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Richard C. Koo: La crisis europea vista con lentes japoneses

Richard C. Koo es el economista jefe de un instituto de investigación vinculado a la mayor firma financiera de Tokio, Nomura Securities, que opera a escala global. Su último libro «El Santo Grial de la Macroeconomía – Lecciones de la Gran Recesión de Japón» (John Wiley & Sons, 2008) ha sido traducido a cuatro idiomas diferentes.

El dato clave es, sin embargo, que Koo ha sido asesor de varios de los primeros ministros que gobernaron el Japón en las dos últimas décadas, mientras la economía japonesa lidiaba con una recesión prolongada, que iba acompañada de una deflación o caída persistente de los precios al consumidor. La última vez que se registró en los países industrializados este fenómeno macroeconómico, una disminución generalizada de la producción y el empleo asociada a una deflación, fue durante la gran crisis económica mundial de 1930.

Esta recesión japonesa, que se extendió intermitentemente durante poco más de una década, se inicio a principios de los años 90 con el desplome súbito de los precios de terrenos e inmuebles en Tokio y otras grandes ciudades. Una burbuja inmobiliaria reventó. Para fines de los 90, los precios de los bienes raíces se habían reducido en promedio casi un 50% en Tokio.

Por lo general, las empresas dueñas de estos activos inmobiliarios se habían prestado dinero de un banco para poder adquirirlos. Si uno se endeuda por 120 y compra un edificio cuyo precio sube hasta 150, acumula una ganancia o riqueza neta igual a 30. Pero, si el precio del edificio cae de pronto a 100, y la deuda sigue siendo 120, uno está técnicamente quebrado: tiene una riqueza neta negativa de -20. Si la actividad productiva de estas empresas sigue en pie después del desplome de los precios de inmuebles y terrenos, cosa que ocurrió en Japón, estas empiezan a ahorrar todo lo que pueden para reducir poco a poco su deuda de 120 y llevarla a un nuevo nivel de, digamos, 90.

El problema es que si empresas y consumidores ahorran todo lo que pueden, eso quiere decir que firmas y familias gastan menos que antes, que la inversión de las empresas y el consumo de las familias disminuye, que, en consecuencia, el conjunto de las empresas vende menos bienes de consumo y menos bienes de inversión que antes. Como las ventas caen, las empresas reducen la producción y despiden trabajadores, la confianza de los consumidores se deteriora, el incentivo para invertir se embota, y la recesión se extiende por toda la economía. Esto es lo que Koo denomina una recesión por desapalancamiento o por reducción de deuda (balance sheet recession). Y eso es lo que paso en Japón en los 90.

La macroeconomía keynesiana tiene una receta típica para enfrentar la recesión. Respecto a la política monetaria, el banco central debe bajar su tasa de interés para que se reduzca el costo del crédito que los bancos otorgan a firmas y familias, de manera que firmas y familias se endeuden más y gasten más, aumentando así el consumo y la inversión. Respecto a la política fiscal, si el sector privado gasta menos, el gobierno debe gastar más, debe aumentar, digamos, la inversión pública y construir más escuelas, carreteras, puentes, hospitales. Esto mueve a la industria de la construcción y, a su vez, esta puede jalar o arrastrar al resto de la economía a través del efecto multiplicador.

Richard Koo sostiene que la política monetaria no funciona para poner fin a esta clase especial de recesiones por reducción de deuda, y que esa fue la experiencia japonesa. Las tasas de interés bajaron hasta cero pero el crédito no aumento porque el sector privado no quería tener más deudas. Koo sostiene también que la política fiscal, entendida como aumento del gasto público, si funciona para luchar contra la recesión por desapalancamiento.

¿Qué tiene que ver esto con la recesión que sufre Europa hoy? Koo sostiene que la recesión europea actual es una recesión por reducción de deuda, similar a la que ocurrió en Japón en los 90. En varios países europeos, España por ejemplo, en el primer acto de la recesión reventó también una burbuja inmobiliaria. En el segundo acto, el banco central europeo redujo su tasa de interés a un nivel cercano a cero, tal como hizo el banco central japonés en los 90, sin mayor éxito según Koo. En el tercer acto, los gobiernos europeos han reducido el gasto público, (y elevado los impuestos), haciendo así todo lo contrario de la receta que finalmente tuvo éxito en Japón, según Koo. Los japoneses también intentaron infructuosamente acabar con la recesión con una terapia de austeridad fiscal y lo único que lograron fue agravar y exacerbar la recesión.

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