Entré a PuntoEdu en 2012, convocado por Diego Avendaño, y me quedé hasta 2019. Fueron siete años fundamentales para mi formación profesional y personal. PuntoEdu me permitió reconectarme con la universidad, conocer a gente maravillosa y descubrir que otro tipo de periodismo era posible: uno de servicio, con enfoque constructivo y libre de la presión por la audiencia. Era un espacio donde los especialistas de la PUCP nos ayudaban a analizar los problemas de la actualidad con rigor y profundidad.
Gracias a PuntoEdu también inicié un camino que jamás imaginé: convertirme en profesor e investigador. Allí retomé mi tesis, participé en un concurso y, poco a poco, me acerqué a la docencia. Ese proceso me llevó a entender que enseñar e investigar podían ser también parte de mi vocación.
El trabajo en equipo fue otra gran escuela. Redactores, fotógrafos, diseñadores, videastas y correctores aportaban a cada proyecto, demostrando que el periodismo universitario era, sobre todo, un esfuerzo colectivo.
Recuerdo entrevistas inolvidables: a astronautas, premios Nobel y escritores como César Aira o Rosa Montero. Cada cobertura fue distinta y enriquecedora. PuntoEdu fue, y sigue siendo, un espacio de libertad, creatividad y comunidad que agradezco profundamente.
