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Noticia

Objetivos del Desarrollo Sostenible: retos a la vista

En septiembre de este año, la comunidad internacional adoptó los Objetivos del Desarrollo Sostenible como propuesta de agenda de trabajo hacia el 2030. Profesores de la PUCP analizan los principales desafíos que enfrentará nuestro país para implementarlos.

  • Texto:
    Israel Guzmán

Establecidos en el 2000 por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) focalizaron la agenda de trabajo y cooperación internacional en alcanzar ocho metas con miras al 2015, relacionadas, en su mayoría, con la lucha contra la pobreza. Cumplido el plazo, la ONU resalta que, gracias a ellos, se han producido verdaderos cambios. La meta hoy es más ambiciosa, pues, en septiembre, se acordó trabajar sobre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), con diecisiete temas que apuntan a “asegurar una vida con dignidad”. En total, suman 169 metas –los ODM tenían solo 21–, cuyos indicadores de seguimiento serían aprobados recién en abril del próximo año. En este informe, nos centramos en los avances y retos sobre las áreas en que se ha focalizado el trabajo en nuestro país.

El desafío de la desigualdad

“Los ODM llamaron la atención a la comunidad global sobre aspectos que no se nos pueden pasar de vista de ninguna manera”, destaca la Mg. Norma Correa, docente del Departamento de Ciencias Sociales. Tanto en los ODM como en los ODS, la lucha contra la pobreza es un tema prioritario. El Tercer Informe Nacional de Cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en septiembre del 2013, destaca que en 1991 “el 54.4% de peruanas y peruanos vivía en condiciones de pobreza y el 23% en pobreza extrema, mientras que las proporciones llegaron a 25.8% y 6%, respectivamente, en el 2012”.

“La reducción de pobreza y el avance en indicadores sociales se explica por los efectos positivos del crecimiento económico en la generación de empleo y mejora de ingresos; y también por el rol que han tenido los programas de atención social más focalizados”, considera Correa.

En abril de este año, la investigadora participó en una consulta a cuarenta especialistas de Latinoamérica, organizada por el Sheffield Institute for International Development (University of Sheffield – Reino Unido), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y el Sistema de las Naciones Unidas en Ecuador, que planteó una mirada regional, desagregada y crítica a la agenda pos-2015. “Hubo una preocupación general por renovar el paquete de programas sociales: primero, por fomentar el tránsito a esquemas generadores de oportunidades de generación de ingresos autónomos; pero también por incorporar una preocupación por el género, que la política social no hable solo a las mujeres como madres, sino a la familia y a los varones como agentes de cambio”, indica.

Correa destaca que los ODS no solo atacan la pobreza y el hambre, sino que ahora explicitan la lucha contra las desigualdades. “Esto va a requerir una mirada del desarrollo más multidimensional y completa, mezclando lo social, económico, ambiental y cultural”, indica la especialista, quien resalta el interés del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social por implementar una medición multidimensional de la pobreza. “La tarea ahora es compartida por el Estado, la academia y la sociedad civil. Hay que entender cómo funciona un fenómeno para definir sus retos”, concluye.

Educación para todos

El segundo objetivo señalado por los ODM era lograr la enseñanza primaria universal. Para el Dr. Luis Sime, docente del Departamento de Educación, es un objetivo cumplido, aunque de manera tardía, si comparamos nuestra situación con otros países de la región. Según las cifras agrupadas por el PNUD, al 2012, el Perú registró una tasa de matrícula de 96% de niñas y niños que cursaban la educación primaria con la edad requerida –de 6 a 11 años–, a diferencia del 91.5% registrada en el 2002. “Esta es una tendencia importante que legitima la educación escolar como un derecho y un deber”, resalta. En su opinión, este proceso le debe mucho al paso por la escuela, en distintos niveles, de quienes hoy son padres. “La universalización de la educación primaria muestra esa continuidad generacional: padres con educación primaria culminada y con secundaria, por lo menos, avanzada, tienen hijos con esa misma lógica”, indica.

“Se ha ido consolidando la idea de la relación entre educación y desarrollo de país”, recalca también Sime. Es así que el Estado se ha preocupado por construir más escuelas y colocar maestros, a la vez que el impulso de programas sociales, como Juntos –que condiciona el apoyo económico a la asistencia escolar de los niños de las familias beneficiarias–, aporta también a la mayor asistencia escolar.

El ODS 4 apunta ahora a una educación inclusiva, equitativa y de calidad. “Con la primaria ya universal, el foco está en la educación inicial y secundaria”, señala. El PNUD registra un salto de 53.5% a 74.6%, entre 2001 y 2012, en la asistencia de niños a la educación inicial. “Otro de los principales retos sigue siendo llegar a sectores rurales y consolidar la educación intercultural bilingüe”, apunta.

Sime destaca, además, el aumento de inversión en relación con el PBI hecho este año, de 3% a 3.5%, e indica que será necesario mantener ese crecimiento para afianzarnos en la carrera de los ODS. Añade que entre el 2000 y 2014 hemos tenido diez ministros, mientras que Colombia ha tenido solo cuatro, y México y Brasil, cinco. “Cada cambio acarrea siempre demoras en el avance”, advierte.

Políticas ambientales

Para la Dra. Ana Sabogal, docente del Departamento de Humanidades y coordinadora del Grupo de Bosques y Reforestación del INTE-PUCP, la cantidad de ODS y la imprecisión de algunos podría dificultar su cumplimiento. “Tiene que haber un trabajo muy detallado para identificar qué ministerios e instituciones van a encargarse de cumplir o impulsar qué puntos”, indica.

Ya en los ODM, el punto siete planteó la tarea de “garantizar la sostenibilidad ambiental”. En ese sentido, la especialista destaca el trabajo realizado con miras a la COP21 y la seriedad con que el gobierno ha trabajado su contribución al cambio climático. “Además, desde el 2012 trabaja la implementación del Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC), para que la industria declare la contaminación y las emisiones a través de fuentes del Estado”, indica. “Se ha avanzado bastante en temas de áreas protegidas y ciclos de vida, que analizan el proceso de producción de cualquier recurso natural. También en la agenda económica con relación al bosque, contabilización y servicios ecosistémicos –todo aquel servicio que presta el aire, agua o suelo y su biodiversidad–“, señala.

Sin embargo, los ODS plantean nuevas metas, y Sabogal resalta que su sostenibilidad implica el desarrollo conjunto de los aspectos económicos, ambiental y social.

En relación con el ODS 15, señala que “la política actual del gobierno no está considerando las reservas de la biosfera como prioritarias. Se trabaja de manera parcial y tiene que actualizarse en temas de corredores ecológicos, de conjunto y sobreposición de ecosistemas para que realmente pueda haber conservación”.

“En el informe 2015 de la FAO se menciona que las deficiencias del país, en cuanto al tema de bosques, está principalmente en la falta de datos de calidad del bosque. Tenemos mucha tala selectiva que selecciona las especies maderables de alto valor, cuyo daño al medioambiente no se detecta, necesariamente, con sobrevuelos”, añade. Esto se suma a que, como casi no reforestamos, nuestros bosques se van reduciendo a un ritmo sostenido. “Nuestro territorio tiene alrededor del 57% de bosques.

Pensar que este se va a conservar con un mínimo de inversión, pública o privada, es irreal”, concluye.

Energía verde

El ODS 5 apunta a garantizar energía sostenible para todos. “Con la tecnología actual, se puede tener electricidad de energías renovables en cualquier punto del Perú”, indica el Mg. Miguel Hadzich, docente del Departamento de Ingeniería y coordinador del Grupo de Apoyo al Sector Rural (Grupo PUCP). “Aunque a nivel macro estamos asegurados, a niveles micro estamos muy lejos de cubrir demandas de energía porque es difícil llevar electricidad o gas a pueblitos muy alejados”, señala.

Según el último reporte mensual del Ministerio de Energía y Minas (MEM), de agosto de este año, el 54% de la electricidad consumida ese mes se generó en centrales térmicas que funcionan con gas natural. “Estamos quemando gas y, aunque contamine mucho menos que el petróleo o la gasolina, no es nada ecológico. No es una energía verde”, advierte el docente. La buena noticia es que el 44.6% de electricidad provino de energía hidráulica. “Aunque las grandes centrales no se consideran, oficialmente, como energías renovables, para fines prácticos sí lo son”, dice.

Aun así, una de las principales metas del ODS 5 es “aumentar sustancialmente el porcentaje de la energía renovable en el conjunto de fuentes de energía”. El MEM apuntaba a que estas –que hoy representan menos del 1.4%– alcancen el 20% al 2020, indica Hadzich. “Sería más probable que lleguemos si no hubiésemos encontrado el gas, pero su bajo precio resta estímulo a la inversión”,
dice el experto.

Aunque el PNUD destaca que el uso de combustibles sólidos cayó de 29.3%, en el 2001, a 8%, en el 2011, Hadzich mira esta cifra con escepticismo: “En las zonas rurales la cosa ha cambiado muy poco, se sigue usando leña y bosta porque es mucho más barato, les calienta la casa y están acostumbrados a eso. Puede que la estadística refleje la migración que se mantiene del campo a la ciudad”, indica. Aun así, destaca la licitación ya suscrita por el MEM –en mayo de este año– para instalar 150 mil paneles solares en localidades que no cuentan con redes tradicionales de electricidad.

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