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Prospectiva: Una mirada hacia el futuro

No tienen una bola de cristal ni son adivinos de feria: los prospectivistas (mal llamados “futurólogos”) observan aquellas señales que el resto ignora y, con fundamentos matemáticos, las interpretan para explorar posibles evoluciones futuras de problemáticas complejas. Conversamos con el Ing. Fernando Jiménez, uno de los pocos especialistas peruanos en el tema.

  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Mario Lack

A inicios del siglo XX, circulaban por Lima alrededor de 20 vehículos. Europeos en su mayoría, no sobrepasaban los 10 HP, eran costosos y no estaban preparados para enfrentar los caminos del suelo peruano. En 1908, el joven ingeniero Juan Alberto Grieve (30 años) construyó un modelo que alcanzaba los 20 HP, de diseño elegante y precio accesible. Pionero de gran talento, había creado el primer automóvil de Sudamérica.

Con este logro como carta de presentación, Grieve conversó con el presidente Augusto B. Leguía para, con el auspicio del gobierno, construir seis automóviles: tres para la Dirección de Correos y tres para la Prefectura. La respuesta del presidente fue demoledora: “Necesitamos de productos de países avanzados y no de experiencias de productos peruanos”. Y fue así como una pésima decisión presidencial nos negó la posibilidad de estar a la vanguardia en la industria automotriz.

“Cuando no se tiene una visión de futuro, te llevas un gran chasco”, sentencia el Ing. Fernando Jiménez, docente del Departamento de Ingeniería de la PUCP y especialista en prospectiva estratégica, disciplina nacida en los años sesenta ante el avance incierto de la tecnología y que hoy se aplica en ámbitos políticos, empresariales y sociales alrededor del mundo.

¿Qué es prospectiva?

De acuerdo al economista francés Michel Godet, ante un futuro incierto, el ser humano reacciona de cuatro maneras distintas: sufre los cambios de manera pasiva, reacciona luego que estos se produjeron, se prepara para los cambios previsibles o conspira para provocar los cambios deseados. “En vez de mantener un comportamiento pasivo frente al cambio, la prospectiva propicia un comportamiento proactivo y plantea la construcción de escenarios futuribles que reúnen tres características fundamentales: son posibles, construibles y deseables”, señala Jiménez.

Proveniente del latín prospicere (“mirar a lo lejos”), esta herramienta no predice un futuro determinado sino que está abierta a diversas posibilidades de futuro y anticipa las implicancias que tendría cada una de ellas para elegir el escenario más conveniente.

Para ello, requiere la participación de múltiples actores, tales como la academia (que desarrolla conocimiento e investigación), la industria (que invierte para promover el sector) y el Estado (que debe cuidar que esta dinámica funcione). “Normalmente, cuando se reúnen estos actores, se agrupan todas sus ideas en un documento que es la suma de sus aportes. Pero en vez de sacar este “mínimo común múltiplo”, la prospectiva busca el “máximo común divisor”: determina en qué punto todos estamos de acuerdo para trabajar en él”, detalla Jiménez.

Más allá de lo evidente

“La prospectiva no se preocupa de lo evidente, porque va a ocurrir sí o sí”, precisa el ingeniero. Si bien no es considerada una ciencia, tiene raíces matemáticas y se ocupa principalmente de la interpretación de “señales débiles”, información que no suele ser tomada en cuenta y que se considera con frecuencia como ruido, pero que bajo determinadas situaciones puede gatillar una serie de cambios que modifiquen el escenario actual.

Para la elaboración de un ejercicio prospectivo, primero se debe identificar cuáles son los eventos o sujetos que propician estos cambios (drivers) y qué consecuencias desencadenaría. Por ejemplo, ¿qué importancia tendrían las nuevas tecnologías sobre el sector educación y qué repercusión tendrían sobre la sociedad? En este caso, el driver o factor de cambio sería la tecnología.

Ante la presunción de que la prospectiva pueda ser considerada una práctica alarmista, el ingeniero responde: “Si tienes una visión clara a largo plazo sabes adónde vas. Definitivamente, la prospectiva da señales de alerta porque te prepara ante tu peor escenario y eso a algunos no les gusta”.

El país que todos queremos

Esta herramienta puede emplearse tanto a nivel micro (al interior de una empresa o institución) como a nivel macro (en una localidad o en todo un país). Los ejercicios de prospectiva nacionales nos permiten evaluar cuál es el modelo de desarrollo que queremos.

Hace seis años se dio inicio al proyecto “Brasil tres tiempos” que tiene como finalidad identificar los desafíos y potencialidades del país carioca y definir objetivos estratégicos nacionales a largo plazo que puedan llevar a la construcción de un pacto entre la sociedad y el Estado. Esta iniciativa busca plantear escenarios positivos para Brasil, para crear una sociedad más democrática, igualitaria y soberana, en tres diferentes tiempos: 2007, 2015 y 2022. No es un proyecto partidario ni de gobierno, es un proyecto nacional.

De acuerdo al Ing. Jiménez, “en nuestro país nunca ha habido una visión a largo plazo, tanto a nivel nacional como institucional. La prospectiva no define plenamente cuáles son las actividades económicas que el Estado debería apoyar, pero sí cuáles son aquellas que debería priorizar”. Si bien existen instituciones oficiales, aún estamos aprendiendo a aplicar las herramientas de la prospectiva y es necesario formar a una mayor cantidad de especialistas que puedan contribuir a la generación de estos ejercicios.

La PUCP ha tenido una participación importante en la difusión de esta actividad. Junto con el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC), organizó las primeras seis ediciones del Congreso Nacional de Prospectiva y Estudios de Futuro (Prospecta Perú), en donde se elaboraron los primeros ejercicios de prospectiva a nivel nacional.

El futuro no está escrito, pero si interpretamos correctamente las señales, podemos prever los acontecimientos venideros y reducir la incertidumbre de lo desconocido.

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