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Noticia

El arqueólogo infatigable

Nuestro reconocido arqueólogo, docente e investigador fue distinguido como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura. Con ustedes, el Dr. Makowski.

Cuando está sentado, su casi metro noventa de estatura pasa desapercibido. En su escritorio, una ensalada de frutas hace las veces de almuerzo. Esta tarde, el profesor Krzysztof Makowski no ha podido comer lo que tenía en mente: un sudado de pescado, uno de sus platos peruanos favoritos. No ha habido tiempo para darse ese gusto, son días de intenso trabajo.

A sus 62 años, el Dr. Makowski, docente de nuestro Departamento de Humanidades, parece tener la fuerza e ímpetu de un joven de diecisiete. Acaba de llegar de Austin, Texas (EE.UU.), donde se realizó el congreso anual de la Society for American Archaeology, de la que él forma parte desde hace más de diez años. Dos semanas antes, en el marco de las celebraciones por el Día del Arqueólogo (11 de abril), fue distinguido como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura.

Juventud en Polonia

Pese a toda esta actividad, sumada a las clases que debe preparar y dictar, el Dr. Makowski se da un tiempo para conversar en su oficina. Este polaco, que llegó al Perú en 1982 y que ha formado a varias generaciones de arqueólogos, no siempre tuvo el entusiasmo que hoy lo caracteriza. Padeció en su natal Varsovia los estragos y la persecución de un sistema político totalitario, que lo llevó a salir de su país para buscar seguridad y un mejor horizonte para él y su esposa.

Ambos –ella, una peruana a la que conoció durante su paso por la Cité internationale universitaire de París (Francia)– vinieron al Perú. “La situación política se complicó en Polonia. Me dijeron que, si podía irme, que me fuera. Era una especie de mecanismo de defensa hacia la juventud, luego de la experiencia de ocupación nazi”, recuerda el arqueólogo, como si los eventos hubiesen ocurrido ayer. Makowski tiene la memoria fresca, casi intacta.

Cuando era aún un adolescente, se acercó al mundo de las letras gracias a su madre, una mujer culta que había estudiado filología y que se desempeñaba como directora de las adaptaciones de obras literarias en la radio polaca. Adquirió rápidamente un hábito de lectura que aún hoy, en estos días atareados y fugaces, mantiene con placer. Cuando cumplió los diecisiete años ingresó a la Universidad de Varsovia (Polonia). Desde sus primeras lecturas, supo que la arqueología era lo suyo. Le atraía también la historia medieval, pero decidió estudiar arqueología comparada y mediterránea. Pocos años después, obtuvo el título de doctor en Ciencias Históricas.

Una vida en la PUCP

Al Perú llegó ya hecho un arqueólogo consumado. Había participado en diversas excavaciones y ejercido la docencia, y sumaba todas las aptitudes y el conocimiento necesario para poder formar parte de la familia PUCP. Fue entonces cuando, en 1983, lo invitaron a participar en la fundación de la Especialidad de Arqueología de nuestra Universidad. “Querían una especialidad interdisciplinaria. Yo les dije: si la arqueología no es interdisciplinaria, no es nada”, señala.

Desde entonces, ha ocupado diversos cargos, entre los que se puede destacar: jefe del Departamento de Humanidades (2000-2005), decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (2005-2011) y cofundador del Programa de Estudios Andinos de la PUCP. Su tarea como docente nunca se ha detenido, como tampoco la gran cantidad de proyectos arqueológicos que ha dirigido con notables resultados científicos (ver recuadro).

Tiene dos hijos: Gabriel y Sandro, ninguno es arqueólogo.

Mira el video sobre el hallazgo wari en Huarmey que publicamos en el 2013.

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