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“Frida no inventó un look, pero sí lo perfeccionó”

El Dr. James Oles, especialista en arte latinoamericano y docente en Wellesley College, brindó una conferencia magistral en el Encuentro Internacional de Investigadores de Posgrado: Artes visuales y curaduría en Hispanoamérica, organizado por nuestra Maestría en Historia del Arte y Curaduría. Aquí nos da nuevas perspectivas sobre Frida Kahlo y Diego Rivera.

  • James Oles
    Docente en Wellesley College, EE.UU.
  • Texto:
    Oscar García Meza
  • Fotografía:
    Ilustración: Gabriela Pérez
  • Fotografía:
    Tatiana Gamarra

Sobre las obras de Frida Kahlo y Diego Rivera se ha publicado bastante. ¿Cómo hacer una investigación novedosa sobre ellos?

Diría que con Frida es cada vez más difícil porque hay muchos estudios de gente muy capacitada e inteligente. Por su parte, la obra de Rivera es tan basta que una solo pieza puede resultar una fuente muy interesante para explorar. Eso es, precisamente, lo que me gusta hacer. Tomo un solo objeto de estudio –ya sea un cuadro, un mural o una serie de fotos- y entro muy a fondo. Lo importante es descubrir cosas que nadie más ha dicho.

Comúnmente se cree que el motivo principal de la obra de Kahlo es su propia vida, ¿sus pinturas son una suerte de autobiografía?

Hay muchos autorretratos que obviamente son autorreferenciales, pero creo que solo una parte su obra tiene que ver con su vida. Prefiero ir más allá de la biografía, porque si nos detenemos demasiado en ella no nos damos chance de ver otros aspectos importantes, como sus relaciones con las vanguardias internacionales, el contexto del México posterior a la revolución, su obra en comparación con el surrealismo, entre otros. Si bien su biografía es muy entretenida y relevante, tampoco lo es todo.

¿De qué manera se influenciaban y complementaban Kahlo y Rivera?

Cuando se casaron, a finales de los 20, Diego Rivera era el artista más famoso de América. ¿Cómo podía ser tomada en cuenta ella si también se dedicaba al arte? Para eso se inventa una personalidad muy teatral – algo que no es accidental- convirtiéndose en un personaje, una superstar de su tiempo. En mi opinión, Rivera es el artista político que lucha en el espacio público mientras que Kahlo juega más en el espacio privado. Se complementaban mucho y se peleaban, pues eran dos genios en la misma casa.

La exposición que brindó se titula Nuevas lecturas de la obra de Diego Rivera en la Secretaría de Educación Pública, espacio en el cual usted realiza visitas guiadas ¿cuáles son esas nuevas lecturas a las que se refiere?

Los murales de Diego Rivera, tanto aquellos ubicados en Ciudad de México como en Estados Unidos, son muy complicados. Tienen tantas referencias visuales a la historia: las culturas populares, las luchas revolucionarias, los héroes, entre otros temas, que es imposible consignarlas todas en un libro.

En la conferencia hablé de uno de sus más conocidos tableros, en el cual aparece Frida en el centro. Si bien hay muchos estudios al respecto, al realizar las visitas guiadas notaba que no cuajaba lo que había leído sobre la obra con aquello que veía. Volví a leer las investigaciones sobre ese mural y descubrí que las interpretaciones que manejamos eran imposibles de probar. Sucede que como los expertos o nuestros profesores nos dijeron eso, no lo cuestionamos hasta que tropezamos con un dato y decimos “a lo mejor no era así”. La inocencia a veces puede ser más astuta porque mira con ojos frescos y no está cegada por tanta lectura y discurso como los académicos.

Usted tiene una interesante teoría sobre la obra de Frida Kahlo: el travestismo cultural. Cuénteme en qué consiste

Ella se vistió como indígena mezclando diferentes culturas. Combinaba zapatos chinos con una falda de tela negra, que se había mandado hacer, y una camisa indígena. No buscaba copiar algo directamente del pueblo, ni buscar la autenticidad, sino actuaba como una persona de teatro o vodevil. Hoy en día eso es común, pero en los años 20 o 30 no era usual que una mujer de clase media o alta usara ropa indígena. Kahlo era media alemana y criolla, entonces al hacer esto realiza un statement: “soy más mexicana que los mexicanos”.

¿A qué atribuye el hecho de que Frida Kahlo sea un ícono aún vigente, tanto en el plano del feminismo como en su look?

Es curioso que la gente tome como símbolo feminista a una mujer que no era la más independiente en el México de esa época. Considero que mucha gente siente que sus cuadros le susurran sus secretos de vida y obsesiones. Se siente cercana porque se ocupaba de cuestiones sexuales, de género y salud que son problemas que tenemos aún hoy en día. También hay esta visión –no tanto por su obra sino por su biografía– de ser el ejemplo de alguien que, no obstante el dolor y los problemas, luchó por salir adelante.

Su look es inconfundible. Las cejas, el vestido, el tocado. Si me mencionas mujeres artistas de la época o actrices de Hollywood, yo, simplemente, no puedo imaginar cómo se vestían. Frida no inventó un look, pero sí lo perfeccionó, al igual que la manera de decorar su casa con arte popular y colores fuertes.

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