La Danza de las Tijeras y la Danza de los Wakones
Sobre los patrimonios culturales y el mercado global.
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Chalena Vasquez
Directora del CEMDUC
Hace mucho tiempo, medio milenio, que empezó la primera globalización cuando Colón llegó a América y las interrelaciones socioeconómicas del mundo sumaron el quinto continente. Aunque se sabe ahora que los chinos y vikingos llegaron primero a nuestras tierras, para los peruanos es, efectivamente, desde la llegada de los españoles, que nos vinculamos con Europa.
Para los españoles, mejor dicho los castellanos que llegaron en plan de conquista y de extirpación de idolatrías, a todas las expresiones artístico-científicas-socio-culturales que no se ajustaban a sus patrones culturales, mentales y religiosos, las tildaron de demoníacas. A las prácticas de medicina las llamaron hechicería y no comprendieron por qué los nativos del Tawantinsuyo trabajaban celebrando con cantos y danzas y brindando con la tierra, las montañas, el agua, el viento, el sol, la luna y las estrellas.
Pueblos que aún defendemos el Agua porque es la sangre de los cerros, porque es el semen de la Pachamama que permitirá fructificar las chacras para darnos alimento, continúan -continuamos- sobreviviendo y reproduciendo la vida en procesos de gran complejidad material y sociocultural.
¿Habrán comprendido las entidades que nominan Patrimonio de la Humanidad a la Danza de las Tijeras que se danza por respeto al Agua y en agradecimiento a los Apus, es decir a las montañas, el agua, el viento… en fin a la energía universal que se encuentra en los recursos naturales, por permitirnos vivir?
Porque si así fuera, si comprendieran la Danza de las Tijeras como parte integral y fundamental de la Fiesta del Agua (y no solamente como un bien patrimonial para comprar y vender en el mercado global de las artes y los bienes exóticos) el primer patrimonio natural/cultural a nominar y defender es el Agua y que todos los pueblos de la tierra cantemos y bailemos desde nuestros propios patrimonios artísticos que son cientos, miles; miles de prácticas culturales y artísticas que defienden integralmente la vida, para evitar la contaminación, el envenenamiento, la falta de respeto a los seres que coexisten con nosotros los humanos, en este universo, en esta tierra.
Y entonces nos alegraríamos cantando hualinas, wifalas, cumananas, ikaros, anen, harawis, wankas, wahaylli, anteq, pukllay, carnavales que celebran la buena lluvia, pinkillos para los manantiales… ¡Haylli! gritaríamos: ¡Triunfo! triunfo colectivo.
Quién sabe serán necesarios muchos Wakones para que, con su mirada de Cóndor y su poder ancestral, con la sabiduría del tiempo, azoten a los mercaderes -como Cristo lo hizo en el templo- a todos los mercaderes de la Tierra, del agua, de la alimentación, de la fuerza de trabajo de las personas… hay demasiados mercaderes, señores Wakones ¿no les tocaría intervenir ya?
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