“Siempre me ha gustado el baile, desde niña. Afortunadamente en mi colegio abrieron talleres de marinera luego de las clases y desde ahí me encantó. Supe que era lo mío”. Para Gisela tan importante como tener ritmo y afinidad musical lo es tener disciplina. “Hay personas que se demoran un poco más en aprender los pasos, pero con la constancia uno puede superarse”, comenta.

Estudió ingeniería industrial en la PUCP desde el 2005 hasta el 2010, intercalando su pasión por el baile con las clases de la facultad. “En ese tiempo hacía presentaciones y muchas veces mi último baile era a las 2 de la madrugada. Era un ritmo muy desgastante porque al día siguiente tenía que estar en clases nuevamente”, recuerda. Sin embargo, dice que su carrera en nuestra Universidad le ha servido en relación a los niveles de atención, disciplina, puntualidad y organización.

Gisela dice que la marinea norteña posee un sentimiento especial. “La marinera posee mensaje, garra y pasión, además de ser un baile en constante evolución”, menciona. Gracias al concurso, Gisela tiene el compromiso de ser una promotora del baile este año. Junto a su pareja, Cali Páez, deberán participar de concursos nacionales e internacionales; así como colaborar con la difusión en colegios y universidades.

Sobre por qué considera que el jurado eligió a su pareja como ganadora, Gisela cree que fue porque optaron por bailar libre. “Actualmente la marinera se está bailando con mucha coreografía. Hay mucha estructura y con ello se pierde el mensaje y se piensa más mecánicamente. Nosotros quisimos romper con todo esto. Lo nuestro fue un homenaje a la forma antigua de bailar, con pasión, cero coreografía y centrados en el mensaje”.

Gisela dice que si tuviera que elegir una marinera para bailar, esta sería“Batuta y gloria. “Es un tema con mucho sentimiento y también alegre”.