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La PUCP en el Ranking de QS

  • Jorge Solís
    Asesor técnico del Rectorado y responsable del Repositorio Institucional PUCP

Hace unos días se hizo pública la noticia de que nuestra Universidad era la única universidad peruana que aparecía entre las primeras 500 del ranking mundial de universidades de Quacquarelli & Symonds (QS), uno de los más reconocidos por su seriedad y la calidad de su trabajo.

Por supuesto que como miembros de la PUCP, esta noticia nos debe llenar de satisfacción, porque significa un avance continuo desde el 2012, en que nos ubicamos entre los puestos 651 y 700 y ahora, en que figuramos entre el 491 y 500. Este avance es fruto de las políticas implementada en diversos campos, especialmente el fomento a la investigación, la acreditación de diversas especialidades y el impulso dado a nuestro repositorio de tesis, portal de revistas y repositorio institucional, que han contribuido a mejorar la visibilidad y prestigio de nuestra Universidad.

Pero como peruanos esta noticia nos debe causar preocupación, porque muestra el bajo nivel de la educación en el Perú, lo que motiva que solo una universidad (la nuestra) figure entre las 500 mejores del mundo.

Para situarnos en contexto podemos ver que Chile tiene 3 universidades entre las 500 primeras, y su universidad mejor rankeada (Universidad Católica de Chile) ocupa el puesto 170; Colombia tiene 4 y la mejor rankeada (Universidad de los Andes) ocupa el puesto 283; por no hablar de Argentina (6 y 124), Brasil (6 y 143) y menos aún de los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y otros países desarrollados.

Pero, ¿qué miden los rankings y cómo lo hacen?

En general, lo que miden los rankings es el grado de aproximación de cada institución a un modelo ideal de universidad, denominado Universidad de Clase Mundial, en la cual se combinan la calidad docente, la calidad de la investigación y la influencia de la universidad en la Sociedad.

El problema es que la calidad es un aspecto subjetivo, porque involucra un juicio de valor de los que reciben el servicio, según su grado de satisfacción, el cual se puede ver influenciado por una relación costo/beneficio y por las expectativas que se tienen sobre los resultados a obtener. Así por ejemplo algunas personas pueden estar satisfechas con una enseñanza mediocre, si esta es económica y cubre sus expectativas de ascenso social y mejora económica.

Por ello las empresas e instituciones, como QS, que se dedican a producir rankings, tratan de cuantificar diversos elementos, que, en su concepción, contribuyen a acercar a la institución que se está calificando al modelo de Universidad de Clase Mundial.

Los aspectos que se suelen tomar en cuenta en estos casos son la reputación de la institución, la calidad de la enseñanza y la calidad de la investigación.

De ellos el más fácil de cuantificar es el de la investigación, pues se mide por sus resultados finales: artículos publicados en revistas de prestigio , citaciones que reciben dichos artículos, patentes que genera la investigación, etc.

La reputación se mide mediante encuestas aplicadas al mundo académico (catedráticos de universidades de todo el mundo) a los empresarios y a las empresas dedicadas a selección de personal. Los resultados de esta encuesta se verán influenciados por el tamaño y composición de la muestra (encuestados) utilizada.

Lo más difícil, es la medición de la calidad de la docencia. Para ello se usan algunos indicadores objetivos, como la relación cantidad de alumnos por docente, o la composición del claustro (por ejemplo, porcentaje de docentes con doctorado) e incluso el porcentaje de alumnos y docentes internacionales.

La lógica detrás de estos indicadores es que se podrá dar una mejor enseñanza mientras menor sea el número de alumnos por docente y cuanto mayor sea el porcentaje de docentes con doctorado. En el caso de la internacionalización, se asume que si una universidad atrae más alumnos y docentes extranjeros es por su mayor calidad y prestigio.

Como se puede apreciar todos estos criterios tienen algo de lógica, pero no necesariamente reflejan la realidad. Por ejemplo, un buen docente puede no ser doctor o puede tener muchos alumnos (que precisamente lo buscan por la calidad de la enseñanza que imparte).

Otro aspecto que toman en cuenta las empresas que producen rankings es cómo combinar estas mediciones para producir una única cifra (puntaje total) que permita rankear a las universidades. En otras palabras qué peso le asignamos a cada aspecto medido.

Dado que no existe una metodología única y estable para su producción es que los rankings son tan discutidos en el mundo académico, sobre todo cuando no favorecen a la institución a la que pertenece el que los cuestiona. Pasa algo parecido a lo que sucede con las encuestas políticas, que son elogiadas por los candidatos con mejores resultados y denostadas por lo peor ubicados.

Una última reflexión: concuerdo con aquellos que opinan que estas encuestas favorecen a los países de habla inglesa. Ello se debe a que el mundo científico ha adoptado el inglés como su idioma universal, en el cual se pueden comunicar y entender con sus colegas de todo el mundo. Ello ocasiona que las publicaciones en inglés tengan más probabilidades de ser leídas, y, por lo tanto, citadas, que una escrita en español o portugués. Lo mismo sucede con los pares (docentes) que opinan sobre la calidad de la enseñanza de una universidad, los cuales en su mayoría son de habla inglesa y conocen universidades de habla inglesa.

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