La olvidada vanguardia latinoamericana en revistas académicas de libre acceso
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Gabriel Ramón
Docente del Departamento de Humanidades PUCP
Toda universidad que desee subir en los rankings internacionales de calidad necesita docentes, y potencialmente alumnos, que publiquen en revistas académicas reconocidas. La PUCP no es una excepción y la Dirección de Gestión de la Investigación (DGI) está haciendo muchísimo para avanzar en ese sentido, por lo que incentiva económicamente la producción académica de calidad. Sin embargo, el panorama se complica si consideramos que publicar en revistas reconocidas en los rankings internacionales casi automáticamente significa publicar en revistas en inglés, y que pertenecen a grandes consorcios editoriales que –como se ha discutido recientemente en muchos foros– se benefician del trabajo producido por los académicos y son financiados por las universidades y los gobiernos.
Mirado desde la perspectiva latinoamericana, el tema es más complejo ya que los artículos producidos por los académicos de esa región acaban, en cierta forma, atrapados en revistas cuya subscripción se hace difícil o inalcanzable para las instituciones que promueven la investigación. Así tenemos que, por falta de fondos, el Concytec ha tenido serios problemas para ofrecer acceso a revistas pagadas para los investigadores peruanos.
Si el fin de la investigación es su socialización, al menos entre la comunidad académica, resulta paradójico que, en el intento de hacerse académicamente significativos, los investigadores latinoamericanos aspiren a publicar en revistas generalmente inaccesibles para su propia comunidad, a menos que los lectores recurran a medios como Sci-Hub (una página técnicamente ilegal que proporciona acceso gratuito a la gran mayoría de artículos académicos en revistas de acceso pagado).
No obstante, hay buenas noticias. Hace unos días, un consorcio de las principales agencias de investigación europeas ha confirmado el Plan S para que, a partir del primero de enero de 2020, toda la investigación financiada por esas agencias gubernamentales deba ser obligatoriamente publicada en revistas de acceso libre (www.scienceeurope.org/coalition-s/).
Lo curioso es que en todo este debate sobre libre acceso a la información académica se deja de lado sistemáticamente la experiencia latinoamericana, donde las revistas académicas son, en su inmensa mayoría, de acceso libre. Lo más grave es que incluso en la propia Latinoamérica parece ignorarse el avance obtenido. El problema principal sería que muy pocas de esas revistas están en las secciones superiores de los rankings internacionales. Sin embargo, en mi área (las Humanidades) debo mencionar que, revisando esos rankings, el caso chileno es una grata sorpresa, ya que un significativo número de revistas de libre acceso de ese país se sitúan en lugares muy importantes. Por ejemplo, Chungará y Estudios Atacameños están en el primer cuartil del ranking Scimago, y el Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, en el segundo.
En el Perú, para las revistas de humanidades, alcanzar posiciones semejantes en los rankings internacionales es todavía una meta distante (aunque hay algunas excepciones como Lexis de la PUCP, ubicada en el segundo cuartil). ¿Qué hacer en este complejo panorama? Al menos en las humanidades, si queremos salir del círculo vicioso de apoyar con nuestra investigación a revistas a las que solo vamos a acceder pagando mucho dinero, tenemos que apoyar institucionalmente el libre acceso.
En este contexto, pienso que sería ideal que la DGI contribuya a la promoción de las revistas de libre acceso de la PUCP a fin de que se logre excelencia internacional, pero sobre todo se incentive activamente la publicación de artículos de nuestros investigadores en revistas prestigiosas de libre acceso. De tal modo, contribuiremos a la socialización del conocimiento y alinearemos creativamente a nuestra Universidad con el Plan S.
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