Venezuela en la cuerda floja
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Oscar Vidarte
Docente del Departamento de Ciencias Sociales
Venezuela está caminando hacia un resultado demasiado riesgoso. Frente a la intransigencia y autoritarismo mostrado por el gobierno de Nicolás Maduro, la ruta optada por la oposición puede conducir a un escenario de violencia con consecuencias que pueden ser lamentables.
Quebrar la lealtad de las Fuerzas Armadas venezolanas al presidente Maduro resulta, para la oposición y parte de la comunidad internacional, el principal reto. No obstante, debilitar el principal soporte del régimen promoviendo levantamientos armados o haciendo que la población se manifieste al frente de los cuarteles, puede terminar muy mal. Y, aunque no parece ser la opción a utilizar por EEUU, la permanente amenaza del uso de la fuerza por parte de la potencia mundial complica aún más la situación.
En otras palabras, o se rompe la unidad de la alianza de poder chavista obligando a Maduro a dejar el poder, o un gobierno cada vez más arrinconado se defiende utilizando los principales mecanismos de defensa con los que cuenta, el apoyo de los militares y los grupos civiles armados fieles al chavismo.
En la práctica, existen una serie de canales de diálogo informales entre todas las partes con interés en el futuro de Venezuela. La idea sería institucionalizarlos en aras de llevar a cabo una transición pacífica, en la cual sean los venezolanos los que decidan su futuro».
Más allá de que los sucesos de los últimos días puedan ser considerados como parte de un golpe de Estado o un levantamiento contra un régimen opresor, lo cierto es que Venezuela podría estar ingresando a una dinámica muy peligrosa. Pero, ¿se puede hacer algo distinto?
El Grupo de Contacto, conformado por países europeos (entre ellos Francia, Alemania y Reino Unido) así como Costa Rica, Uruguay, Ecuador y Bolivia, promueve una salida pacífica. Sin embargo, considerando los intentos fallidos de diálogo del pasado, esta nueva oportunidad estaría supeditada a la convocatoria de elecciones libres y creíbles, y al respeto a la división de poderes. No parece una mala idea.
Por su parte, el Grupo de Lima, mucho más cercano a la estrategia que lleva a cabo la oposición venezolana, tiene como primera exigencia la salida de Maduro del poder. Sin embargo, frente al devenir de los acontecimientos y el excesivo (y peligroso) protagonismo que está teniendo EE.UU., parece querer promover un acercamiento con el Grupo de Contacto, así como con aquellos países que se ubican más cercanos al régimen chavista, como Cuba, Turquía y Rusia.
Y es que no resulta increíble creer que, en la práctica, existen una serie de canales de diálogo informales entre todas las partes con interés en el futuro de Venezuela. El mismo Juan Guaidó se reunió con altos mandos del gobierno, mientras que EE.UU. ha confirmado contactos con las Fuerzas Armadas venezolanas.
Por ello, la idea sería institucionalizar estos canales en aras de llevar a cabo una transición pacífica, en la cual sean los venezolanos los que decidan su futuro. Lamentablemente, la oposición venezolana, apoyada por EEUU, parece preferir un camino en el que, sin estar ausente de diálogo, predomina el enfrentamiento.
No cabe duda de que el principal responsable de todo lo que viene sucediendo en Venezuela es el gobierno de Maduro, pero tampoco podemos olvidar que una parte de la oposición (que nunca quiso el diálogo y que hoy ejerce liderazgo) y países como EE.UU. (además de algunos que son parte del Grupo de Lima) podrían resultar responsables de lo que puede suceder en el país caribeño. La experiencia del 2017 se puede volver a repetir en mayor magnitud.
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