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Miércoles de Ceniza: ¿pesimismo o realismo?

El Miércoles de Ceniza es el día en que se inicia la Cuaresma, tiempo de preparación para la Semana Santa. En la misa se impone la ceniza a los fieles en la frente. 

  • César de los Heros, P.E.S.

Este rito tiene un significado muy importante para nosotros los católicos: nos recuerda que somos de barro y que algún día dejaremos este mundo, pues nuestro destino definitivo trasciende la vida presente.

¿Cómo así? Según las Sagradas Escrituras, el hombre fue creado a semejanza de Dios, esto es, con inteligencia y voluntad. Y luego le dio el mandato de dominar la tierra. Así, podemos concluir que la voluntad de Dios es que el hombre crezca, progrese, alcance su perfección.

Pero no podemos olvidar un dato de la experiencia que es reafirmado por las escrituras: que cada uno de nosotros posee una tendencia al desorden, lo que denominamos «pecado». Así, encontramos al hombre presa de sus pasiones, abatido ante el exceso de placer, enemistado con su prójimo, inconforme consigo mismo, maltratando su hábitat, esclavizado a la tecnología y negando su fundamento y razón de ser: Dios. En fin, encontramos a un hombre que suele boicotear su propia realización como persona.

Por eso el creador le recuerda constantemente su caducidad, al viejo estilo de los generales romanos, a quienes un esclavo que mantenía sobre su cabeza la corona triunfal, le susurraba al oído, en medio de las aclamaciones de la multitud: «¡recuerda que eres mortal!». Esta es una verdad que no debemos olvidar: venimos del barro y al barro volveremos. No estaremos para siempre en este mundo, ya sea porque un día lo dejaremos, ya sea porque el mundo mismo un día caducará. Pero también nos recuerda que nuestra dignidad se funda, no en nuestras capacidades o logros, sino en que somos creación de Dios, en que somos «hijos de Dios». Y que hemos sido creados para la eternidad, es decir, nuestra alma supervive a la muerte física. Y que esta tierra, siendo tan hermosa y terrible a la vez, es pasajera. Y que, como dice San Pablo, «somos ciudadanos del cielo» (Flp 3, 20). Y además que todo lo que el hombre haga,  bueno o malo, tiene repercusión en su destino definitivo y eterno.

Esta conciencia, sin embargo, no implica una visión pesimista de la vida, sino una actitud de responsabilidad frente a Dios, frente a los demás, e incluso, frente a la naturaleza. Debe motivarnos al esfuerzo por la virtud y el bien. Y, sobre todo, a una apertura sincera y madura a Dios. Ese Dios que, no solo nos creó por amor, sino que además, fuera de todo cálculo posible y para curar en nosotros la tendencia al desorden y al mal, se hizo hombre y asumió todas las limitaciones de la humanidad, incluso la muerte… y una muerte de cruz.

Esa gesta de amor incomprensible de parte de Dios hacia nosotros, es lo que nos recuerda año a año, la Iglesia en la Semana Santa. Y de hecho Él espera de nuestra parte una respuesta de amor, de fe y de esperanza.

El Perfil

Nombre: César de los Heros, P.E.S.

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