Un equipo de PuntoEdu viajó junto a estudiantes del curso de Glaciología de la carrera de Geografía y Medio Ambiente de la PUCP a las cordilleras La Viuda y Raura, ubicadas en el límite de las regiones Lima, Junín, Pasco y Huánuco, para observar de cerca un fenómeno global: la irreversible reducción y desaparición de sus glaciares tropicales. La expedición, compuesta también por un grupo de investigadores de riesgos e inseguridad hídrica, constató la urgencia de multiplicar iniciativas para mitigar y, en paralelo, fortalecer la adaptación al cambio climático en un entorno sin estos extraordinarios reservorios naturales de agua dulce.
Reportaje: Gabriela García
“Es probable que en unos años, cuando volvamos, estos últimos glaciares ya no existan”, comentó a sus estudiantes el Dr. Fabian Drenkhan al bajar del bus cerca de la laguna Chuchón, a orillas de la Cordillera La Viuda, a unos 4,403 m s. n. m. El primer impacto del grupo fue comprobar que Lima tiene su propia cordillera nevada, aunque se haya revelado ante los ojos de todos como un paisaje semiárido. En La Viuda, una de las cordilleras más importantes de la sierra limeña, queda solamente un área glaciar de 4 km² de lo que fue un extenso glaciar, ahora al borde de la extinción.
La Viuda no es la única cordillera de la región Lima. También están Raura, Huayhuash, Chonta y Central, que no solo se encuentran a 4 o 5 horas de Lima Metropolitana, sino que albergan, distribuidos en sus cumbres, a 228 glaciares. Todas estas cordilleras, especialmente La Viuda y Central, son esenciales para el abastecimiento de agua en la costa central, ya que alimentan cuencas vitales como las del Chillón, Lurín, Rímac, Cañete y Mala.
Especialistas que colaboraron
en este especial:
Dr. Fabian Drenkhan,
investigador y docente
de la carrera Geografía
y Medio Ambiente
Dra. Sofía Castro,
investigadora del proyecto
K4C-Decam
Dr. Christian Yarlequé,
posdoctorando del CIGA
Redacción e investigación:
Gabriela García
Fotografías:
Jorge Cerdán
Infografías:
Luis Amez
Augusto Patiño
Diseño web:
Solange Ávila
Realización de video:
Fabiana Loyola
Jorge Cerdán
Fabian Drenkhan
Gabriela García
Edición de video:
Fabiana Loyola
Pablo Conde
Fernando Salazar
Víctor Mendoza
Edición de fotografía:
Sulsba Yépez
Edición RRSS:
Renato Rojas
Edición general:
Rafaella León
Créditos:
Durante nuestro recorrido, cerca de la laguna Aguashcocha y el glaciar Garpo (5,662 m s. n. m.), nos detuvimos en una zona de bofedal y río. A lo lejos, notamos un color inusual en el agua, parecía teñida de un tono naranja. Nos acercamos junto con el grupo de investigadores que nos acompañaban en el viaje. Estos expertos forman parte del proyecto "Riesgos de seguridad hídrica de montaña: retroceso glaciar y calidad del agua", una colaboración entre la PUCP y la Universidad Cayetano Heredia (UPCH) para la plataforma Knowledge for Climate, financiada por el Mountain Research Initiative (Suiza).
El equipo de investigación, integrado por el Dr. Fabian Drenkhan (PUCP), la Dra. Sofía Castro (PUCP), el Mag. Martín Leyva (UPCH), Leisel Figueres (egresada PUCP), Eyvind Herrera (estudiante de la UPCH) y Christian Fernández (bachiller de la Universidad Científica del Sur e investigador en el CIGA-PUCP), se enfoca en el estudio de la calidad del agua en relación con el retroceso glaciar en la cuenca del Río Negro, ubicada en la Cordillera Blanca en Huaraz. Desde hace varios años, la comunidad campesina de Cordillera Blanca ha observado que su principal fuente de agua, el río, presenta un tono naranja.
En 2023, el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem) reveló que, entre 2016 y 2020, 175 glaciares habían desaparecido en todo el Perú, 20 de ellos se encontraban en Lima. Mientras nuestro bus avanzaba hacia la laguna Huascacocha, en Junín, el Dr. Drenkhan, quien también coordina el nuevo Grupo de Glaciología y Ecohidrología de Montañas Andinas (GEMS), nos explicó que la situación era aún más crítica en otras regiones. "Los glaciares en el Perú se están derritiendo a una velocidad alarmante”, confirmó. Cusco ha perdido 62 glaciares; Áncash, 45; y Puno, 20.
Al llegar a esta laguna, situada a 4,487 m s. n. m., nos encontramos con este cuerpo de agua que provee a la capital, específicamente a La Atarjea, río Rímac. En 2023, la sequía provocada por el Fenómeno de El Niño y la falta de lluvias la afectó gravemente, poniendo en riesgo este vital recurso.
En la ruta nos topamos con el Bosque de Piedras de Huayllay, y su espectáculo de formaciones rocosas de todos los tamaños y colores. El contraste de esta maravilla natural con nuestra penúltima parada, el tajo abierto de Cerro de Pasco, fue chocante. La mina a cielo abierto en el corazón de esa ciudad, como un cráter que compone un paisaje frío y oscuro, puso fin a nuestro primer día de viaje.
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CLIMA DE CAMBIOS
COMUNIDAD
MEDIO AMBIENTE
3 consecuencias del deshielo en el Perú
ESPECIAL
Carreras PUCP relacionadas:
de los glaciares tropicales del mundo se encuentra en el Perú
Fuente: Inaigem 2023
Muy temprano por la mañana continuamos nuestro viaje hacia la Cordillera Raura, un destino conocido por su espectacular potencial para el turismo de montaña. Situada en la triple frontera de Lima, Huánuco y Pasco, alberga a 78 glaciares.
A más de 4,500 m s. n. m., llegamos a la laguna Caballococha, ubicada cerca del poblado de Raura y de la Compañía Minera Raura. El glaciar Puyhuancocha se dibujaba a lo lejos, majestuoso y sereno en el horizonte.
Mientras avanzábamos en nuestro recorrido, arribamos a la laguna Tinquicocha, situada a 4,358 m s. n. m. Los estudiantes, organizados en grupos, se prepararon para presentar sus exposiciones sobre los temas que habían visto en clase durante la primera parte del ciclo. Entre otros, abordaron las consecuencias del derretimiento glaciar, la ecología de los Andes centrales, los impactos de la industria minera, la seguridad hídrica y la formación de nuevas lagunas glaciares.
Los estudiantes remarcaron una idea central: el derretimiento de los glaciares no solo afecta la cantidad de agua disponible, también tiene consecuencias a nivel social. Según explicó a PuntoEdu la Dra. Sofía Castro, coordinadora de grupos de investigación del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía (INTE) de la PUCP, la reducción de los glaciares lleva a la creación de nuevas lagunas en las partes altas de las cuencas. Sin embargo, estas lagunas recién formadas suelen ser inestables y pueden provocar desbordes (un fenómeno conocido como Glacial Lake Outburst Floods, GLOF).
De acuerdo con el Dr. Christian Yarlequé, docente del Dpto. de Humanidades de la PUCP y especialista en cambio climático y territorio, estos desbordes pueden poner en grave riesgo a las personas que viven en las ciudades y comunidades altoandinas que se encuentran en la parte baja de los glaciares, dañando sus viviendas y afectando sus recursos naturales. Además, la inclinación o pendiente de los glaciares es un factor importante: aquellos situados en pendientes superiores a 25º son especialmente propensos a generar deslizamientos y avalanchas. En el departamento de Lima, el 72% de sus glaciares se encuentra con pendientes mayores a los 25º, lo que representa un alto riesgo potencial de desastres.
Especiales multimedia:
68%
Perú pierde alrededor del 1% de su área glaciar cada año.
En las últimas seis décadas, se han derretido 1,348.75 km² (56.22%) de hielo, equivalente a 2,200 canchas del Estadio Nacional.
Fuente: Inaigem 2023
Estos gráficos muestran el estado de algunas de nuestras cordilleras, con información sobre el retroceso de sus glaciares, y una proyección sobre su futuro al 2050.
INFOGRAFÍA 2
Según el último Reporte de Evaluación (AR6) del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), no queda mucho tiempo (entre 5 a 10 años) para implementar y hacer efectivas medidas de mitigación y adaptación, y así evitar que el impacto sea mucho más grave.
En el Perú, ¿estamos a tiempo? El Dr. Fabián Drenkhan y la Dra. Sofía Castro coinciden en que tenemos que pensar de manera más eficaz, descentralizada, local y más sostenible en términos sociales, ambientales y económicos. Una respuesta adaptativa pueden ser los proyectos de infraestructura natural o soluciones basadas en la naturaleza que valoricen y consideren los conocimientos locales. Por ejemplo, en la cuenca del río Negro, la comunidad ha sido capacitada para medir la calidad del agua que consume y ha comenzado a identificar otras fuentes hídricas aptas. “Es crucial generar conocimiento en colaboración con los pobladores para entender su territorio y la problemática específica, así como diseñar en conjunto propuestas y alternativas de solución que le permitan adaptarse a estos cambios”, señala la Dra. Castro.
“La construcción de amunas, cochas y el riego de bofedales para mejorar la regulación y el volumen hídricos son opciones importantes. Sin embargo, faltan estudios sistemáticos sobre los posibles beneficios e impactos de estas medidas, y cómo aplicarlas de manera más eficaz y robusta”, añade el profesor Drenkhan. Esta comunidad, en particular, ha observado que infiltrar el agua a través del subsuelo parece resultar en un proceso natural de filtración que la hace más limpia. No obstante, se requiere más investigación para entender cómo funciona exactamente este proceso. De hecho, hace algunos años, el Instituto de Montañas instaló un humedal artificial que tiene el potencial de purificar el agua a través de las plantas. “Se midió cómo el agua con un pH muy ácido entraba al humedal y salía con un nivel de menor acidez. Quizás los humedales artificiales podrían -a nivel local- ser una solución viable en el futuro”, remarca la Dra. Castro.
Nuestra tarea es la adaptación, pero ¿qué debemos exigir a los gobernantes? Perú ha contribuido con dos informes de NDC (documentos con compromisos climáticos de mitigación y adaptación en el marco del Acuerdo de París), la promulgación de la Primera Ley Marco de Cambio Climático en América Latina (2018), entre otras políticas. Sin embargo, como destaca Drenkhan, “los principales cuellos de botella son la implementación de estas leyes y medidas de mitigación y adaptación a mediano y largo plazo en un Estado cada vez más fragmentado, con una política totalmente discontinua, carente de ejecución y coordinación”. El profesor añade que se requiere del esfuerzo de todos los niveles de gobernanza del Estado “y acción de la sociedad a partir de un incremento de conocimiento que redunde en una mayor investigación, en términos de cantidad y calidad”.
Al respecto, el Dr. Christian Yarlequé señala que en Perú se está generando cada vez más información sobre la crisis del retroceso glaciar. Pero quizá aún sea insuficiente. “La PUCP está invirtiendo recursos para mitigar esta problemática implementando sistemas de monitoreo climático y ambiental, así como de mucha investigación; sin embargo, somos una isla. Aunque estamos avanzando, es necesario que más universidades, institutos y especialistas se involucren”, refiere.
La razón de esta expedición académica fue constatar que el área glaciar de la Cordillera La Viuda ha disminuido en un 88% en las últimas seis décadas. Esto es parte de una realidad nacional irreversible. Teniendo como referencia el primer Inventario Nacional de Glaciares, publicado en 1989, en los últimos 58 años, el Perú ha perdido el 56% de su área glaciar, lo que representa una reducción aproximada del 1% cada año.
Este fenómeno, conocido como drenaje ácido de roca, ocurre cuando las piedras que estuvieron cubiertas por hielo durante años quedan expuestas debido al retroceso glaciar. El deshielo facilita los procesos de oxidación y lixiviación de minerales que acidifican el agua y pueden liberar metales pesados, lo que provoca la contaminación de las reservas hídricas, y afecta a la salud humana, a la ganadería y a los ecosistemas. La presencia de estos contaminantes puede representar un grave problema para la calidad y disponibilidad del agua, y por lo tanto para la seguridad hídrica y alimentaria en el país.
“Este aumento en la acidez del agua puede tener diversos impactos negativos en la salud de quienes la consumen. Aunque no todos los glaciares presentan este problema, en esta zona en particular se puede observar claramente cómo el deshielo está afectando a la población”, menciona la Dra. Castro, una de las investigadoras a cargo del proyecto. Por eso, el equipo de investigación trabaja estrechamente con la población local para integrar el conocimiento local y ancestral en la investigación y para poder co-diseñar soluciones frente al creciente deterioro de la calidad de agua
Los investigadores van a diferentes puntos de la cuenca del río para el monitoreo multitemporal de los cuerpos de agua, con imágenes de drones y utilizando un medidor multiparámetro. Este equipo les permite analizar diversas variables del agua, como su acidez (pH menor de 7) o alcalinidad (ph mayor a 7), temperatura, conductividad eléctrica, oxígeno disuelto, entre otras. Una vez recopilados los datos, elaboran un mapa espacializando los puntos de muestreo y lo muestran a la comunidad campesina de Cordillera Blanca, indicando los resultados.
En la zona de bofedal y río en la Cordillera de Raura, los investigadores descubrieron que el agua en la orilla derecha tenía un pH neutro, es decir, de 7, lo que la hacía apta para el consumo humano. Sin embargo, en la orilla izquierda, el agua presentaba un carácter más ácido. La presencia de quebradas con niveles de calidad de agua diferentes demuestra la complejidad e importancia de estudiar, en mayor detalle, cada riachuelo y cuáles podrían ser sus posibles fuentes de contaminación.
Al llegar a la laguna ubicada a orillas del glaciar Puyhuancocha (5,230 m s .n. m.), este resultó ser extremadamente peligroso para transitar, debido a los desprendimientos de hielo. Se evidenciaba en este glaciar el impacto devastador del retroceso glaciar.
"Lo que vemos aquí es un reflejo directo de cómo el derretimiento glaciar está afectando nuestra región", explicó el profesor Drenkhan. “La Cordillera Raura ya ha perdido el 57% de su área glaciar en las últimas seis décadas”, informa. La pérdida de los glaciares representa una amenaza que va más allá del cambio en el paisaje. La desaparición de estos gigantes de hielo no solo modifica la geografía, también pone en peligro el turismo andino y las costumbres e identidad cultural que muchas comunidades han preservado durante generaciones.
“El derretimiento glaciar tiene un componente de pérdida en los valores culturales. Aún tenemos comunidades muy tradicionales, con una cosmología vinculada a los paisajes. Los glaciares muchas veces son comprendidos como deidades o apus. El deshielo se percibe como una disrupción a esta cosmovisión cultural. No debemos olvidar que también varias zonas dependen del turismo de alta montaña”, continuó el glaciólogo.
“El curso de Glaciología es crucial para entender los glaciares y los sistemas de montaña en el Perú. Al ser el primero en pregrado, fomenta el interés por su conservación, un tema de importancia nacional que debería estar presente en más universidades”.
Estefanía Aldana Mendoza
Estudiante de Geografía y Medio Ambiente PUCP
“El curso de Glaciología es crucial para entender los glaciares y los sistemas de montaña en el Perú. Al ser el primero en pregrado, fomenta el interés por su conservación, un tema de importancia nacional que debería estar presente en más universidades”.
Estefanía Aldana Mendoza
Estudiante de Geografía y Medio Ambiente PUCP
“En el curso aprendimos un dato clave: en los próximos años, los glaciares por debajo de los 5,000 m s. n. m. desaparecerán, quedando solo aquellos que se encuentran a mayor altitud. Actualmente, el retroceso glaciar es evidente y está provocando un aumento en el caudal de las lagunas formadas por el deshielo”.
Kathleen Santiago Quispe
Estudiante de Ingeniería Geológica PUCP
“Las salidas de campo son claves para aplicar lo aprendido en el curso, además de crear recuerdos valiosos de los glaciares que podrían desaparecer en los próximos años. Verlos en persona es una experiencia impresionante que refuerza la importancia de su conservación”.
Rahel Westphal
Estudiante de intercambio internacional
“La Cordillera Raura es un ejemplo claro del retroceso glaciar. Aunque el aumento en las lagunas es vital para dos cuencas que abastecen a Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, estas aguas están contaminadas por la minería, y las medidas como las sanciones de OEFA y ANA no han sido suficientes para proteger a las comunidades vulnerables”.
Madeleine Hilario Fernández
Estudiante de Geografía y Medio Ambiente PUCP
“En el curso aprendimos un dato clave: en los próximos años, los glaciares por debajo de los 5,000 m s. n. m. desaparecerán, quedando solo aquellos que se encuentran a mayor altitud. Actualmente, el retroceso glaciar es evidente y está provocando un aumento en el caudal de las lagunas formadas por el deshielo”.
Kathleen Santiago Quispe
Estudiante de Ingeniería Geológica PUCP
“La Cordillera Raura es un ejemplo claro del retroceso glaciar. Aunque el aumento en las lagunas es vital para dos cuencas que abastecen a Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, estas aguas están contaminadas por la minería, y las medidas como las sanciones de OEFA y ANA no han sido suficientes para proteger a las comunidades vulnerables”.
Madeleine Hilario Fernández
Estudiante de Geografía y Medio Ambiente PUCP
“Las salidas de campo son claves para aplicar lo aprendido en el curso, además de crear recuerdos valiosos de los glaciares que podrían desaparecer en los próximos años. Verlos en persona es una experiencia impresionante que refuerza la importancia de su conservación”.
Rahel Westphal
Estudiante de intercambio internacional
"Una cosa es aprender la teoría y otra es experimentar aquí, en el campo”, continuó Drenkhan, investigador y profesor tenure track PUCP del único curso de Glaciología en pregrado que se dicta en el Perú.
A orillas de la laguna Chuchón, una de las 953 de origen glaciar en Lima, las y los estudiantes observaban sus aguas, alimentadas principalmente por el flujo constante del deshielo glaciar.
Es probable que cuando volvamos esto ya no exista”.
Fabian Drenkhan
Docente