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“Se puede lograr un acuerdo mediante una intensa negociación diplomática sin necesidad de ir a la guerra”

Conversamos con el exministro de Relaciones Exteriores sobre su último libro editado por nuestro Fondo Editorial, «Perú-Ecuador: el proceso para lograr la paz», que indaga en la labor que desempeñó en 1997, desde el ministerio, para encontrar una solución pacífica a una controversia muy compleja entre nuestro país y Ecuador.

  • Eduardo Ferrero Costa
    Abogado y doctor en Derecho PUCP
  • Texto:
    Suny Sime
  • Fotografía:
    Roberto Rojas

¿Cuál fue su principal motivación para publicar un libro sobre el proceso de paz entre Perú y Ecuador 20 años después de la resolución del conflicto?

Ha coincidido con los 20 años. Este libro lo tengo pensado desde hace mucho tiempo y es una deuda moral personal. He pretendido presentar mi visión del proceso de paz entre Perú y Ecuador, en el que tuve una activa participación como ministro de Relaciones Exteriores entre los años 1997 y 1998, la parte más sustantiva del proceso. También era conveniente exponer la evolución del proceso desde un enfoque personal, con elementos jurídicos, políticos, históricos. Proceso que refleja lo que fue para el Perú una política de Estado, cuyo fin era culminar la demarcación de sus límites territoriales pendiente con Ecuador y llegar finalmente a una relación de paz, desarrollo e integración. Por otro lado, hay pocas publicaciones sobre este proceso, que fue muy complejo y muy importante para ambos países. Espero que abra surcos para poder seguir investigando sobre el tema.

A propósito de la conveniencia de la publicación, usted presenta información inédita. Por ejemplo, en el quinto capítulo, habla de la complicada situación interna que tuvo que manejar en el Congreso. ¿Qué otras revelaciones hace?

En general, en el Congreso, con los garantes, con los periodistas. A fines de julio de 1998, el expresidente Fujimori me dijo que su asesor Vladimiro Montesinos, con quien yo no me reunía, quería hablar conmigo en una reunión totalmente reservada. Fui al Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN), me entrevisté con él, quien estaba acompañado por Víctor Joy Way, entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, y me informó que había un plan de acción militar para retirar a los soldados ecuatorianos que se habían infiltrado en territorio peruano. Todos por supuesto estábamos de acuerdo en que había que hacerlo, porque estaban violando nuestra soberanía en la zona que aún no estaba demarcada pero sí delimitada por el Protocolo de Río de Janeiro. Me dijo que este plan militar se iba a ejecutar en los siguientes días. Yo me quedé muy preocupado y fui a hablar con el expresidente Fujimori. Le dije que estaba totalmente en desacuerdo, que era un grave error que iba a llevar a una guerra con Ecuador y que era totalmente inconveniente para los intereses de ambos países.

Además, ya estábamos ad portas de terminar la negociación con Ecuador. Ya habíamos ganado los argumentos jurídicos. Ya estaban negociados el Tratado de Comercio y Navegación y el Acuerdo de Integración Fronteriza. Entonces, le propuse al expresidente una acción diplomática firme con el apoyo de los garantes. Hablamos varias horas y al día siguiente me convocó nuevamente, solo él y yo. Me dijo que había pensado en mi sugerencia y que estaba de acuerdo. En el Congreso, se discutieron los detalles de la conducción de las acciones por la vía diplomática. Recibí el apoyo, casi pleno, de la mayoría y la oposición. En agosto, finalmente logramos el retiro de las tropas ecuatorianas infiltradas en territorio peruano. Este fue un paso muy importante, porque se evitó la guerra y permitió lograr —pocos meses después— el acuerdo definitivo con Ecuador.

También cuenta las discrepancias que tuvo con el expresidente Fujimori, como la cesión de Tiwinza, razón por la cual renunció al cargo de canciller tres semanas antes de la firma del acuerdo final. ¿Qué piensa de esta cesión ahora?

La fórmula de Tiwinza, que es la entrega de 1 km2 del territorio peruano a favor de Ecuador, no estaba contemplada en el Protocolo de Río de Janeiro. Además, era innecesaria. Ya teníamos los informes a nuestro favor y los expertos nombrados por los países garantes para culminar la demarcación conforme al Protocolo, como correspondía. Entonces, le dije al expresidente que estaba en desacuerdo y le recomendé que no lo haga. Por otro lado, hacia el final del proceso, él asumió la diplomacia presidencial de manera poco democrática, había negociado a mis espaldas, sin mi conocimiento, mientras yo estaba en Nueva York. Yo había trabajado con mucha transparencia y tenía el respaldo de los congresistas. Él pensó que esa era la forma de cerrar, yo creo que se equivocó. Aun así, con o sin Tiwinza, mantengo mi posición: el acuerdo fue positivo para el país. Se cerró la frontera de manera definitiva y se estableció una relación de paz, amistad y cooperación con Ecuador.

Este libro relata un proceso de paz que marca un precedente para evitar futuros conflictos. ¿Qué otras lecciones nos deja?

La gran lección es que este es un ejemplo de lo que es una política de Estado. Hubo un objetivo nacional, que es el primer elemento de una política de Estado: culminar la demarcación con Ecuador. Los otros elementos son la continuidad en el tiempo y el consenso nacional. Esta política tuvo el consenso de la gran mayoría de peruanos a lo largo de diferentes gobiernos. La segunda gran lección es ver cómo se puede lograr un acuerdo de manera pacífica mediante una intensa negociación diplomática sin necesidad de ir a la guerra ni hacer uso de la fuerza. Tercero: cuando uno tiene un derecho, tiene que defenderlo con firmeza, con claridad, con transparencia. Y en cuarto lugar, vemos que la flexibilidad de la negociación, más que un acuerdo judicial o un arbitraje, permitió ir adaptándonos a las circunstancias. Cuando ya no había mucho camino en el tema demarcatorio, aparecieron en el escenario de negociación otros elementos, como el Tratado de Comercio y Navegación o el Acuerdo de Integración Fronteriza, que permitieron culminar el proceso. Son lecciones para el futuro.

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