Benjamín Castañeda, el ingeniero que lidera el desarrollo del respirador Masi para pacientes con COVID-19.
Benjamín Castañeda, el ingeniero que lidera el desarrollo del respirador Masi para pacientes con COVID-19.

Iba a ser médico. Sus padres son doctores en medicina. Su hermano y cuñada también. Una familia de galenos. Pero descubrió las computadoras y el desarrollo de software. Recuerda que en su niñez jugaba a la posibilidad de ser doctor, pero a la vez, a los 10 años, desarrolló su primer software desde una Commodore 64, computadora doméstica lanzada en la década del ochenta. Desarrollaba juegos y durante la adolescencia diseñó programas, por encargo de su tío, para calcular temas como la CTS. “La programación me ha acompañado toda mi vida y sigo programando hasta hoy”, me dice Benjamín Castañeda Aphan, el especialista en ingeniería biomédica que lidera el equipo de la PUCP que desarrolla el respirador mecánico de emergencia Masi, el cual ayudará a los pacientes con .

“Es bastante enriquecedor. Es un trabajo muy fuerte y todos estamos muy contentos de estar participando”, agrega el ingeniero -de abuelo chino- sobre una labor que, incluso, ha demandado las 24 horas del día, a la máxima capacidad. Un equipo conformado por alrededor de 20 personas.

Masi significa ‘apoyo’ en quechua. Mientras los héroes de capa blanca están en los frentes hospitalarios, este notable grupo de ingenieros otorga su conocimiento como soporte para atender la emergencia. Una noble labor que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

-¿En qué etapa está el respirador mecánico?

Está en el proceso de validación, que debe durar unos tres a cuatro días, donde lo que se hace es trabajar con el prototipo para hacer diferentes tipos de pruebas, verificando las diferentes capacidades del equipo. Por ejemplo, tiene tres modos de ventilación; entonces, hay que verificarlos. Son las pruebas de seguridad y eficacia.

-¿Qué es un respirador mecánico de emergencia?

Permite ayudar a la persona cuando, por diferentes patologías, pierde la capacidad de respirar por sí mismo, que es una de las problemáticas más fuertes que se ha detectado con la enfermedad del COVID-19.

-¿En el Perú cuántos tenemos?

Según la última cifra que yo he manejado, hay menos de 300 de alta gama. Y se está tratando de hacer un esfuerzo por comprar nuevos equipos, fabricar y/o reparar. Esta iniciativa de cinco instituciones, como son BREIN (el hub de innovación del grupo Breca), Diacsa, Zolid Design, Energy Automation Technologies y la PUCP, no es comercial. Estamos tratando de responder de la mejor manera a la emergencia. Lo que fabriquemos lo entregaremos al Minsa para que ayude.

-¿El estimado es fabricar entre 10 y 20 ventiladores por día hasta llegar a los 100?

Sí. Luego de la validación viene la parte de la producción.

Benjamín Castañeda es director del Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería Médica en la Universidad Católica.
Benjamín Castañeda es director del Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería Médica en la Universidad Católica.

-¿Cómo nació la iniciativa?

Cuando ya se había anunciado la cuarentena, por diversos medios ya se veía que iba a darse esta necesidad de los ventiladores. Entonces, las cinco empresas, que ya tenemos experiencia trabajando juntas, nos autoimpusimos la necesidad de colaborar y que esta sea una pieza importante en la crisis.

-¿Cuál es el espíritu detrás del proyecto? ¿Por qué es importante involucrarse?

Se trata de un espíritu de ayuda y de asumir un reto para el beneficio del Perú. Tenemos las capacidades de crear este equipo y era nuestra responsabilidad asumir el reto. Si hay una necesidad clara de ventiladores mecánicos sin los cuales muchos peruanos fallecerán, es nuestra responsabilidad ayudar.

-¿Cómo ha sido el proceso?

Fue uno bien rápido de diseño. Teníamos dos meses para hacer algo. ¿Qué es factible hacer en dos meses? No podíamos crear un súper equipo, de alta gama, que demora por lo menos un año. Este es un ventilador mecánico para la emergencia de COVID-19. Eso cambia mucho qué se puede hacer y qué no. La primera semana conversamos con intensivistas, expertos de hospitales y clínicas para recabar información y entender qué se iba a necesitar. Con eso elaboramos la idea del equipo con características mínimas y empezamos a trabajar.

-¿Cuántas personas se han reunido para el proyecto?

Más o menos, 20 personas. Están quienes ven el desarrollo electrónico, el desarrollo de software, el desarrollo mecánico, el diseño industrial, las personas que ven la parte normativa y las condiciones que se necesitan para el diseño de un equipo médico, quienes hacen la validación y desarrollan los protocolos con estándares internacionales. Es un trabajo interdisciplinario.

-Antes usted ya ha ganado una patente por un trabajo dedicado a mejorar el diagnóstico de la tuberculosis.

Sí. Fue un trabajo de hace varios años, es un sistema automatizado para la atención de muestras de esputo.

-¿No quiso ser médico?

Sí, ingresé a San Marcos para estudiar Medicina, al mismo tiempo que ingresé a la Católica para seguir Ingeniería Electrónica.

-¿Por qué se impuso Ingeniería Electrónica?

Fue una decisión dura (risas). Creo que mi vocación, finalmente, era ser ingeniero biomédico, pero era una carrera que no existía. Me decidí por el desarrollo tecnológico, pero con énfasis en crear tecnología que pueda transformar la salud en el Perú.

-¿Perú podría ser potencia en investigación científica?

En el Perú somos muy capaces y en diferentes áreas vamos demostrando eso. Hay capacidades en desarrollo tecnológico y en la parte científica. El tema va por generar las oportunidades. También se debe tener una estrategia de desarrollo. Tenemos un grupo muy fuerte en ultrasonido biomédico, otro en genética, por mencionarte algunos. Hay que ser inteligentes y ver cómo nos volvemos más competitivos, apoyando áreas nicho y atendiendo las necesidades que hay. Se necesita un trabajo de articulación. Tenemos la capacidad para sobresalir. Se debe desarrollar una industria que fabrique equipos médicos en el Perú.

AUTOFICHA:

- “Tengo 42 años, nací en Lima. Estudié Ingeniería Electrónica en la PUCP, luego hice una maestría en Visión por Computadora en el Instituto Tecnológico de Rochester, Nueva York. De ahí un doctorado en Procesamiento de Imágenes Médicas, en la Universidad de Rochester”.

- “Y tengo otra maestría en Ultrasonido Biomédico, también en Rochester. Actualmente, soy coordinador de la especialidad de Ingeniería Biomédica de la PUCP y director del Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería Médica en la Universidad Católica”.

- “También soy profesor principal en la PUCP, de Introducción a Imágenes Médicas y cursos de posgrado. Sueño con que el Perú tenga una industria de desarrollo de equipos y softwares médicos, que desarrollemos tecnología que pueda ayudar a transformar la salud en nuestro país”.

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