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Noticia

Cómo educar sin recurrir al maltrato infantil

Según estadísticas de los Centros de Emergencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), durante el 2014 se registraron 4,603 denuncias de violencia física y 6,494 de violencia psicológica contra menores de edad (0-17 años) a nivel nacional. En las últimas semanas, el maltrato de un niño por parte de su padrastro, hecho que ocurrió en plena vía pública, trajo este tema a flote y nos hizo recordar que hay muchos casos más que desconocemos porque nadie pudo registrar o denunciar en su momento.

  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Mario Lack
  • Fotografía:
    Roberto Rojas

Parecía un almuerzo familiar típico de verano. Una madre, dos hijos y un padrastro reunidos alrededor de la mesa de un chifa sanisidrino. El padrastro, ante el mal comportamiento de uno de los niños, lo lleva fuera del local y –según testigos- golpea su cabeza contra el asiento del piloto reiteradamente. Ante el reclamo de los presentes, Luis deja el lugar mientras el niño, sentado en el asiento trasero, alza su cabeza para detener el hilo de sangre que fluye de su nariz.

Recientemente también se ha conocido otro caso, esta vez en Ica, donde una señora propina más de un golpe a una niña cuyo llanto resulta conmovedor.

En ambos casos, un teléfono móvil registra los incidentes. En el primero, el agresor fue detenido, denunciado por la Fiscalía y sentenciado a pasar nueve meses de prisión preventiva en el penal Miguel Castro Castro mientras se investigue el caso. La pena que le podrían otorgar sería entre 3 y 10 años en la cárcel.

Educando a golpes

«El castigo físico es contraproducente en el desarrollo de un niño. Ni siquiera se podría considerar como una última alternativa para ejercer la disciplina”, afirma categóricamente la Dra. Pierina Traverso, docente del Departamento de Psicología de la PUCP. “El maltrato físico en sí mismo es una conducta que vulnera el desarrollo socioemocional del niño. Se supone que los padres deberían brindarle seguridad pero si en vez de protegerlo le generan temor, ¿cómo va a confiar en los demás?”, opina la Dra. Magaly Nóblega, profesora del mismo Departamento.

Nóblega resalta que alrededor del maltrato infantil hay circunstancias personales, sociales y culturales que complejizan el tratamiento del tema. En este marco, tenemos a padres autoritarios, verticales, que no escuchan la opinión de sus hijos y que legitiman el uso de esta violencia. Como consecuencia, el niño se sentirá inseguro, tendrá pobres relaciones interpersonales, su desarrollo se verá vulnerado y su rendimiento escolar, afectado.

Cómo notar los signos de la violencia psicológica

“Hay padres que crean miedo”, afirma Traverso. Para ella, la violencia psicológica incluye insultos y desvalorizaciones sistemáticas dirigidas contra un niño. Expresiones como: “Eres un malcriado”, “Me das vergüenza”, “No sirves para nada” y amenazas con lenguaje agresivo como: “¡Si te sigues portando mal, te reviento!” lastiman más que una cachetada. Por su parte, Nóblega añade que exponer a un niño a las peleas que sostienen sus padres también es una forma de violencia psicológica porque no se le protege del ambiente hostil que lo rodea.

Pese a que las lesiones que provoca la violencia psicológica no son tan visibles como un moretón, Nóblega señala que sí hay señales a considerar: “Cuando un niño cambia su conducta es porque algo le está pasando. Un niño maltratado se aísla progresivamente de sus padres y de sus pares,  siente excesiva ansiedad y nerviosismo, se “enferma” sin causa física evidente, o por el contrario, se vuelve más agresivo”.

Padres maltratadores (y cómplices)

Pero, ¿qué lleva a un padre o madre a lastimar a su hijo? Ambas especialistas concuerdan en precisar que si bien puede haber una mayor probabilidad que los agresores infantiles hayan sido maltratados de niños, no es el único factor determinante de su conducta. También hay que considerar otros como elevados niveles de estrés, falta de recursos emocionales, problemas maritales, psicopatologías, adicciones, etc.

Nóblega precisa que el castigo ocurre cuanto el padre o la madre siente que el niño está trasgrediendo el principio de autoridad y lo toma como una cuestión personal (“¡Tú vas a hacer lo que yo diga!”, “¡Me tienes que hacer caso!”), cuando en realidad el menor está probando qué puede hacer y qué no. “Los padres no quieren pegar a su hijos pero no manejan otras estrategias que permitan una relación más cálida y sensible”, señala.

“Una vez tuve una paciente que me decía: “Yo prefiero que mi mamá me pegue a estar sola”. Y es que a veces el único tipo de vínculo que tiene un niño con sus padres es a través del castigo físico por lo que, inconscientemente, busca ser pegado”, recuerda Traverso.

Las cámaras de seguridad del chifa muestran a la madre impasible e indiferente ante el maltrato de sus hijos. Días después, minimizó el hecho como “un simple incidente” y acusó a la prensa de hacer “puro sensacionalismo”. En las redes sociales, no faltaron comentarios tachándola de mala madre, con gruesos adjetivos. Noblega considera que la opinión pública ha sido injusta con ella: “Su actitud podría revelar cuál es la situación de poder al interior de la pareja, así como una naturalización de la violencia y un estado de impotencia y frustración. Probablemente, ella también sea víctima de una violencia mucho mayor que la coloca en esta posición y por lo tanto, no se puede decir que sea una mala madre”.

Disciplina adecuada

Traverso comenta que el castigo debe ser proporcional a la falta, inmediato y efectivo. “Si hay que ejercer la disciplina, puede darse una reprimenda: recortar las salidas o prohibir aquello que les gusta. Los padres tienen que aprender a comunicarse con sus hijos sobre las consecuencias que traen sus actos”.

Nóblega aconseja que, ante un berrinche público, el padre le diga al niño, con voz calmada y sin desesperarse, que entiende su molestia y que conversarán una vez se calme. “El niño necesita normas y límites que regulen sus estados emocionales. Además, es inteligente: si le demuestro que hablando puede conseguir algo, en vez de hacer escándalos, incorporará el diálogo como estrategia”.

Consejos para una buena crianza

  • Establece una buena relación con tus hijos. Sé la persona que él o ella necesita en sus momentos felices y tristes.
  • Aprende a leer sus señales, sus gestos, sus silencios, que dicen más que sus palabras.
  • No solo llames su atención cuando se pone maleducado. También elógialo cuando se porte bien.
  • Cada niño es un mundo. Acepta sus individualidades y no esperes que actúe igual que su hermano mayor o su primo ejemplar.
  • Antes de cuestionar la conducta del menor, evalúa qué está ocurriendo en el entorno familiar. Muchas veces, el niño reproduce el comportamiento que ve en casa.

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