Investigación PUCP: sobre los niveles de radón en Lima
El Grupo de Investigación Técnicas de Huellas Nucleares (GITHUNU) ha elaborado un estudio sobre los niveles de radón en nuestra ciudad, un elemento que puede causar serios problemas de salud si ingresa al organismo.
Texto:
Gabriela PérezFotografía:
Tatiana Gamarra
El radón (Rn) es un gas radioactivo incoloro que se forma naturalmente a través del decaimiento radioactivo de elementos como el uranio o el torio. Este emana del suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas alfa que, a largo plazo, pueden dañar el ADN al ser inhaladas por los seres vivos. Su grado de peligrosidad puede llegar a ser muy alto, pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Por esta razón, el Grupo de Investigación Técnicas de Huellas Nucleares (Githunu) de la PUCP decidió realizar un estudio sobre el tema en nuestro país.
“Nosotros estamos convencidos de que es muy importante monitorear el radón 222 por un tema de salud. Es algo que no se ha hecho antes en el Perú, e incluso son pocos los países en Latinoamérica que tienen estos estudios avanzados”, explica la Mg. Patrizia Pereyra, docente del Departamento de Ciencias y coordinadora del grupo.
El proyecto
La iniciativa para medir los niveles de radón en Lima, que desarrolló el Githunu, ganó un fondo del Programa Nacional de Innovación para la Competitividad y Productividad (Innóvate Perú) en el año 2015. La mecánica consistió en colocar la mayor cantidad de medidores posibles en el interior de las viviendas de nuestra capital, para lo cual realizaron una convocatoria pública de voluntarios para este proyecto. Los detectores eran unas pequeñas placas de nitrato de celulosa, un tipo de plástico, que debían colocarse en el ambiente menos ventilado del hogar por ocho semanas.
“Hemos tenido que desarrollar nuevos procedimientos para calibrar los detectores, al igual que proponer nuevos monitores de radón debido a las condiciones especiales que presenta la ciudad de Lima, como el alto nivel de humedad del clima y, en particular, el alto índice de luz ultravioleta. En definitiva tuvimos que adaptar el sistema para optimizar las técnicas de medición”, comenta el Dr. Daniel Palacios, docente del Departamento de Ciencias.
Los detectores fueron procesados en uno de los laboratorios de la Sección Física. En primer lugar, se realizó un lavado químico de impactos de partículas alfa sobre el detector (huellas latentes). La finalidad es agrandarlas, pues estas en sí son muy pequeñas e imposibles de ver en el microscopio óptico o en el dispositivo Politrack (sistema de lectura automatizado). Para adaptarlas a la máquina, la huella obtenida debía ser agrandada mediante un tratamiento químico. La Mg. Pereyra añadió que esta etapa de calibración y adaptación de los detectores se llevó a cabo por un grupo voluntario de alumnos de doctorado y maestría.
El porcentaje de retorno de los detectores fue bastante alto. Esto significa que los participantes se involucraron y se comprometieron de manera óptima en la realización del trabajo. La medición en sí se trataba de un proceso muy simple, pero implicaba responsabilidad y cuidado por parte de la persona que participaba como voluntario.
Resultados
Durante dos años, se pudo elaborar un mapa de radón de la ciudad con los datos recolectados en la etapa de medición. También se puedo identificar zonas en donde la concentración de este elemento era un poco superior al promedio. “El radón es un elemento que tiene mucha variabilidad en lo que refiere a su presencia, pues está sujeta a las condiciones climáticas y depende mucho de las características de ventilación que posea la vivienda en donde se realiza la medición. Hay tantos factores por considerar que el mapa es orientativo”, mencionó el Dr. Palacios.
Gracias al proyecto se realizaron, mediciones en sitios de trabajo común, como sótanos o estacionamientos, especialmente estacionamientos subterráneos de más de tres niveles. “Fue interesante poder detectar sitios en los que los materiales de construcción en contacto con el suelo influían en que exista una presencia un poco más alta de lo usual de este gas”, señala la Dra. María Elena López, docente del Departamento de Ciencias.
Los resultados finales del proyecto fueron positivos, ya que las mediciones indicaron que Lima y el Callao tienen una baja concentración de radón (ver mapa). “El promedio de radón es inferior a los 70 becquerel por metro cúbico (Bq/m3), que es bastante bajo. La norma nacional, señalada por el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), indica alarma cuando este se encuentra por encima de 200 becquerel por metro cúbico”, explica Pereyra.
Proyección
Si bien el alcance de la medición abarcó Lima Metropolitana y el Callao, el grupo se ha propuesto refinarlo, pues en algunos distritos no se ha alcanzado una tasa de medición satisfactoria por falta de voluntarios. “Aunque el proyecto ha terminado, como grupo de investigación, debemos seguir trabajando en eso. Por lo que aún nos encontramos realizando mediciones y solicitando voluntarios”, comentó la Mg. Pereyra.
Este proyecto de mapeo de radón ha sido copartícipe de un estudio a mayor escala, organizado por el IPEN, con la finalidad de elaborar el mapa del radón en el ámbito nacional. Esta iniciativa ha sido presentada ante la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU. “Es importante que se tome en cuenta el alcance del proyecto. A lo largo de nuestro país, se pueden encontrar lugares con mayor vulnerabilidad a la contaminación por la presencia de industrias minerales y de construcción. El monitoreo constante es clave para detectar anomalías y contrarrestar los posibles daños futuros a la salud de las personas”, indica la Dra. López.
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