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"Información, comunicación y conocimiento son conceptos que van juntos"

Las diferencias en el acceso a las tecnologías digitales forman parte de las preocupaciones de los Estados. La alfabetización digital parece ser la ruta hacia el desarrollo y la solución a los problemas sociales. ¿Y si la solución es escucharnos sin mediación? Jorge González, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias en el área de Epistemología Genética, fue invitado por la Maestría en Comunicaciones de nuestra Universidad para exponer sobre el desarrollo de cibercultur@s y comunidades emergentes de conocimiento.

  • Jorge González
    Miembro de la International Sociological Association, de la Complex Systems Society y de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de Comunicación (ALAIC)
  • Texto:
    Sharún Gonzales
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

¿Qué es una cibercultur@?

Me refiero exactamente a lo contrario a lo que todo el mundo piensa de ella. Voy a empezar por lo que no es. No es navegar en internet. No es lo que pasa en el ciberespacio. No es la nueva moda. No es lo que pasa en los cibercafés. Yo uso la palabra cibercultur@ con arroba al final. La gente piensa que voy a hablar de internet o del correo electrónico. «Ciber» no tiene nada que ver con computadoras. «Ciber» viene de la palabra griega kybernetes que hace referencia al timonel, al piloto del barco. Alguien que es capaz de llevar a una nave o un coche por un derrotero. La uso como capacidad de autodeterminación. Crecer es ir haciéndote cada vez más autodeterminante. Es posible conseguir grados de autodeterminación. Desarrollar tiene que ver con «cultur», que hace referencia a cultura, cultivar. Y la arroba es el único signo del teclado que está en dos dimensiones, lo más cercano a un helicoide. Es una espiral en volumen. Esa arroba es una “a” que no cierra. Esa arroba puede representar un bucle de retroalimentación positiva. Es decir, un círculo virtuoso que se parece mucho a la inteligencia, a lo que potencia el conocimiento, que es nuestra capacidad de resolver problemas usando el intelecto. Decidí estudiar el efecto de la tecnología entendida como un vector. Las tecnologías llamadas de información y comunicación tienen un costo fuerte, porque, al menos para mí, información, comunicación y conocimiento son conceptos que van juntos.

¿Cómo se entienden las tecnologías como vector?

Lo que sostengo es que cuando no asumimos las llamadas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como unas tecnologías de conocimiento (es decir, mutilamos la «C» del conocimiento), entonces se vuelven tecnologías de desconocimiento, desubicación, desorientación, desterritorialización y deshumanización. Olvidar que la dimensión de conocimiento va con la información y la comunicación implica que el debate contemporáneo siga siendo sobre las TIC.

¿Cómo hacemos para que ese vector dé la vuelta?

Lo que hacemos es desarrollar cibercultur@ que, por una parte, es un objeto de estudio y, por otro lado, es una forma de retejer el tejido social dañado. Toda la atención del mundo académico y de la investigación, y el mundo teórico de la política, estaba volcada en la información. Ya somos globales, somos mundiales, y no niego que las tecnologías digitales y la comunicación mediada por computadoras tenga una relevancia muy importante. Sin embargo, hay que resolver problemas concretos, graves. Tener computadoras, navegar en internet y “dar acceso” a la plataforma del conocimiento no alivia esos problemas. Lo que hace la gente es entrar si puede. A nosotros no nos importa esa plataforma. Nos importa cómo se define un problema que es recurrente y que no se puede resolver, qué les duele, qué cuesta dinero, sangre, personas. Lo que hacemos nosotros, como investigadores, es facilitar un proceso para que estas personas sean escuchadas.

¿Es como volver a otras formas de comunicación?

Como volver a hacerse caso uno a uno y entonces conversar los problemas. Cuando pones a conversar a dos personas, se pueden construir mundos maravillosos. Esa conversación es muy productiva. Lo que hacemos es ayudar a la gente a desarrollar tres culturas: la de información, la de comunicación y otra de conocimiento. Las personas quieren resolver sus problemas, pero antes tienen que ponerse de acuerdo en cuáles son. Aunque los vivan, nombrarlos puede ser difícil. Cuando lo haces, lo puedes definir. ¿Cuál es la situación que estamos viviendo y cuáles son los costos que estamos pagando? Hay muchos problemas en las comunidades y cuando la gente se pone a escuchar, el mundo se reorganiza porque se coordinan acciones, se comunican para generar su propia información.

¿Esta perspectiva se opone a la idea de las TIC como herramientas para democratizar el conocimiento?

No he visto cómo pueden democratizar el conocimiento. Lo que veo, y no me refiero nada más a la brecha digital, es el uso diferencial de ellas. Cada vez, las tecnologías son más individuales. Creo que eso está modulando, de alguna manera, la cultura contemporánea de manera muy fuerte.

¿Con qué herramientas se ha querido trabajar la investigación en brecha digital?

Soy conceptualmente muy crítico respecto a la brecha digital. Hay toda una tendencia a «hiperdescribir», y una escasa y deficiente teorización. No conocemos los procesos, no tenemos una teoría, una representación de los procesos que nos permita entender cuáles son las transformaciones en el curso del tiempo, en ciertas estructuras, que nos ayuden a entender por qué ese cuaderno está ahí y por qué la gente es como es. Ante una falta de teoría, lo que tenemos es un montón de descripciones, lo que empeora en el área de comunicaciones porque tenemos años haciéndolas. Eso nos ha llevado a adoptar modas intelectuales muy sexys. Se va de la brecha digital a las mediaciones, y nos adaptamos o repetimos de manera política y académicamente correcta, pero hay poca investigación de fondo.

Entonces, ¿el problema no es el concepto de brecha digital, sino la forma en que se la ha investigado?

La forma como la conciben es la de «pobrecitos, los que no acceden y tiene muy poca capacidad de descripción y de explicación de lo que está pasando». A la gente de la universidad le toma trabajo definir cuál es su problema práctico. ¿Qué pasa si no hacen su investigación? Pues no se titulan y ese es un problema relevante para el mundo. El dicho “más tecnología, mejor educación” es absolutamente falso. Nunca ha funcionado así, pero nos lo venden de esa manera. Eso suena muy bonito. La globalización es una forma de imposición política. Las políticas de tecnología y brecha digital no tienen ningún sentido. Creo que hay muchos problemas en las comunidades. Cuando la gente se pone a escuchar, el mundo se reorganiza porque coordina acciones, se comunica para generar su propia información. Eso es lo que nosotros queremos facilitarles y que ellos sean capaces de diseñar sus propios sistemas de información, sus propios sistemas de comunicación y sus propios sistemas de conocimiento.

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