"Los narradores peruanos deben ser valorados como un tesoro nacional"
Conversamos con Catherine J. Allen, quien visitó nuestro Campus para dar un ciclo de conferencias titulado «El zorro adentro: Estrategias estéticas en la tradición oral andina», que formó parte de los Seminarios Extracurriculares 2011-1 del Programa de Estudios Andinos y del Posgrado de Antropología.
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Catherine J. Allen
«Había una vez un zorro muy tramposo y mujeriego que seduce a una mujer con la que tiene unos zorritos. Las hijas de la casa donde vive esta inusual familia matan a sus hermanos peludos y fugan a la puna, donde habitan los condenados. Perdidas en medio de la nada, una de las hijas termina siendo devorada por estos seres malditos. La sobreviviente regresa a casa de sus padres quienes no pueden reconocerla porque se ha transformado en una mujer vieja y maltrecha. Solo el relato de la historia de su huida, de lo que hizo y de lo que le pasó, la salva de ser una condenada más y le devuelve la identidad perdida…»
En su libro Foxboy* explora las características de la narración oral andina a través de un cuento quechua muy particular. ¿Se tiene una idea de cómo nació? ¿De dónde o cuándo fue creado?
Lo interesante de este cuento es que está compuesto de un par de historias muy conocidas: La historia del zorro -que es una figura común en la iconografía precolombina- y que en este caso es un trickster [personaje mitológico que no sigue las reglas y embauca a los demás] que seduce a las mujeres y la historia del condenado [personaje de la tradición andina que recibe un castigo sobrenatural por poseer más que el resto, a costa de los demás]. No sé exactamente cuándo nació este tipo de cuento, pero es muy antiguo, ya que se encuentra en el manuscrito de Huarochirí [escrito a fines del siglo XVI].
¿Se puede hablar de una tradición narrativa oral erótica o este caso es una excepción?
El erotismo está presente en muchas historias, como un elemento más de la trama, pero no es el tema principal de las mismas. Por lo tanto, no podría decir que existe una tradición oral erótica como tal.
¿Qué temáticas son las más recurrentes en estas historias?
Uno de los temas más frecuentes es el parentesco y la diferencia de clases, la etnicidad. El tema del condenado también es recurrente y pone en juego el tema de la inmoralidad; qué tipo de acciones no pueden hacerse o cómo salvarse del pecado. Creo que son temas muy comunes en la tradición oral en el mundo, no solamente en los Andes.
En su libro se encuentran conexiones entre dos expresiones culturales presentes en las comunidades indígenas: la narración oral y la elaboración de tejidos. ¿Cuán semejantes resultan ambas actividades?
La relación que yo establezco entre ambas es abstracta. Los tejedores suelen elaborar sus ponchos o llicllas en dos partes que se trenzan; el método de hacer cuentos consiste también en trenzar los temas, enlazarlos, es todo un modo de pensar y relacionarse con el mundo y expresarse.
Para que haya una narración oral deben coexistir tres elementos: el narrador (que evoca la historia ya aprendida), el relato propiamente dicho y el oidor (aquella persona que escucha el relato y se encargará de repetirlo posteriormente). Pero a veces ocurre que –como en el juego del «teléfono malogrado»- la historia inicial y la final no son las mismas. ¿Se puede hablar de una versión oficial?
Así ocurre con los cuentos, no hay una versión correcta. A veces el narrador cambia o añade detalles o a veces no escucha correctamente lo que le cuentan. Las historias que duran en el tiempo son aquellas que pueden adaptarse a nuevas situaciones. Y normalmente, pese a todos los cambios, el núcleo del cuento queda.
Así como se puede dar cuenta de una vasta tradición oral andina, ¿por qué no se han encontrado registros de una tradición escrita? ¿Tiene alguna hipótesis al respecto?
Creo que la tradición oral no necesita escritura porque cuando se transcriben los cuentos se transforman en algo diferente. No hay que olvidar que era un tipo de entretenimiento y de recreación –antes de la radio o la televisión- donde la gente se pasaba el tiempo contando historias, a veces en turnos o en grupo. Ahora ocurre muy poco, se ha perdido esta tradición.
Los tiempos están cambiando. El problema de la tradición oral, así como con el músico o el bailarín, es que son actividades humanas que existen solamente en el tiempo y no se pueden atrapar como un objeto que se pone en el museo. Creo que hay que rescatar los cuentos y respetar a estos narradores que manejan su idioma con tal belleza. El Perú tiene muchas riquezas y obras de arte pero también hay tesoros humanos -como los tejedores y los narradores- que también deben ser valorados como un tesoro nacional.
* La Dra. Allen es autora de La coca sabe: Coca e identidad cultural en una comunidad andina (Centro Bartolomé de las Casas-2008) y Foxboy: Intimacy and Aesthetics in Andean Stories, que saldrá publicado por la Universidad de Texas en agosto.
Entrevista: Luis Yáñez Quiroz
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