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Noticia

Arte como herramienta para la memoria

El director y profesor de teatro explica la importancia de las representaciones artísticas para alimentar la memoria y que esta sirva como motor para intervenir en la sociedad. Benza es magíster en Teatro por la Universidad de Estado de Santa Catarina (UDESC) y licenciado en Artes Escénicas de la PUCP.

Mantener presente algo en la memoria permanente, a diferencia de recordar, implica que el hecho o pensamiento nunca fue olvidado. El arte es un medio para traer de vuelta esa memoria histórica y para hacernos sentir emociones que el conocimiento meramente racional no logra. La educación tradicional, en general, se mantiene como un espacio para que las personas adquieran conocimientos que les sirvan para el mercado, así deja de lado la educación sensorial y la emocional que son las que finalmente alimentan el pensamiento abstracto.

“El arte trae una memoria que no solo contiene datos de algo que ha pasado, sino que captura emociones”, señala Rodrigo Benza. La importancia del arte y su relación con la memoria no recae en sí misma, sino que, al producir una sensación en las personas, debe servir para que estas intenten cambiar algo en la sociedad.

El arte, además, es un gran generador de emociones. El docente indica que “busca generar experiencias concretas en el contacto con el público o con el espectador”. Esto ocurre, por ejemplo, al ver algún producto artístico de la guerra con Chile, este puede hacer que una persona, incluso si no vivió el acontecimiento, entre en contacto con ese momento, aunque no necesariamente con el dato exacto, que es más propio de la razón.

Según el famoso dramaturgo Bertolt Brecht, la primera función del teatro es entretener. No obstante, a pesar de buscar un entretenimiento complejo, Brecht hacía que este apunte a la razón y no tanto a las emociones. A pesar de su intención, quienes vieron sus montajes aseguraron que estos eran absolutamente emocionantes. Al respecto, Benza, quien en el 2009 creó la obra de teatro documental Proyecto Empleadas (ganadora del premio Iberescena), asegura que “el arte, por más racional que quiera ser, siempre va a apelar a emociones”.

La emoción es la que nos hace tomar decisiones y actuar de formas que la razón nunca podrá conseguir. Además de esto, el arte también es un gran productor de símbolos, que son formas de expresión cultural y las culturas los necesitan para cohesionarse y expresarse. Ejemplo de esto son las expresiones del arte callejero, incluidos el rap y hip-hop.

Los símbolos sirven también para imprimir en algo un sentimiento de pertenencia. Así, al entrar en contacto con uno de ellos, el espectador se siente parte de algo más grande. Tomando en cuenta los símbolos y su implicancia, muchos grupos teatrales de la periferia, desarrollan su trabajo partiendo de la memoria de sus padres que han sido migrantes andinos. Grupos como Vichama, Huaytay y La Gran Marcha de los Muñecones tienen impregnado en su estilo una memoria de migración de los andes.

A pesar de que el fenómeno de migración andina en Lima inicio hace muchos años estas representaciones artísticas no pierden vigencia. Lo mismo pasa con obras teatrales como las que desarrolla Yuyachkani, que parten de una memoria del pasado como “Adiós Ayacucho” (basada en la novela de Julio Ortega) que cuenta la historia de un hombre desaparecido por los militares durante el conflicto armado interno, quien ya muerto viaja a Lima en búsqueda de su cuerpo. Otro ejemplo es la acción artística llamada “Rosa Cuchillo” de Ana Correo que representa a una mamá que busca a su hijo, incluso después de morir. También está la obra “Antígona”, basada en una tragedia griega, que cuenta lo que pasa una mujer que quiere enterar a su hermano.

Si bien ha pasado tiempo desde que estas obras se escribieron siguen produciendo emociones porque, asegura el director del proyecto escénico “Ausentes”, “los problemas que representan, infelizmente aún persisten”. Para comprobarlo solo basta con determinar, por ejemplo, la cantidad de madres que aún no encuentran los cuerpos de sus hijos. Estas producciones artísticas nos hacen entrar en contacto con una memoria que cuestiona pero que a través de la emoción nos interpela hoy preguntándonos qué hemos hecho para que todo esto cambie.

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