces publicitarios o a páginas que no aporten al tema, así como los comentarios que hablen de otros temas.