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"Las tecnologías no son inocentes"

Paula Sibilia es investigadora de temas culturales contemporáneos. En sus libros «La intimidad como espectáculo», «El hombre post-orgánico» y «Redes o paredes: la escuela en tiempos de dispersión», ha desarrollado algunas visiones en torno a las subjetividades, la relación de los humanos con las tecnologías, las manifestaciones mediáticas y artísticas de la era digital.

  • Paula Sibilia
    Comunicadora y antropóloga argentina
  • Texto:
    Fiorella Palmieri
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

Tu libro La intimidad como espectáculo fue publicado hace 10 años.  ¿Qué consideras que puede haber cambiado desde entonces con respecto a las formas de exposición en internet?

El libro, que se publicó en el año 2008,  es resultado de una tesis de doctorado que defendí en Brasil en el 2007, pero que empecé a pensar como proyecto en los primeros años del siglo. En ese momento, la extimidad ya era un fenómeno que se vislumbraba, aunque en esa época no existían las redes sociales como Instagram, Facebook o Tinder. Tampoco existían celulares con cámara, pantalla y acceso a internet las 24 horas. Era muy distinto a cómo se configura hoy este fenómeno. Lo que me llevó a pensar sobre estos temas fueron los reality shows y los blogs. La idea de que los blogs se definieran como diarios íntimos publicados en internet me hacía ruido. En ese momento se veía como algo “raro”, porque intimidad y espectáculo son términos contradictorios entre sí.

¿Hasta qué punto en la actualidad se tiende a ‘normalizar’ el concepto de extimidad al que te refieres en tus publicaciones?

Que la intimidad se exponga y se vuelva un espectáculo es lo que se puede llamar “extimidad”.  La idea de intimidad, preservada por paredes y pudores, es un invento, un concepto histórico situado en una cultura específica, que es la cultura occidental moderna.  Si observamos más allá de nuestra tradición cultural, incluso occidental, podemos ver que en la Edad Media no existía la intimidad como la conocemos. Y otras culturas tampoco la tuvieron.

¿De qué manera la abundancia de información personal disponible y la exposición pública nos pueden volver sujetos de control?

Había algo opresivo en el funcionamiento de aquellas instituciones  que protegían la intimidad, podemos pensar en una escuela, cárcel, hospital o casa familiar. El pudor y la pared funcionaron juntos como valores morales que reforzaban las ideas de separar y proteger. Con la extimidad, estas opresiones se liberan de forma mucho más eficaz. Por un lado, hay una liberación, y por el otro, un riesgo de sobreexposición, con peligros y vulnerabilidades propias.  Las tecnologías no son inocentes, no son meras herramientas, vienen con propuestas de mundo, con una filosofía de lo que significa ser humano y cuál es el tipo de intervención que consideramos que hay que hacer en la materia viva. Por ejemplo, hemos aprendido a usar celulares inteligentes y prácticamente nos hemos vuelto dependientes de ellos para construir la propia subjetividad, para mostrarnos como sujetos y compartir lo que consideramos importante.

¿Cómo pensar en un equilibrio o balance en el uso de la tecnología?

Mientras la ciencia se mantuvo en el ideal analógico, que venía junto con una propuesta filosófica, había límites a lo que se podía hacer con la tecnología. Había cosas que no teníamos que hacer, que pertenecían al ámbito de la religión, el arte o la filosofía, y no al de la racionalidad tecnocientífica. No se pensaba que la tecnociencia pudiera resolver la finitud humana.  Para eso había mitos como el de Frankenstein, inspirado en Prometeo. Con la tecnología digital,  cambian los límites, y se abre una lucha con la bioética y las religiones opuestas a ciertos desarrollos. Al mismo tiempo, existe una apertura a la posibilidad de que lo técnico resuelva todo. Es más interesante preguntarse por qué pensamos que no tenemos límites o que no deberíamos tenerlos. Creo que la respuesta tiene que ver con la importancia del mercado en nuestras vidas, que no era tal en los siglos XIX y XX. Ha dejado de ser responsabilidad del Estado dar a los ciudadanos el derecho a la salud o a la educación.

En ese sentido, ¿cómo interpretas la sociedad en qué vivimos y nuestra participación en este contexto de dependencia tecnológica y exposición en las redes?

Propongo una perspectiva antropológica para pensar lo que sucede, y creo que necesitamos más perspectivas y debates para entender esta realidad.  De acuerdo con esto, ¿cuál sería la parte propositiva? Considerar las maneras en las que el mercado opera en cómo nos constituimos como sujetos y nos relacionamos con el mundo es un camino para relativizarlas.  También podemos apostar por otros valores, otras formas de relacionarse, que no estén ancladas en las categorías del mercado, como el costo-beneficio, la administración de los contactos o el modo de vida empresarial. Del mismo modo, los temas del espectáculo, los códigos mediáticos en la configuración de uno mismo, la imagen o el culto al cuerpo están asociados a un modo de vida que no era  hegemónico hace 100 años y que, posiblemente, no lo será en el futuro. Tomar esto en cuenta es útil para ver en perspectiva lo que somos.

El Perfil

Nombre: Paula Sibilia
Nacionalidad: Argentina
Grado académico: Doctora en Salud Colectiva por el Instituto de Medicina Social de la Universidad de Estado de Río de Janeiro, y en Comunicación y Cultura por la Escuela de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro
Trayectoria: Antropóloga, ensayista y profesora del Departamento de Estudios Culturales y Medios, y del Posgrado en Comunicación de la Universidad Federal Fluminense en Río de Janeiro (Brasil).

¿Para qué nos visitó?

ISUD XII World Congress: Philosophy in an Age of Crisis: Challenges and Prospects: Congreso mundial de la ISUD, una sociedad internacional de académicos dedicada a promover el diálogo internacional y la discusión sobre cuestiones fundamentales de interés universal
Organizadores: Centro de Estudios Filosóficos (CEF-PUCP), ISUD (International Society for Universal Dialogue)

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