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Noticia

Paul Guerra, de Sonrisa Seria: “Queremos una sonrisa que nazca del corazón”

Quizá los hayas visto pero no los conoces. Este semestre, durante algunos Jueves Culturales, un grupo de narices rojas ha alegrado nuestro campus con su #PoderPayaso. PuntoEdu conversó con Paul Guerra, egresado de nuestra Especialidad de Comunicación Audiovisual y presidente de Sonrisa Seria, asociación de payasos formada por un grupo de artistas –varios de ellos alumnos y egresados de la PUCP– que promueve y enseña la técnica del clown.

  • Texto:
    Sthefanny Carrión Cobarrubias
  • Fotografía:
    Héctor Jara
  • Fotografía:
    Jacqueline Palacios

¿Cómo conociste tu pasión por el clown?
Yo descubrí el clown con la serie Pataclaun, pero recién lo conocí realmente al llevar talleres. Me gustó la conexión que te permite crear tanto con la gente a tu alrededor como con tu mundo interior. El payaso te da la oportunidad de conectar con las personas de una manera genuina porque les permites ser ellos mismos. Cuando estás en la calle y ves un payaso, le das ciertos permisos para que se desenvuelva contigo y la persona se atreve a hacer muchas cosas. Eso es lo que más me gusta: que se atrevan a ser ellos mismos, ya sea siendo payasos o interactuando con ellos.

¿Cómo nació el grupo Sonrisa Seria?
Al año y medio de formarme como payaso dicté, motivado por mi padre, un taller de introducción al clown y una de las participantes sugirió formar un grupo. Así nació Sonrisa Seria. Nos formalizamos y, tras las votaciones, quedé como presidente. Actualmente, somos una asociación sin fines de lucro y hemos formado alrededor de 200 payasos, tanto para ejercer como para incorporar el payaso en su día a día.

¿Cómo eligieron el nombre?
Existe una dicotomía entre la sonrisa y el hecho de estar serio, pero no va por ahí. El nombre parte de la idea de que hay que sonreír en serio. Una sonrisa está hecha de verdad. No queremos sonrisas falsas, fingidas o por compromiso. Queremos lograr una sonrisa que nazca del corazón, de lo espontáneo, una sonrisa hecha en serio.

¿Cuál es la reacción que más disfrutas en tus intervenciones?
Las reacciones que más me gusta encontrar no son las que tienen conmigo, sino las que dejo cuando me voy. Cuando estoy jugando con un grupo de personas que no se conocen y acaba mi intervención, me alejo y esas personas a quienes dejé en un espacio seguro, en confianza, empiezan a hablar entre ellos, a sonreír, a conocerse. Me gusta esa conexión que la gente tiene a raíz del ambiente que creamos, donde pueden hablar con total confianza y sin miedo.

¿Cómo es tu payaso?
Mi personaje de payaso es SP (“ese pe”). Él se deja llevar mucho por sus estímulos físicos. Si algo le da frío, lo demuestra. Si tiene hambre, busca comida; si tiene sed, busca agua. Si tiene necesidad de llegar a un lado, corre. Todo de la manera más impulsiva, justamente por cómo soy yo –que en la vida real no está muy bien a veces, pero en la vida de payaso es perfecto–. Engloba mi esencia. Yo vivo enamorado de la idea del amor y mi payaso es un reflejo mío, por lo que también busca el amor siempre. Cuando ve una pareja, se enternece a más no poder. De hecho, actualmente me encuentro en una etapa que busco el amor pero no lo quiero y mi payaso también lo rechaza, porque el payaso crece contigo. Mientras más cosas viva yo, más crece mi personaje.

¿En qué te ha cambiado conocer el clown?
Antes era «figureti» [risas]. Lo sigo siendo, pero ahora de una manera más sincera. Antes me gustaba llamar la atención pero era falso a la hora de hacer las cosas. Ahora soy más sincero. Digo las cosas que pienso y me comunico abiertamente. Me ayudó a reconocer mi esencia. También me encanta enseñar payaso, me parece que todo el mundo debería serlo en algún momento de su vida porque te permite reconocer quién eres, jugar con eso y comunicarte mejor. Cada cierto tiempo alguien nos agradece porque, antes, se sentían muy juzgados o juzgadas, sentían que no encajaban en ningún lugar. En los talleres de Sonrisa Seria han encontrado el espacio perfecto para ser quienes son, logran comunicarse y ser libres. Cuando nos reímos de nosotros mismos existe una pequeña luz de juego, de ese payaso que sale. Al ser consciente de eso uno se empodera porque se permite a sí mismo disfrutar un momento de libertad. Uno crece, mira y disfruta distinto.

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