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Noticia

El verano y la preocupación por verse bien

Llega el verano y con él aumentan los socios de gimnasios, las dietas y la venta de proteínas. Silvia Becerra, docente del Departamento de Psicología y psicoterapeuta clínica de la salud, nos explica que existe una necesidad condicionada al físico, pero que lo más importante no es verse bien, sino sentirse bien.

  • Texto:
    Paloma Verano

La necesidad de verse bien está presente durante todo el año. Con el verano, las personas se conectan más con su cuerpo y con su apariencia. También aparece la vergüenza si es que uno no considera que tiene el cuerpo que debería tener según los modelos y estándares que la cultura transmite.

“No se debe olvidar que el peso que tengamos tiene que ver con la genética, la contextura, la edad y el tamaño. Hay estudios que revelan que la mitad de las mujeres se sienten gordas, pero que de esa mitad, el 50% está dentro de su peso normal”, afirma Becerra.

Aparte de los trastornos alimenticios, en verano se suele dejar de lado el cuidado de la piel mediante la excesiva exposición al sol. Estar bronceados es ‘verse bien’ en esta estación, y el hecho de obviar el peligro que implica recibir los rayos solares tiene que ver con que ese daño no se percibe inmediatamente; es un daño a futuro. “Es recién cuando una se encuentra dentro del grupo más vulnerable, ve manchas en la cara o aparece un lunar cancerígeno, que toma conciencia y se cuida”, agrega.

Afecta tanto a hombres como a mujeres

Silvia Becerra explica que la preocupación por verse delgada es más acentuada en el sexo femenino por diversas razones. Una de ellas es que existe mayor presión en la mujer a tener un buen cuerpo para que pueda conseguir pareja. Esto empieza en la adolescencia con los cambios hormonales; las mujeres acumulan grasa en la parte de la cadera y aumentan de peso y eso es mal visto, mientras que los cambios en los hombres se dan con el aumento de caja toráxica y hombros, cosa que es positiva en nuestra cultura.

Sin embargo, últimamente los hombres están más preocupados por su imagen. “Existen los problemas de alimentación y adicción a gimnasios. Trastornos como la vigorexia, que aumenta el deseo de tener músculos desarrollados, llegando al extremo de tomar proteínas y anabólicos”, explica Becerra.

Lo que pasa en ambos géneros, explica la psicoterapeuta, es que existe la gran necesidad de ser apreciados y valorados por el resto. Las más afectadas son personas que piensan que su aceptación está condicionada a cómo se ven, sobre todo en la adolescencia y llegan a confundir la realidad porque si bien los jóvenes se fijan en lo físico, en la adultez ya no es así.

La mejor manera para no dejarse influenciar por los estándares culturales, especialmente en esta época del verano, es darse cuenta de las experiencias positivas que uno ha tenido. “Una persona saludable es aquella que puede tomar la retroalimentación que sus experiencias le dan. He visto casos de personas que no se consideran atractivas; sin embargo, han tenido una historia en la que han llamado la atención y se han interesado en ellas”, cuenta Becerra, mientras agrega que hay que eliminar las razones para minimizarse a uno mismo.

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