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Noticia

Un recorrido del autorretrato al selfie

El autorretrato se puede encontrar en diversas épocas, pero por qué tenemos tanta fascinación por retratarnos a nosotros mismos. La doctora Cécile Michaud, directora de la Maestría de Historia del Arte y Curaduría, nos da algunos ejemplos emblemáticos de este género artístico a lo largo de la historia para ver cómo ha evolucionado en diferentes épocas.

  • Texto:
    Susana Navarro

Desde los tiempos de las civilizaciones antiguas, el ser humano ha sentido la necesidad de retratarse por diversas razones, religiosas, espirituales, históricas o sociales. Aquí mencionaremos algunos ejemplos de cómo ha ido cambiando las necesidades por las que el ser humano ha decidido retratarse ya sea mediante la pintura o la fotografía.

A través de la historia

Si bien en la época de los antiguos griegos o romanos, no se puede hablar propiamente del autorretrato, la profesora Michaud menciona que existen diversas piezas que pueden entrar en esta categoría como son los retratos de El Fayum que son un conjunto de pinturas en madera con la técnica de la encáustica con gran calidad técnica. Si bien estos no fueron pintados por la persona misma, denotan la intención del encargante por tener un retrato de uno mismo. “Estos son una proyección de la idea egipcia y buscaban que este rostro siga portando vida de alguna manera y acompañe al cuerpo para su viaje al más allá”.

Ya en el medioevo, la historiadora menciona que hacia el gótico-tardío se puede encontrar casos como el de Nikolaus Gerhaert, que demuestra una corriente que empezaba a asomarse y donde el arquitecto o escultor se autorrepresenta mediante la escultura de un busto para estar colocada en el muro de una iglesia. Esto era algo que no se estilaba, ya que generalmente el arquitecto firmaba con una especie de logo. “El autorretrato en medioevo es algo muy discreto y puntual, a veces se representaban con un martillo o algún instrumento que indicaba su oficio, es recién en el renacimiento que se impulsa el tema del individuo como tal”, explica Michaud.

Es en el renacimiento que encontramos cómo el retrato de los pintores se asoman en algunas de sus propias piezas, tal es el caso de Rafael en La Escuela de Atenas, en el que se le puede ver medio escondido entre los diversos rostros representados, la profesora menciona que es en esta época en la que el autorretrato se vuelve un género clave para entender cómo es que el artista se veía a sí mismo, dejando de ser un artesano, y así reivindica su estatus y su arte poniéndolo a la altura de la poesía, música y ciencia, lo mismo que sucede con Velásquez en el cuadro de Las Meninas, donde se le puede ver portando la Cruz de Santiago.

Pero es en el caso de los autorretratos de Rembrandt, Durero, Van Gogh o incluso Picasso, por solo nombrar algunos, en que vemos no solo un análisis formal de su propia técnica y estilo, sino una búsqueda por reinventar el arte. “Se puede pensar que se haya dado el caso de que uno mismo sea un modelo ‘más barato’ para representar, pero no se puede negar que estos artistas tuvieron una exploración de su rostro, de su estado de ánimo, su sentir, es una especie de catarsis a la vez que una exploración formal, es una reflexión de sí mismo como ser humano”, explica la profesora y sostiene que es interesante ver que el autorretrato finalmente es uno de los géneros que se ha mantenido hasta hoy en día.

La incursión de la fotografía

Cuando vemos los primeros tiempos de la fotografía, estos no iban por la necesidad de retratar a las personas, era más una exploración técnica y de los alrededores, entrando en clara competencia con la pintura. La profesora ve que el hecho de que alguien decida tomar su cámara para tomar un autorretrato como temática podría remontarse a ejemplos como el de Man Ray en los años 20 o artistas como Cindy Sherman que se convierte en un emblema del autorretrato de la década de 1970. “Ahí ya ves cómo cambia el discurso y ella misma se usa para trasmitir mensajes, se disfraza de travesti, de payaso, entre otros, y no es un autorretrato complaciente o idealizado, sino que va por el lado de la crítica de género, de esta visión de la mujer como objeto sexual o de sumisión”, explica.

Es en esta línea que van apareciendo artistas que deciden experimentar con su cuerpo como lienzo y lo van transformando. Orlan pertenece a este grupo, conocida por realizarse cambios extremos mediante diversas cirugías, las cuales fueron grabadas. “Aquí entramos en el voyerismo, esta es una forma de exposición de uno mismo sin reparo y Orlan lo hace siempre mediante escenificaciones”, explica la doctora Michaud. Desde este punto de vista, qué son las fotos que colgamos en Facebook sino una escenificación de uno mismo y el selfie una muestra más de la esta búsqueda de exposición de nosotros mismos. “Vemos que ahora, en las redes sociales, las personas ponen la mejor foto, sus vacaciones, lo que come o se compra, pero estas fotos son producto de una selección o de arreglos, es una forma más de escenificación de ellos mismos”, agrega.

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