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Noticia

“Un régimen democrático no es suficiente para reducir la desigualdad social”

En 1969, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto escribieron “Dependencia y desarrollo en América Latina”, obra considerada como clásica para comprender los procesos económicos y políticos en la región. ¿Cuál es la trascendencia de esta obra? ¿Siguen vigentes estos principios hoy? Richard Snyder, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Brown (EE.UU.), estuvo de visita en nuestro campus para dictar la charla magistral “Dependencia y desarrollo en un mundo globalizado”, organizada por el Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP.

  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Felix Ingaruca

A inicios de los años sesenta, el desarrollo económico latinoamericano se encontraba estructurado de tal manera que el mercado global de la época limitaba las oportunidades de crecimiento de países subdesarrollados, quienes importaban productos manufacturados y exportaban materia prima y alimentos. Esto dio pie a una división entre países centrales (con economías capitalistas de producción avanzadas) y países periféricos (rezagados desde el punto de vista tecnológico y organizativo).

En este contexto, surge entre los académicos la teoría de la dependencia, que afirmaba que todo este proceso obedece a condiciones históricas impuestas por los países centrales sobre los periféricos, quienes permanecerán en un estado permanente de pobreza, sin posibilidad de desarrollo.

Céntricos y periféricos

Críticos de esta visión, a la que califican como simplista, Enzo Faletto y Fernando Henrique Cardoso publicaron en 1969 el libro Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica, en el que señalan que el desarrollo diferenciado en la región se debe a factores económicos, históricos y políticos, como la disponibilidad de recursos naturales, el tamaño de la población, la geografía, el mercado interno, etc.

“El libro de Cardoso y Faletto rechaza la idea de una dominación externa impuesta de manera mecánica. La dependencia de los países periféricos es el resultado de la combinación de factores internos y externos y varía en cada caso. El desarrollo sí es posible, no siempre pasa, pero cuando ocurre, es un desarrollo dependiente”, indica Richard Snyder.

De acuerdo a los autores, los países periféricos podían insertarse en la economía mundial de dos formas: cuando la producción orientada a la exportación se quede bajo el control de los productores domésticos o cuando haya inversión extranjera. Para ello, cada Estado debe tomar un papel más participativo, dirigir la tecnificación del proceso de producción y encauzarla hacia el mercado interno.

Ayer «dependencia», hoy «globalización»

Cuarenta años después, Cardoso publica el ensayo “Nuevos senderos: globalización desde una perspectiva histórica” (2009) en el que sostiene que el análisis “histórico-estructural” empleado en su libro sigue siendo útil para describir las diversas formas de desarrollo en la región. Además, afirma que las situaciones de dependencia de antaño dieron origen a lo que hoy conocemos como globalización.

“Cardoso escribió un nuevo ensayo pensando en estrategias viables de desarrollo en contextos democráticos. Uno puede esperar que durante un gobierno autoritario haya altos niveles de desigualdad, pero ¿por qué se mantiene esta situación en democracias? Es una pregunta interesante, no estoy seguro de la respuesta. Lo que está claro es que un régimen democrático no es suficiente para reducir la desigualdad social”, sostiene el sociólogo.

Democracia y desarrollo

En este nuevo siglo, Latinoamérica ha acogido diferentes modelos políticos. Así, tenemos gobiernos de izquierda radical, populista y anti-EE.UU., como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina; de izquierda moderada (“el nuevo centro”), como los de Chile y Brasil; y de centro-derecha, como los de Colombia, México o Perú.

“En América Latina es difícil conseguir un sistema democrático efectivo, crecimiento económico e igualdad a la vez. En Brasil hay democracia y crecimiento, pero mucha desigualdad. En Venezuela hay menos desigualdad y crecimiento, pero tiene un sistema autoritario. Tal vez los únicos que cumplen estos tres requisitos son los países nórdicos, como Finlandia o Noruega, que enfrentan otros problemas sociales como el alcoholismo o el suicidio”, explica Snyder. Para el sociólogo, un enfoque macro comparativo nos permitirá comprender los problemas de desarrollo en este mundo globalizado.

Indicadores no bastan

Hace unas semanas, ante inversionistas árabes en Dubai, el presidente del Banco Central de Reserva anunció que, al cierre del 2013, el Perú tendría la mayor tasa de crecimiento del PBI (6.1%) y la menor tasa de inflación (2.7%) de la región. ¿Estos indicadores macroeconómicos son prueba suficiente para asegurar que estamos inmersos en un proceso de desarrollo?

Snyder responde: “Si la economía macro de Brasil va bien, ¿por qué hay gente protestando en las calles, por ejemplo? Estas cifras cuantitativas indican que hay un crecimiento pero no te dicen de qué manera se está afectando el medio ambiente. El desarrollo no solo se expresa por el aumento del PBI; hay otros indicadores a tomar en cuenta, como el índice de felicidad de una sociedad.”

Todo cambia

Hace 30 años, ningún país latinoamericano hubiera imaginado que China sería un actor importante dentro de su economía. ¿La relación de dependencia con otros países es un estado invariable o puede llegar a cambiar si se desarrollan la infraestructura y la tecnología adecuadas? “Creo que la desigualdad entre países es un hecho permanente. Cambia la relación de poder, unos suben y otros bajan, pero siempre hay desigualdad. Eso no quiere decir que todo está dicho y que no podamos hacer nada. Hay que ser creativos, ver qué oportunidades tenemos y estar preparados para las sorpresas”.

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