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Noticia

La PUCP en el pulmón verde de Tambopata

  • Texto:
    Diego Grimaldo

Para entender la importancia de cuidar y estudiar los bosques tropicales de la Amazonía basta con saber que estos almacenan el 40% del carbono que reside en la vegetación de la Tierra, lo que significa que alguna alteración en su funcionamiento o estructura podría llegar a tener consecuencias funestas para la biodiversidad, el cambio climático y, por qué no, en la conservación de la vida en el planeta.

La Reserva Nacional Tambopata, ubicada en el departamento de Madre de Dios, es uno de los lugares más atractivos y ricos en flora y fauna del mundo. Allí, un grupo de especialistas de diferentes instituciones impulsó la construcción de una torre de monitoreo de gases de efecto invernadero: la Católica, a través del  Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables (INTE-PUCP), y el consorcio  RAINFOR, se unieron con NERC, SAGES y AIDER con la intención de conocer cómo interactúan los bosques y cómo estos intercambian energía con la atmósfera.

Biodiversidad y conservación

Gracias a las gestiones y buenas relaciones del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA-PUCP), a fines del 2004, nuestra Universidad firmó, con la empresa Peruvian Safari, un convenio mediante el cual esta dio en concesión a la Católica, por un lapso de 99 años, un terreno de 60 hectáreas ubicado en la confluencia de los ríos Tambopata y La Torre, dentro de la Reserva Nacional Tambopata. Como parte del trato, la PUCP se comprometió a instalar en la zona una estación permanente y bien equipada, la cual terminó de construirse en el 2005 y empezó a utilizarse para estudios biológicos y ambientales en el 2007.

Mediante el Proyecto Tambopata, hoy en manos de INTE-PUCP, y su asociación con AIDER, administradora de la reserva, nuestra Universidad ha efectuado una labor a la medida, principalmente como socia estratégica de la cooperación científica y económica internacional destinadas a la investigación, protección y desarrollo armonioso de la zona protegida, el parque y sus lugares de amortiguamiento.

La Torre en La Torre

Particular el caso de la torre, construida en la zona La Torre, y aledaña al río del mismo nombre: con una altura de poco más de 42 metros, es utilizada para captar emisiones de metano, dióxido de carbono, flujos de humedad, además de la velocidad del viento y los niveles de radiación solar, todo con un fin, como explica Eric Cosio, coordinador del Proyecto Tambopata: ?La Tierra ha pasado por varios ciclos en el pasado geológico que implicaron cambios dramáticos de temperatura, lo cual fue causado por una rápida subida de gases (de efecto) invernadero después de un rearreglo climático global. Al monitorear los bosques sabremos qué cambios se dan en ellos. Según el tipo de vegetación, el carbono cicla más rápido o más lentamente, aunque en realidad no se conoce casi nada sobre esta dinámica y se está haciendo un esfuerzo mundial para entender cómo es que funciona esto?.

Según detalla Eliana Esparza, coordinadora de apoyo logístico del Proyecto Tambopata, la riqueza de la zona y sus condiciones ambientales la hacen un territorio propicio para realizar investigaciones. «El lugar es una joya, es espectacular. En un solo árbol se han encontrado más tipos de hormigas que las que hay en Inglaterra. Además, las personas que estudian dinámicas del carbono pueden obtener datos distintos en un área relativamente próxima: solo en la zona cercana a Explorer’s Inn (el albergue de Peruvian Safari) hay más de nueve tipos distintos de bosque», asegura.

«Vamos a ser pioneros en el país. La labor que estamos realizando no se ha hecho antes, lo que seguramente nos abrirá las puertas de otras redes y grupos de trabajo», comenta Norma Salinas, docente de la Universidad San Antonio de Abad y parte del consorcio Rainfor. «Las investigaciones ayudarán a conocer cuál es el ambiente en el que se desenvuelve el área protegida para poder entenderla y conservarla», añade por su parte Deyvis Huamán, biólogo de AIDER.

Tras su construcción, la torre se ha convertido en la primera en su tipo en el ámbito latinoamericano, al tratarse de una estructura autosostenida, que no requiere de tensores para mantenerse erguida. Finalmente, es como afirma Fabián Limonchi, investigador PUCP que forma parte del equipo de la Universidad que implementa, a su vez, un proyecto sobre medición de gases orgánicos volátiles financiado por la Católica mediante la Dirección de Gestión de la Investigación: ?Se empezarán a recibir datos de aquí hasta en cinco años sobre el monitoreo, porque la idea es comparar resultados a largo plazo?. Mientras tanto, el bosque respira.

Fotogragía: Gisella San Miguel y Fabián Limonchi

  • Mira el informe completo en el Neo

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