Misericordia y ciudadanía
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Juan Miguel Espinoza
Docente del Departamento de Teología
Fotografía:
Roberto Rojas
Ser misericordioso es romper barreras de exclusión, construir vínculos sociales honestos y respetuosos con la diversidad.
El Jubileo de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, ha venido celebrándose en la Iglesia durante este año para profundizar en este valor cristiano como “la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”. Entre el 8 de diciembre de 2015 y su próximo cierre, el 20 de noviembre de este año, ha sido celebrado a través de acontecimientos como la canonización de Teresa de Calcuta, pero sobre todo con múltiples gestos de cercanía a los excluidos y los vulnerables del mundo entero.
Francisco ha puesto empeño en mostrar que la misericordia, entendida como el reconocernos amados gratuita e incondicionalmente por Dios y por las personas, es una rica experiencia espiritual que tiene una relevancia social y política. Lo hizo manifiesto al inaugurar el jubileo en la catedral de Bangui en República Centroafricana, como signo de solidaridad con un país golpeado por la violencia y la guerra, y que buscaba interpelar a una comunidad internacional que no escucha el clamor de quienes sufren en las periferias del planeta.
Porque para el papa, vivir la misericordia no es una referencia a una piedad externa y vacía, ni a una solidaridad asistencialista y vertical. Más bien, es un llamado a “abrir el corazón al otro” y, por tanto, a acoger las experiencias de encuentro con la realidad de las personas, sobre todo de las más vulnerables de la sociedad, como oportunidades de crecimiento humano. Ser misericordioso es romper barreras de exclusión, construir vínculos sociales honestos y respetuosos de la diversidad, tender puentes de colaboración fraterna, promover el desarrollo de capacidades y cimentar compromisos públicos para transformar las injusticias.
Por lo dicho, uno de los escenarios donde la misericordia se despliega es en el ejercicio de la ciudadanía democrática. En la Encíclica Laudato Si’, Francisco afirma que la base de la ciudadanía es la práctica de un “amor social y político”, una sensibilidad que moviliza a la acción conjunta por transformar el mundo para que a nadie se le niegue la posibilidad de una vida digna. Pero es un amor que se cultiva y madura como un proceso de discernir lo que el complejo encuentro con los otros produce en nosotros y en nuestro entorno.
Haciendo eco del pensamiento del papa, el Departamento de Teología, Estudios Generales Letras y la Dirección Académica de Responsabilidad Social organizarán un conversatorio para pensar cómo la práctica de la misericordia puede aportar a la formación de ciudadanos sensibles, fraternos, críticos y comprometidos con sus sociedades. Participarán el padre Carlos Castillo, profesor del Departamento de Teología; Jennifer Ponce, politóloga de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y laica comprometida con organizaciones de base en San Juan de Lurigancho; y Lars Stojnic, jefe del área de Formación Académica e Investigación de la DARS. Toda la comunidad universitaria está invitada a acompañarnos, el lunes 7 de noviembre, para reflexionar sobre la importancia del cuidado de los otros en la vida pública en la lucha por la justicia y la construcción de comunidades saludables.
En agenda:
Evento: Conferencia «Misericordia y ciudadanía»
Organizadores: Departamento de Teología, Estudios Generales Letras y DARS
Día, hora y lugar: 7 de noviembre, 6 p.m., aula L322
Más información: visita la página www.facebook.com/eeggllpucp o llama anexo 5333
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