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“Hay que mirar a las fuerzas sociales que contribuyeron al triunfo de las independencias”

Tras estudiar la historia de América en las cortes de Cádiz, Manuel Chust se interesó por investigar las independencias en esta región, como parte de su tesis doctoral. El docente estuvo en la PUCP en el marco del Proyecto Bicentenario de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas y los cincuenta años del Dpto. de Humanidades. El investigador conversó con nosotros sobre los procesos de revolución independentistas.

  • Manuel Chust
    Catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Jaume I de Castellón (España)

¿Cómo entender la independencia nacional a puertas de celebrar el bicentenario?

Hay que intentar comprenderla desde una mirada del siglo XIX y no desde el XXI. Muchas veces se ha juzgado severamente a la historia, se ha intentado que el siglo XIX diera más resultados de los que dio. Lo que sucedió es que la potencialidad revolucionaria de sectores determinados pulverizó el colonialismo y esto produjo un conflicto social, económico y político que desestabilizó a una sociedad con jerarquías y valores de trescientos años. Si pensamos que la independencia tendría que haber dado lugar a una estabilidad del Estado y de la sociedad, nos equivocamos.

¿Fueron los  procesos de las independencias iberoamericanas, y la del Perú, procesos de revolución?

Hay que mirar los  procesos de independencia como periodos históricos donde la proclamación no es, en la mayoría de ocasiones, el final, sino el inicio, y ver los precedentes y lo que sucede después. Hay que hacer un registro de ese desarrollo histórico que da lugar a un cambio de Estado. Es discutible, pero considero que hubo un cambio, de un Estado absolutista se pasó a un Estado Nación.

Además, los procesos de independencia se han estudiado a niveles nacionales, sin embargo en 1808 y 1810 los estados nación no existían con fronteras definidas, tal y como los conocemos en la actualidad y, a mi forma de ver, se conforman tras esos años. Ahí es donde interpreto que hubo una revolución. Pero a lo mejor, la potencialidad de la palabra despista al lector pensando en una revolución soviética, francesa, y lo que digo es que este cambio hacia un estado nación no produjo un sistema democrático, sino uno liberal. El liberalismo propone sufragios censitarios, es decir, solamente tienen derecho de voto aquellos que tengan una determinada renta económica,  y no la mayor parte de la población. En un estado democrático solo se piden dos condiciones, la edad y  la nacionalidad.

¿Cuáles son los mitos que aún existen y que es necesario derribar para una mejor comprensión de la independencia?

En los procesos de independencia prima el reconocimiento de la individualidad, pero eso fue una construcción de las fiestas patrias y de la historia nacional. Hay que preguntarnos quiénes lucharon detrás, quiénes apoyaron a San Martín o a Simón Bolívar. Hay que mirar a las fuerzas sociales, como la población indígena, cimarrona, negra, mulata, mestiza y las clases populares que no tenían tantos rostros identificados, pero que contribuyeron de una forma armada, política, económica y social al triunfo de las independencias. Uno de los aspectos olvidados y muy recuperados en los últimos años es el papel de la mujer.

¿Por qué considera que las independencias deberían estudiarse desde un enfoque continental?

La historia nacional ganó la partida a una universal americana. Hay pocos manuales sobre una historia general de las independencias. Cada país editó su propia historia, al margen de las otras independencias como si fueran autónomas. Sabemos que todo estuvo relacionado y que el proyecto, especialmente en Sudamérica, fue consolidar las independencias porque se pensaba que la monarquía española siempre tendría un territorio por el cual seguir amenazando al continente.

¿El estudio de los procesos de independencia puede ayudar a comprender la desigualdad que todavía vemos en la actualidad?

Hay que matizarlo. La sociedad colonial era una sociedad desigual dentro del feudalismo y el absolutismo. La sociedad actual, seguramente, tiene niveles de mayor desigualdad económica entre la minoría más rica y la mayoría más pobre, pero esa desigualdad es capitalista. Una parte de los historiadores estableció en los años sesenta y setenta, que el subdesarrollo de América Latina provenía del colonialismo. Yo discrepo. Lo que primaba como relaciones económicas en el siglo XVI, XVII y XVIII eran relaciones de producción feudales y en el siglo XIX y XX, fueron relaciones de producciones capitalistas. Ahí se produce una dependencia y un sistema subdesarrollado de américa latina.

¿Usted diría que el subdesarrollo no es una herencia colonial?

Indudablemente, fue una herencia colonial, pero la raíz de la dependencia procede de la situación capitalista. Además, si planteamos que el atraso en América Latina proviene de la colonia, decimos que las clases privilegiadas y oligárquicas  latinoamericanas en el siglo XIX y XX no tuvieron ninguna responsabilidad con la apropiación de la mayor parte del producto interior bruto y la adjudicación de la gran propiedad. No evadamos la responsabilidad. Si decimos que el subdesarrollo provenía de la colonia, entonces las grandes multinacionales de USA que invierten y someten en el siglo XX a América, tampoco tienen nada que ver.

El Perfil

Nombre: Manuel Chust
Nacionalidad: Española
Trayectoria: Especialista en las independencias iberoamericanas. Es catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Jaume I de Castellón (España) y director del Master de Historia de las revoluciones de independencia en el mundo iberoamericano y del Master en Historia Militar de las Guerras Contemporáneas. Fue presidente de la Asociación de Historiadores de América Latina (AHILA).

¿Para qué nos visitó?

Evento: Presentación del libro “Los miedos sin patria. Los temores revolucionarios en las independencias iberoamericanas”, editado por la Dra. Claudia Rosas (PUCP) y el Dr. Manuel Chust.
Organizadores: Facultad de Letras y Ciencias Humanas – Especialidad de Historia

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