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"Aunque Arguedas se expone al fracaso, su obra se atreve a quebrar las apariencias"

El profesor William Rowe, catedrático de Poética en el Birbeck College (Londres), dictó hace unos días un «Curso sobre Walter Benjamin», el cual fue organizado por el Departamento Académico de Humanidades y el Centro de Estudios Filosóficos de la PUCP. Asimismo, participó activamente en el «Congreso Internacional Arguedas: la dinámica de los encuentros culturales». En la presente entrevista, el profesor Rowe explica diversos puntos del pensamiento de Walter Benjamin y algunas apreciaciones personales acerca de la obra de José María Arguedas.

  • William Rowe

Profesor Rowe, ¿cómo definiría el pensamiento de Walter Benjamin en conjunto?

Diría que es un pensamiento muy singular. Ninguna persona logró reunir como él el marxismo, distintas corrientes teológicas, la crítica del arte, la historiografía y la práctica del historiador. Es un pensamiento disconforme, en plan de construir y destruir, no de redondear un conocimiento, con una tremenda riqueza en cuanto a crítica a la Modernidad. En Benjamin encontramos un compromiso con la transformación revolucionaria de la sociedad, así como un compromiso con las experiencias estética y religiosa relacionadas con la iluminación. Además, Benjamin era muy riguroso y preciso con sus categorías a diferencia de otros pensadores posteriores. 

¿Cuál sería el principal aporte de las ideas de Benjamin para explicar y entender la sociedad contemporánea?

Pienso que la mayor fuerza de su pensamiento consiste en que no admite recurrir a coartadas y pretextos frente a la absoluta necesidad de cambiar la sociedad. Va al fondo de cada elemento: tecnología, arte, relaciones sociales, capacidad humana de percepción, entre otras categorías. En cierta forma, Benjamin se asemeja a Marx en tanto que ambos escribieron textos para generar las fuerzas necesarias para cambiar la realidad

¿Cree que la posmodernidad ha relativizado o confirmado las ideas que tenía Benjamin acerca del arte?

En su ensayo «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», él propone que el arte bajo nuevas condiciones técnicas deja de existir y se convierte en otra cosa, pero las relaciones sociales impiden que esa transformación se lleve a cabo. Algunos críticos como Fredric Jameson señalan el doble filo del quiebre posmoderno: entre la apertura y la posibilidad de transformación social, y su simultánea cancelación. Entonces, aunque no se puede hablar en general de una única «corriente posmoderna», buena parte de sus diversas variantes no asume el llamado de transformación general y la posibilidad de que las clases dominadas en el fondo tendrían que jugar un papel protagónico en las nuevas posibilidades técnicas, lo cual, en contraste, es parte fundamental en el ensayo de Benjamin.

¿Hasta qué punto un concepto como el de «Historia», muy caro a Benjamin, sigue siendo válido hoy en día luego de haber sido puesto en crisis por diversas teorías post-estructuralistas?

Es un problema complejo. Un modo de salvar el problema de la categoría «Historia» es pensarla en un grado cero, una categoría en la que todavía no habría discursividad. Creo que Benjamin apuntaba a eso, a un grado cero del discurso, que en términos lacanianos sería «lo Real». Se podría plantear que frente al post-estructuralismo, Benjamin plantea una necesidad de que nos relacionemos con la Historia, con aquello que se llama antagonismo social de la historia material, la «lucha de clases». La posición relativista post-estructuralista no se concilia con Benjamin, porque en él hay una demanda ética, una demanda de justicia que no se concilia con el relativismo. 

En tal sentido, ¿qué relación establece Benjamin entre Verdad y mesianismo, otro término muy valioso de su pensamiento?

Es una relación fuerte. Lo mesiánico es aquello que rompe el régimen de las representaciones dominantes; el Mesías no sólo suspende el tiempo sino también dichas representaciones, lo cual se relaciona con la Verdad. Para Benjamin, el mayor impedimento para llegar a la Verdad sería la mercantilización de las representaciones. Su proyecto era justamente romper la apariencia de la mercancía. La Verdad para Benjamin no está disponible para aquél que solamente acumula conocimiento, y por afirmarlo lo jalaron en su examen doctoral.

¿Cuál sería, entonces, la vía de acceso a la Verdad?

Ésa es realmente la pregunta. Vivimos en un tiempo de grandes cambios, por lo que nos puede ser útil esa noción de la suspensión del tiempo por lo mesiánico. Lo mesiánico nos emplaza a relacionarnos con el presente como el momento en que todo, incluso lo que se cree como Verdad, puede cambiar. Ello es una demanda muy fuerte. Para Benjamin, la creación de otra realidad y otra sociedad puede irrumpir en el tiempo del ahora. Es difícil pensar eso hoy en día. Actualmente, se cree que el tiempo va hacia adelante. Pero desde hace unos dos años, ya no sabe si en verdad va hacia adelante. Es la primera vez que eso sucede en sesenta y cinco años de dominación occidental por medio de la socialdemocracia y la democracia del mercado de crecimiento continuo. 

Pasando a otro tema, Ud. participó en el reciente Congreso Internacional sobre José María Arguedas realizado en la PUCP, e incluso lo clausuró. ¿Qué destacaría de este evento?

Destacaría que el Congreso ha suscitado, entre la gente joven, una lectura fresca, y puntos de vista animados y variados. Por otro lado, destacaría la cantidad de personas que han venido de muchos lugares no solamente del extranjero sino sobre todo del Perú. Yo diría que este evento ha mostrado cómo sentimos el impacto del nombre de Arguedas reflejado en la realidad peruana. 

¿En qué cree que radican la fuerza y vitalidad de obras como Los ríos profundos o El zorro de arriba y el zorro de abajo?

En la obra de Arguedas, hay un trabajo estético con el lenguaje, con las palabras, con las cuales trabaja usualmente para hacer estallar el sentido social y la realidad imperantes. En sus textos, Arguedas tiene una capacidad para crear otro tipo de lenguaje que nombra al mundo contrariamente a lo que impera. Así, él se atreve a romper las apariencias. Aunque se expone al fracaso, él se atreve, no solamente a relatar las apariencias, sino sobre todo a quebrarlas, en términos muy benjaminianos. En tal sentido, el profundo trabajo tanto con la representación como, sobre todo, con la imagen va al fondo del sentido de la vida. Lo fundamental es el quiebre que introduce en la imagen, en la luz, en lo visual. Los ríos profundos, por ejemplo, tiene una cualidad particular: tiene una intensidad que reformula el mundo visual, que contaría las apariencias imperantes para escindirnos.

Finalmente, ¿cree que Arguedas ha recibido el homenaje y reconocimiento que se merece?

No tengo el derecho de decir que sí o que no. Pienso que es evidente que su obra sigue relumbrando y vibrando. Yo creo que la pregunta no es si ha recibido el reconocimiento que merece. La pregunta es, más bien, si nosotros nos hemos merecido a Arguedas, si le hemos dado la lectura y la respuesta que nos exige.

Entrevista: Jesús Hidalgo

Foto: Mario Lack

Etiquetas:
rowe benjamin

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