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"El Estado peruano debería hablar' español, quechua y aimara" '

El reconocido investigador español visitó nuestro país y ofreció una clase magistral sobre la simplificación del lenguaje en las entidades del Estado. En esta entrevista nos explica porqué uno de los porblemas fundamentales de nuestras democracias es la falta de comunicación eficaz.

  • Daniel Cassany

¿Cuál es el vínculo del lenguaje con la ciudadanía?

La idea de fondo es que la democracia está vinculada con la escritura. No hay una relación directa, pero, históricamente (en Occidente) la democracia se desarrolló con la diseminación de la escritura. Cuando manda el rey, lo que él dice es ley. Un día puede decir x, pero al día siguiente dice z, y los demás nos aguantamos. En cambio, cuando la ley se escribe, deja de ser de nadie o de alguien, y pasa a ser de todos.


¿Qué significa esto?

Que la ley es igual para todos. Se desarrollan nociones vinculadas con el acceso a la información, la libertad de expresión, el ejercicio de deberes y derechos. Todas están relacionadas estrechamente con la manera como se disemina la información que, en muchos casos con la escritura o con una oralidad formal que tiene la escritura.


¿Y qué impacto tiene la forma en que se disemina esta información?

Debemos empezar por entender que no existe el «lenguaje» pues lo que existen son discursos dichos o elaborados por alguien, por una persona concreta. Existe lo que usted acaba de preguntar y existe lo que yo estoy respondiendo. Todos estos discursos son siempre el resultado de alguien que dice algo. Este alguien siempre es una persona ubicada en algún lugar del mundo: o es español como yo, o es peruano como usted. Puede ser ateo, católico, hindú o musulmán y ve el mundo desde su punto de vista. En efecto, no existe un lenguaje objetivo, que sea reflejo de la realidad. Lo que existe en el discurso de cada persona es el reflejo de su mente, de su mirada.

Ahora bien, y aquí la respuesta a su pregunta, estos discursos terminan configurando la manera como nosotros vemos la realidad. Es decir, nos formamos y aprendemos a través de ellos. Por eso es importante hablar de «los alumnos» y de «las alumnas» para no discriminar y ese tipo de cuestiones.

Usted plantea que el ejercicio de la ciudadanía está íntimamente relacionado con la regulación y simplificación del lenguaje público. ¿En qué consisten esto?

Desde los años ochenta, las democracias más avanzadas se dieron cuenta de que había grupos de la población que se sentían muy poco implicados en el gobierno, ¿y por qué? Porque no entendían lo que el gobierno les «decía». A partir de ese momento se desarrollaron políticas para profundizar en la democracia, hacerla más madura, participativa y justa. En este contexto, uno de los instrumentos utilizados fue el lenguaje.

Me explico: si simplificamos el enrevesado lenguaje oficial habrá más democracia pues la democracia implica que todos tenemos los mismos derechos y, una forma de garantizarlo, es que todos podamos acceder a la misma información y que esta sea accesible para todos. No hay democracia si no entendemos lo que el Estado dice.


¿Qué cambios se produjeron?

A partir de esa época, los países (fundamentalmente los anglófonos y europeos) instauraron la iniciativa de que, por ejemplo, las leyes, sentencias judiciales, documentación administrativa, etc., estuvieran escritas de tal manera que pudiera entenderlas todo el mundo. Esto ha funcionado de manera distinta en cada país: en Estados Unidos, por ejemplo, la simplificación del lenguaje está muy asociada con la rentabilidad económica. Es decir, quien tiene una empresa con documentación compleja, barroca, incomprensible, tendrá como consecuencia muchos gastos y pérdida de tiempo. En cambio, si la información es simplificada, los procesos de producción se simplifican también.


¿Esta práctica -la regulación y simplificación del lenguaje público- se ha llevado a cabo también en los países «no desarrollados»?

Sí, hay algunas iniciativas interesantes. En México es donde más se ha trabajado. Tienen una web fantástica, que pertenece al proyecto «Lenguaje ciudadano». Aquí, el gobierno de Fox desarrolló un programa de eficacia y transparencia en el gobierno que incluía distintos puntos y uno de ellos era la simplificación del lenguaje. Hicieron dos congresos internacionales, elaboraron varios documentos y manuales de redacción simplificada que se pueden descargar de la red gratuitamente. También capacitaron a los funcionarios públicos y han avanzado bastante. En Chile también se ha trabajado, sobre todo a través del Senado, que tiene un manual de estilo para garantizar que sus sesiones sean escritas de manera simplificada.


¿Cómo debe aplicarse esta simplificación y regulación si se trata con una ciudadanía diversa en términos lingüísticos y culturales como la peruana?

Como en España, donde las documentaciones se hacen en las distintas lenguas del Estado. Aquí en el Perú, el Estado peruano debería hablar español, quechua y aimara, y todas las lenguas oficiales. Si realmente una persona nacida en Puno tiene los mismos derechos que una nacida en Lima, el Estado debe hablarle a uno en quechua y al otro en castellano. Si esto no ocurre, no se puede hablar de igualdad de derechos.


Foto: Guadalupe Pardo

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