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"El problema del subempleo está asociado con el de tránsito"

Este lunes 20 de julio entra en vigencia el nuevo Código y Reglamento de Tránsito; por ello, conversamos con el profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Pablo Vega Centeno, quien analizó sus alcances y el contexto en el cual se inscribe.

  • Pablo Vega Centeno
    Urbanista y docente del Departamento de Arquitectura

¿Cuál es su opinión sobre el nuevo reglamento?

El nuevo código busca mayor exigencia en la normatividad, es más severo, pero no parece ser parte de en un plan integral. Lo que se ha hecho es identificar, ideológicamente, a un «enemigo común» (los choferes de micros, taxis y combis), pero no se ha se ha pensado en una forma eficiente de solucionar el problema de fondo, que es la forma en la que trabajan estos señores y el contexto en el cual lo hacen.

El transporte colectivo no tiene empleados a los que se les pague por jornada o por mes. Lo que ellos hacen es alquilar un vehículo, un taxi o un micro, y tratar de resolver la necesidad de dinero del día con el número de pasajeros transportados. ¿Cuál es el objetivo fundamental de la circulación para estos conductores? Subsistir. Esa es la prioridad. Entonces, el respeto a las reglas de tránsito se subordina.

¿Qué se está haciendo para resolver, o por lo menos enfrentar, este problema de fondo?

El gobierno central se lava las manos desde la década de 1990, cuando se liberalizó el transporte como modo de resolver los problemas vinculados con él. El primer aliado de la informalidad es el propio Estado: alienta la importación de autos usados, establece medidas para aumentar el número de taxis. Es evidente que el problema del subempleo está asociado con el de tránsito, pues se brinda como una solución el aumento de unidades en las calles.

Se debe apuntar a reducir drásticamente el número de unidades de taxis, implementar medios de transporte colectivo grandes para evitar la sobrepoblación de unidades pequeñas. Hay que ser concientes de que la informalidad es el común denominador y que ha sido fomentada desde el mismo Estado. Se debe pensar en alternativas para las muchísimas familias que tienen a la movilidad como fuente de ingreso.

Frente a ello, ¿qué soluciones resultan imaginables en nuestra ciudad?

Una alternativa que es recuperar espacios públicos, o generarlos, para que haya en ellos comercio ambulatorio controlado. En teoría, en los años noventa se resolvió el problema del comercio ambulatorio en Lima, pero lo que se hizo fue trasladarlo a la vía… Debe haber propuestas más integrales y creativas. Con medidas únicamente punitivas será difícil cambiar el sistema de transporte. Además, los gremios de transportistas tienen mucho poder: Con el primer paro lograron que se baje sustancialmente las nuevas multas. Eso tiene que ver con la principal fragilidad de este código: toda la campaña está pensada en términos punitivos. Si queremos que el nuevo reglamento sea eficiente, debemos trabajar en muchas otras dimensiones: institucionalidad, mejores condiciones para los policías, campañas de conciencia ciudadana más allá de los conductores, etc.

¿Qué otros problemas afrontamos en la ciudad?

Un problema grave de esta ciudad es que hay una marcada estratificación que se expresa en la vía pública. Quien tiene un medio de transporte grande, es más importante; quien maneja un vehículo chico, está en el siguiente nivel; y quien va a pie, es el marginal. Además, tenemos un grave problema de diseño de nuestra ciudad. Hay cosas que no se explican… Por ejemplo, esel semáforo que tenemos fuera del campus, en el cruce de Bolívar y Universitaria. Para nadie queda claro qué sentido tiene la presencia de ese semáforo. Si hay un crucero peatonal a doble nivel, ¿para qué está ahí? La solución a estos problemas están más allá del incremento de castigos en el reglamento de tránsito.


Entrevista: Pablo Torrejón
Foto: Guadalupe Pardo

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