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"El problema de fondo es qué peso estamos dispuestos a dar a las creencias religiosas en nuestra cultura y en nuestras instituciones"

Especialista en filosofía del derecho, visitó la PUCP para realizar una conferencia que tuvo como tema las caricaturas de Mahoma. Él plantea la pregunta de si se trata de libertad de expresión o si estas cruzan la raya para convertirse en blasfemia. Conversamos con el jurista tomando como ejemplos los casos del diario danés Jyllands-Posten y más reciente, el francés Charlie Hebdo.

  • Manuel Atienza
    Docente de la Universidad de Alicante (España)
  • Texto:
    Susana Navarro
  • Fotografía:
    Víctor Idrogo

Usted menciona una clasificación para mostrar las posturas que se pueden dar frente a este problema.

Esta es una clasificación de cómo se entiende el problema, de si cabe o no poner límites a la libertad de expresión por motivos exclusivamente religiosos, no solo por decir que afecta a una persona, como sería el caso de un insulto. La cuestión es ver si hay algún limite a la libertad de expresión que consista en afectar las creencias religiosas, por ejemplo, al hacer una caricatura de Mahoma. Si los religiosos islámicos piensan que está prohibido y que es una ofensa o una blasfemia dibujar a Mahoma, entonces cabe preguntarse cómo solucionas las cosas.

¿En qué consiste esta clasificación?

En la primera postura, algunos dirán que las creencias religiosas están  por encima de la libertad de expresión, es un límite absoluto, los periodistas nunca podrían publicar algo que resulte ofensivo a los creyentes de determinada religión, el problema es saber los creyentes de qué religión, cuando había una única religión en un determinado ámbito social la cosa quedaba claro pero ahora no es así.

En la segunda postura, están los que dicen que en ese conflicto pesan lo mismo, la libertad de expresión y las creencias de la gente, porque la libertad de expresión es un derecho fundamental y un valor del mundo occidental, pero las creencias religiosas que tienen los islamistas, constituye una parte de su identidad, es decir, para ellos es sagrado y pesan lo mismo.

La tercera es una postura que defienden la mayoría de los tribunales de derechos humanos, en principio hay que dar una preferencia a la libertad de expresión, es decir, que un periodista puede publicar algo aunque resulte ofensivo para el otro y el otro debe aguantarse, y que la libertad de expresión es una demostración de un ámbito democrático, pero hay excepciones, por ejemplo, si publicas algo ofensivo refiriéndose al caso de la religión cristiana como usar a Cristo o a algún santo en alguna actitud pornográfica, eso no contribuye al debate de ideas por lo que estaría justificado que se prohíba o sancione de alguna manera.

En la cuarta, tenemos el liberalismo más radical, que es un derecho a la irreverencia mientras no afecte a las personas, aunque al mismo tiempo uno pueda pensar que hace mal o es inadecuado pero el derecho no habría de intervenir. Para discutir sobre este tema, me parece que deberíamos partir de esta clasificación para ver con cuál nos quedamos.

En Europa, ¿cómo regulan este límite de la libertad de expresión en el caso de creencias religiosas?

En el campo de la regulación, en Europa tenemos la Convención de Derechos Humanos que se aplica en los tribunales y el artículo 10° establece la libertad de expresión y ciertos límites. Aunque lo hace de manera genérica; la ha llevado a temas como este, donde existen obras teatrales o películas con este tipo de contenido y en ese caso supondríamos una trasgresión justificada a la libertad de expresión. El tribunal muchas veces no puede aplicar reglas muy precisas porque no existen, tiene que utilizar y plantear criterios muy abiertos. Al momento de aplicarlos y construir un razonamiento, uno de los elementos que usa es este, si contribuye o no a un debate, aunque se sientan ofendidos los creyentes, mientras se pueda ver como una contribución al debate de ideas y no como algo gratuito, ‘ofender por ofender’. Ahora, cuando se presenta un caso concreto, también puede ser difícil de establecer si es un debate de ideas serio o ofensa gratuita.

¿Por qué es más fácil hacer una prohibición o censura ante temas como el Holocausto, pero no hay consenso con el tema de la religión musulmana?

Porque las actitudes son distintas. Lo que ha pasado es que si retrocediéramos a la época de la edad media, la actitud de intolerancia religiosa era mucho más fuerte en el caso de los cristianos que en el caso de los musulmanes o judíos; pero luego la religión cristiana, por así decirlo, fue adoptada en el mundo occidental como consecuencia de la ilustración, la combinación de Kant, los derechos humanos y la idea del individuo, entonces las religiones se fueron aclimatando a esas nuevas ideas, se volvieron más tolerantes y efectivamente, los católicos o cristianos de hoy en día puede no gustarles las caricaturas del Papa pero no tienen reacciones semejantes a las que ocurre en el Islam. Ellos no tuvieron la ilustración por lo que su concepción de la religión es distinta y no están dispuestos a aceptar la irreverencia o la blasfemia. Nosotros hemos aceptado que eso forma parte de nuestras tradiciones y de nuestra cultura, pero ellos no. Si el mundo fuese distinto y hubiera una homogeneidad ideológica, no sucedería nada, pero no es así.

Con respecto a las caricaturas de Mahoma, si bien no son ilegales, ¿cabría una regulación sobre ellas?

Sería muy difícil, porque se trata que ellos querían ser ofensivos, incluso esto formaba parte del ideal de la revista, eso de provocar a la gente, pero si ofendes a alguien de manera personal, sí está prohibido y tiene sus consecuencias. Pero esto termina siendo un tema cultural, el problema de fondo es qué peso estamos dispuestos a dar a las creencias religiosas en nuestra cultura y en nuestras instituciones, si aceptamos que sea o no un límite a la libertad de expresión; en el mundo occidental la tendencia es que sí, también hay que recordar que el mundo islámico no es tan pequeño, es una de las grandes civilizaciones con las que se llega a chocar.

El Perfil

Nombre: Manuel Atienza

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