"La lectura tiene que ser una alegría compartida"
«Una última sonrisa, por favor», le pide la fotógrafa. Lo hace inmediatamente, y ofrece un gesto alegre y contagioso. «La última sonrisa, así debería titularse el artículo», comenta, risueño, Alonso Cueto, siempre atento y en busca de buenas frases para una historia, instinto con el que ha logrado importantes reconocimientos literarios.
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Alonso Cueto
Escritor y profesor del Departamento de Humanidades
Vamos a leer, esfuerzo del Vicerrectorado Académico con el apoyo de la Dirección de Actividades Culturales, ha elegido para este semestre su más reciente novela, La venganza del silencio. Conversamos con él sobre esta iniciativa, la literatura, su novela, gustos y preferencias.
¿Por qué es importante fomentar la literatura?
Porque la literatura te hace ver el mundo con más intensidad y profundidad, te hace vivir tu propia vida de una manera más plena; porque te enseña cómo funcionan las emociones, las acciones y las ideas de las personas; porque cuando lees un gran libro tu vida cambia para mejor, te vuelves una persona más conectada con la diversidad de las gentes y con nosotros mismos; sales del mundo en el que estás metido, del mundo que te rodea, y accedes a otro donde hay personas distintas pero, a la vez, iguales a ti. Los libros y las novelas tienen que ver con la vida de cada uno de nosotros. Ahí encuentras los personajes que tienen celos, se enamoran, se odian, se pelean, se quieren, actúan por ambición, por afecto o por amistad, igual que todos nosotros. Entonces, conocerlos, intimar con ellos e identificarnos con alguno es una experiencia enriquecedora.
¿Cree que leer es un gusto adquirido o se nace con cierta sensibilidad o afición?
Creo que todos tenemos la capacidad del goce de la lectura. La lectura no es una obligación, deber o misión, es un placer y todos podemos experimentarlo, siempre y cuando leamos libros que nos dicen algo sobre nosotros, sobre la gente que conocemos y que estén conectados con nuestra vida. Cada uno tendrá los libros que tienen algo que decirle, pero si uno tiene acceso a muchos libros y lee muchos autores, será más fácil encontrar cuáles son los que más se parecen a nosotros, los que más tienen cosas que decirnos, de los que más vamos a aprender y con los que más vamos a sentir el placer de la lectura.
La campaña Vamos a leer es una excelente posibilidad de experimentar este placer.
Es una gran ocasión, por supuesto. Nos gusta mucho el lema porque es una especie de darse ánimos para leer entre todos, donde además vamos a discutir, conversar y comentar los libros que leemos. Juntarnos a leer es una ocasión para ver cómo ese libro se relaciona con nosotros o no, cómo refleja una realidad que conocemos o no, y ver si tiene una relación con nosotros y con el mundo que nos rodea. Creo que un país de lectores es un país que desarrolla un pensamiento y actitudes críticas. En general, cualquiera sea la profesión a la que uno se dedique, se nota la diferencia entre alguien que ha leído y alguien que no, porque el que lo ha hecho tiene un lenguaje y capacidad de comprensión mucho mayores.
La venganza del silencio muestra al Perú contemporáneo y sus diferentes actores sociales. Dada la cercanía, los lectores fácilmente pueden identificarse.
Es la historia de una familia de clase alta contada por un un sobrino que vive con unos tíos que son parte de esta gran empresa familiar. Un día, el sobrino descubre que su tío tiene una relación romántica con la hija del chofer y, a los pocos meses, este tío aparece muerto de un balazo, cerca de donde tenía los encuentros con esta chica. Esta es la primera parte la historia; a partir de ahí el sobrino se va a proponer buscar quién mató a su tío y por qué. Aparecen una serie de sospechosos, entre ellos, evidentemente, la misma amante de su tío, pero, además, el recorrido que hace este chico es un viaje por la historia, vida y personajes de la familia. Siempre me ha interesado el tema de la familia porque me parece que sus miembros hacen unos pactos, unos acuerdos para acompañarse por la vida, para defenderse y protegerse.
Algo implícito en el libro es que toda familia es como una religión: uno hace un acto de fe para querer a sus hermanos, padres, hijos o primos. Se supone que hay algo común en todos y tienen una serie de sacramentos, rituales y ceremonias. Pero, al mismo tiempo que hay afectos y compromisos, hay por lo bajo envidias, rencores, celos y odios. Este universo de mezclas siempre me ha parecido muy interesante, porque es muy intenso. Uno puede dejar de ser esposo de alguien pero nunca padre, hijo o hermano. Eso es algo que está para toda la vida y, de cierto modo, te define.
¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad hay en su relato?
Mi familia no se parece a la que está en la novela, pero cada familia tiene una larga historia donde hay secretos, tiene una caja de pandora que esconde las cosas terribles, como un tío delincuente o una tía prostituta o ladrona, y de eso no se habla, los chiquitos no deben saber de esas cosas. Pero esos secretos los acompañan siempre, están ahí aunque no se hable, y, quizás por eso, están más presentes. Así que, en cierto sentido, hurgar en las historias de las familias es abrir esta caja de pandora y encontrar los terribles secretos de los antepasados, de los abuelos, de los tíos y de los mismos personajes que los ocultan.
Entonces, su historia no nos robará esa última sonrisa sino, más bien, una última lágrima.
Creo que toda realidad tiene un lado cómico, uno trágico y otro que mezcla lo cómico y lo trágico. Y creo que un escritor debe recuperar, dentro del drama, una mirada de lo irónico, de lo burlesco de cualquier situación. No creo en los dramas puros, ni en las comedias puras, ni en nada puro. La vida es una mezcla y el escritor debe recuperar esa inmensa mixtura. Además, un escritor peruano tiene la enorme ventaja de vivir en un país con tantas mezclas sociales, culturales, étnicas, lingüísticas y raciales donde convive gente con mucho dinero con gente que no tiene nada. Las historias son consecuencia de los conflictos, de las diferencias, de los desniveles y este mosaico tan intenso y contradictorio las produce. La narrativa surge porque hay gente distinta.
¿Cree que hay momentos específicos para leer y para escribir?, ¿usted tiene alguna rutina?
Creo que cada uno tiene su rutina. Generalmente, yo escribo por las mañanas, cuando me levanto; y leo por las noches o por las tardes. Pero uno siempre debe leer porque le provoca, cuando le provoca y lo que le provoca, jamás por horario u obligación. La lectura tiene que ser un placer, un deleite, uno tiene que emocionarse cuando lee y querer seguir haciéndolo, se tiene que subrayar, comentar y hablar, ya sea con tu esposa, amigo o hermano. La lectura tiene que ser una alegría compartida. No te da la misma felicidad que sentimos al comer un helado o escuchar una melodía, es un tipo distinto, es una felicidad tal vez más profunda y duradera. Pero ninguna felicidad es obligatoria, todas las felicidades uno las escoge.
Vamos a leer
Como parte de Vamos a leer, los alumnos podrán participar en cuatro concursos: uno de ensayo libre sobre la novela, otro de retratos de los personajes, otro de maquetas y uno de adaptación dramatúrgica de la novela. Cada actividad otorgará al ganador un premio de S/. 500 en vales de libros para la librería PUCP. Además, los interesados en participar en los clubes de lectores podrán inscribirse desde el 20 de septiembre. Las sesiones empezarán el lunes 11 de octubre y durarán cuatro semanas. Asimismo, se han programado dos conferencias donde se discutirán distintos aspectos de la novela.
Mira el clip de ¡Vamos a leer!
Para mayores detalles sobre las bases de los concursos y las fechas de las actividades programadas, ingresa a la web de Vamos a leer.
Entrevista: María Paz de la Cruz
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