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"Las mujeres no encuentran justicia cuando inician un proceso de denuncia"

Durante agosto, septiembre y octubre se llevará a cabo Programa de Especialización para el Fortalecimiento de Capacidades de Operadores de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y Sexual en Puquio (Ayacucho) desarrollado por la Diplomatura de Posgrado en Estudios de Género de nuestra Universidad, con el auspicio de la Cooperación Técnica Belga, el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social y el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Su coordinadora, Paula Escribens, nos cuenta sus objetivos y explica el contexto en el que tendrá lugar.

  • Paula Escribens
    Coordinadora del Programa de Especialización para el Fortalecimiento de Capacidades de Operadores de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y Sexual en Puquio

¿Cómo nació la idea de llevar a cabo el Programa?

La idea del proyecto surge a partir de un pedido que nos hace el Programa Integral de Lucha contra la Violencia Familiar y Sexual financiado por la Cooperación Técnica Belga y que, a través del Programa Nacional de Lucha contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, se viene desarrollando en Ayacucho. Nos buscó (la Cooperación Técnica Belga) y nos dijo que tenía interés que desde la Católica desarrolle un programa de capacitación, tanto para los funcionarios que trabajan en los Centros de Emergencia Mujer como para jueces, fiscales y policías. Es decir, para todos los involucrados en la ruta de atención de las personas que son víctimas de algún tipo de violencia. Luego se nos sumó UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), que también viene realizando actividades en la zona.

¿Qué tan arraigadas están la violencia sexual y familiar en una sociedad como la nuestra?

La violencia está muy presente porque; pese a que ahora se dice que estamos en un contexto de paz, en una situación de post conflicto armado; los índices de violencia contra la mujer y contra niños y adolescentes no han disminuido, sino todo lo contrario. Las mujeres no encuentran justicia cuando inician un proceso de denuncia. En realidad, es una problemática compleja porque estamos en una sociedad machista y, por las relaciones de poder, estos grupos vulnerables se encuentran en desventaja. Se dan casos de violencia sexual, por ejemplo, en las escuelas: docentes que abusan de niños o niñas.

En el caso peruano, ¿consideras que las autoridades le dan la debida importancia a este tema?

Se ha avanzado mucho en cuanto a visibilizar este problema y colocarlo en el debate público. Hace unos días La República publicó una noticia donde se aludía a una investigación de Gina Arnillas sobre abuso sexual en la infancia que ha rebotado mucho en medios. Eso da cuenta que sí se trata el problema porque, sobre todo, desde la sociedad civil, la universidad y diferentes instituciones hay un compromiso y una urgencia por visibilizar el problema, ya que el Estado atiende tarde y poco. De hecho las cifras de casos de feminicidio, es decir, de mujeres asesinadas por sus parejas, ex parejas o personas con las que han tenido algún vínculo afectivo, dan cuenta que el Estado no las atiende en el momento oportuno cuando buscan ayuda y hacen la denuncia.

¿Cómo podría mejorarse dicha situación?

Uno de los grandes temas es el presupuesto que el Estado invierte para atender estos casos, aunque también hace falta un trabajo de sensibilización y formación en cuestiones de género y es allí donde la universidad puede cumplir un rol fundamental. La Católica es reconocida en el ámbito nacional por la experticia que posee en los temas de género y por las investigaciones que ha realizado, y es por eso que la Cooperación Técnica Belga nos buscó. La PUCP tiene el Diploma de Género, que este año cumple 20 años de creación y que ha pasado a la Escuela de Posgrado. Muchas de las personas que están en puestos clave, tanto en el Estado como en la sociedad civil, han pasado por el Diploma. En ese sentido, es importante el proceso de capacitación que se llevará a cabo en Puquio, porque no solo consiste en capacitar a los funcionarios que atienden los casos de violencia en herramientas conceptuales, tener una perspectiva de género está relacionado también con un proceso de transformación personal, desarrollar una determinada sensibilidad y una mirada de la realidad que luego les permitirá atender los casos de manera adecuada.

¿Cuáles son las zonas más vulnerables en nuestro país?

La violencia es una problemática generalizada. Se sabe de ciertas regiones en las que hay mayores niveles, pero las estadísticas dan cuenta de una parte de la realidad, porque hay mucha gente que no llega a hacer denuncias, porque les es difícil hacerlo. Hay zonas en que los lugares a los que tienen que acudir las víctimas para hacer sus denuncias están muy alejados, lo que les genera no solo un costo económico, sino también emocional y social. A veces son estigmatizadas socialmente cuando denuncian, culpabilizadas cuando lo que hacen es ejercer un derecho. Cuzco, por ejemplo, tiene indicadores de violencia altos, aunque depende de los tipos. En la selva se presentan casos elevados de trata de personas o de prostitución forzada. Creo que hay que mirar el problema como parte de un proceso continuo. En Ayacucho se tuvo violencia (familiar y sexual) antes, durante y después del conflicto armado, en cada momento, con una característica distinta, pero conectadas de alguna forma: ningún agresor (que cometiera dichos actos durante el conflicto armado) ha sido sancionado, ni ninguna víctima ha recibido una compensación, lo cual genera un mensaje: hay impunidad.

¿La situación no ha cambiado mucho en los últimos 20 años?

Si bien han pasado 20 años de la creación del Diploma de Género en la Católica, este tema sigue siendo un tema vigente en nuestra sociedad. Hace 20 años no nos hubiéramos imaginado que íbamos a tener que capacitar funcionarios, porque pensábamos que era una batalla que íbamos a ganar pronto, pero la verdad es que se trata de un proceso lento. Entonces, la capacitación implica generar un cambio no solo en lo conceptual, sino en lo personal. Hace poco nos contaron de un caso en Ayacucho, que a un agresor le habían reducido la pena porque la mujer de la que había sido abusado sexualmente no era virgen en el momento de la violación, ¿qué tiene que ver la historia de la vida sexual de una persona al momento de sancionar a un agresor? Uno se da cuenta entonces que los prejuicios de género juegan un papel importante en la búsqueda de justicia y que todavía se piensa que lo que se persigue es reparar la honra de la mujer. Por ello mismo, esperamos que ese proceso de transformación personal redunde en un mejor ejercicio profesional de los funcionarios y, por ende, mayor justicia y reparación para las víctimas.

Entrevista: Diego Grimaldo

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