Entre cuyes y Pikachu: influencia cultural del Japón en el Perú
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Oscar Rondan
Alumno de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas y fundador de la comunidad Satori Talleres
Fotografía:
Héctor Jara
Hay un interés por parte del público general en no solo apreciar y consumir los productos japoneses, sino en encontrar y comprender las raíces de la cultura que marcaron su infancia y juventud".
En los últimos años, el Perú ha entrado en una ola de reivindicación de su identidad multicultural; sin embargo, no ha puesto en valor la influencia cultural que Japón ha tenido en sus habitantes. Con esto no me refiero a los grandes aportes de los inmigrantes japoneses y sus descendientes en las distintas esferas de la sociedad peruana, como la industria, el arte, las letras, la música, los deportes y la gastronomía. Esto lo ha logrado plasmar con excelencia y detalle la Asociación Peruano Japonesa en sus diversos eventos y ferias culturales en el marco de los 120 años de la inmigración japonesa al Perú.
En este caso, me centraré en un proceso que ha ido avanzando de modo menos visible desde la caída del ‘Telón de acero’, llamado el soft power japonés. Este “poder blando” ha logrado que incorporemos elementos de la cultura japonesa clásica (samuráis, geishas y la ceremonia del té) y de la mass media (anime, manga y videojuegos) en nuestro inconsciente colectivo. Este influjo se ha materializado en colectivos organizados que enarbolaron los colores de la bandera del sol naciente como propios. Entre los más antiguos se encuentra el Proyecto Sugoi, que data su primer número en el año 1997 y que nació como un “producto de la afición de un grupo de peruanos por el manga y el anime”, como afirman en su página oficial. A este devendrían proyectos universitarios, como Ukato no Sekai en la PUCP, el Centro Cultural de Anime y Manga en la UNI, y diversos colectivos en la UNMSM y la UNFV. Además, aparecieron diversos cineclubes dedicados a la difusión de productos audiovisuales nipones, entre los que resalta el Cineclub Pasajero con sus ciclos de terror y animación.
Todo esto dio un giro académico con la aparición del Círculo de Estudios Japoneses Tenjin, que centró sus investigaciones y ponencias en darle mayor profundidad teórica. Asimismo, en este último año, nació la comunidad Satori Talleres como un espacio intermedio entre la rigurosidad académica, y el espacio de compañerismo y colectividad. Esta asociación cultural promueve y difunde talleres gratuitos de historia, literatura y cine con un éxito rotundo en aulas universitarias y escolares, así como bibliotecas. Todo esto demuestra que hay un interés por parte del público general en no solo apreciar y consumir los productos japoneses, sino en encontrar y comprender las raíces de la cultura que marcaron su infancia y juventud.
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