El derecho al buen vivir en Cajamarca
¿Qué explica estas protestas y las dificultades del Gobierno de alcanzar una solución al conflicto? ¿Qué explica que se rechace un proyecto de inversión de miles de millones de dólares que generaría trabajo y grandes ingresos tributarios para la propia región? El Derecho al Buen Vivir es probablemente la principal razón para esta explicación. En las comunidades andinas como en las amazónicas existe un principio muy conocido desde tiempos ancestrales relacionado con la vida diaria de las personas: el Derecho al Buen Vivir. Este es un principio que consiste en realizar actos humanos en armonía con la naturaleza, sin producir conflictos ante ella o ?por ella?. Se entiende que la naturaleza es un ser vivo con el que se interactúa armónicamente. En los Andes, la agricultura y ganadería han sido desarrolladas históricamente siguiendo este principio. En la Amazonía, el usufructo y protección de los bosques y ríos se han desarrollado siguiendo el mismo lineamiento.
Los proyectos de inversión minera, como el proyecto Conga en la región Cajamarca, ¿siguen el mismo principio? Conforme a los hechos difundidos por las autoridades regionales y locales, por los dirigentes, por un grupo de especialistas y por medios de comunicación, el indicado principio no se ha respetado o no se respetaría, y por ello se produce el rechazo al proyecto minero.
El proyecto minero Conga supone la inversión de 4,800 millones de dólares que beneficiaría, además de las empresas interesadas, al país y de preferencia a la región Cajamarca. Técnicamente es viable, según refieren los empresarios, en tanto si bien se afectarían lagunas ubicadas en cuencas hidrográficas, ellas serían reemplazadas por reservorios que regularían la circulación de ríos y la purificación de sus aguas. Pero, comunidades andinas, rondas campesinas, caseríos, anexos y gran parte, o una parte importante, de la población urbana no lo desean. ¿Por qué? Los antecedentes o efectos de otros proyectos mineros ejecutados en la misma región orientan ese rechazo.
El complejo minero Yanacocha es un ejemplo de ese contraste. Este megaproyecto, si bien ha aportado y sigue aportando tributos y obras millonarias de responsabilidad social a favor de la población, también es conocido por comuneros y ronderos por la compra ?con engaños? de parcelas de tierra a miembros de la comunidad campesina Negritos, lo cual ha motivado la migración de muchas familias y limitado a otras que se resistieron a vender; ha desviado el río y extinguido fuentes de agua que normalmente utilizaban los comuneros; ha cambiado el acceso a las vías de comunicación que integraba a la comunidad en sus distintos sectores; ha dividido la comunidad en personas que están a favor de la empresa y otros que se encuentran en contra y, por ende, ha propiciado múltiples conflictos entre las familias; ha reproducido la ambición de muchos comuneros que dejaron su participación en la comunidad por sumarse a las empresas contratistas o de servicios de la gran empresa minera, ?progresando? individualmente, negando o afectando los derechos colectivos de sus colegas. Si a ello sumamos el sentir de comunidades cercanas o caseríos aledaños que consideran que sus aguas están contaminadas a pesar de que la empresa minera ejecuta grandes sistemas de purificación, o el caso de los pobladores de Choropampa y pueblos vecinos que sufrieron y siguen sufriendo los efectos del derrame del mercurio en la carretera cercana a ellos, a pesar de que la empresa ha prometido cumplir con la limpieza de la zona y ha conseguido su liberación judicial al haber cumplido con pagos indemnizatorios, notaremos cuánta explicación hay por ese rechazo.
El balance es que en los alrededores y pueblos vecinos de Yanacocha se ha alterado el Derecho al Buen Vivir de los comuneros o la población, y lo mismo se teme de los alrededores y pueblos vecinos de Conga.
A pesar de que el proyecto minero de Conga cuente con un informe técnico de 16 tomos aprobado por el gobiernol anterior, la población de Cajamarca, o gran parte de esta, rechaza el proyecto porque no quiere que se siga afectando el Derecho al Buen Vivir en otra parte de su territorio. Los profesionales o técnicos del proyecto Conga tratan de demostrar las ventajas de construir reservorios que reemplacen las lagunas, teniendo como posible resultado más agua para la agricultura y ganadería, incluso durante periodos de sequía, pero la población no lo cree. No existe confianza. ¿Qué hacer?
La respuesta la tienen las autoridades del Gobierno Central. Si se cree que aplicando la fuerza policial o militar puede controlarse las protestas de la población, sería caer en el mismo error de gestiones anteriores. Ante la ausencia histórica del orden institucional, su impulso inmediato puede generar un nuevo desastre político con más destrucción y muertes. El diálogo intercultural, regulado en la actual Ley de Consulta Previa (Ley Nro. 29785) sigue siendo la mejor alternativa, pero este diálogo supone entender justamente el Derecho al Buen Vivir. ¿Es posible, a través de este diálogo intercultural, replantear la posibilidad de una nueva consulta a la población afectada o solicitar un peritaje internacional para legitimar el proyecto minero?
Teniendo en cuenta la complejidad del proyecto minero y sus posibles efectos, tal consulta debió y aún puede hacerse en aplicación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo ? vigente en el Perú desde fines del año 1994. Un arbitraje internacional no garantiza el cambio de opinión de comuneros, ronderos o población en general afectada; a no ser que se aborden los antecedentes o causas estructurales de su rechazo. La consulta serviría para salvar la legitimidad de los titulares del proyecto minero Conga, pero, sobre todo, para salvar o encaminar otros proyectos millonarios de inversión, que no atenten contra el Derecho al Buen Vivir.
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