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Con una pizca de rock y una dosis de roll

  • José Ignacio López
    Docente del Departamento de Comunicaciones

Es difícil pensar en un Martin Luther King a mediados de los 50 sin un Chuck Berry a la espalda como soundtrack.

«Rock and Roll es la hamburguesa que se comió al mundo»
Peter York

Mick Jagger pensaba en los setenta que el rock and roll era un callejón sin salida. Callejón de un solo caño pero con más brazos que un pulpo, el rock and roll ha logrado reinventarse por décadas y no presenta la menor intención de tirar la toalla y extinguirse en el futuro cercano. Cambia de nombre, de apariencia, muta y se mimetiza, crece bajo la sombra más inesperada (lo riegues o no), pero al final de cuentas, y como decía Billy Joel: «para mí, sigue siendo rock and roll».

Cuando en tu corta vida has logrado escuchar a Raphael cantar La era de Acuario, a Celine Dione cantar You Shook Me All Night Long de AC/DC (y encima regularmente bien), y a Tongo (el quinto Beatle) cantar Lady B, puedes aceptar tranquilamente que el rock and roll no es solo un náufrago sobreviviente de las tempestades de la música popular de Occidente, sino más bien una fuerza subterránea y arrolladora que, para bien o para mal, nos ha envenenado a todos con su Nueva Crema.

El rock and roll es la anormalidad dentro de la normalidad y fue la válvula de escape de una serie de presiones sociales y culturales que hicieron explotar la olla norteamericana en los años 50. Elegante y de salón, rebelde sin causa pero con mucho ánimo, el rocanrolero americano abrió el camino a la desegregación racial y la libertad de expresión. Es difícil pensar en un Martin Luther King a mediados de los 50 sin un Chuck Berry a la espalda como soundtrack, diciéndole, en idiomas que solo ellos pueden comprender: «sí se puede». Si se podía y hoy se pueden hacer muchas cosas al son del mismo tambor, aunque las piedras que nos ha traído el ruido del rock and roll son demasiadas para este pequeño río de expresión. El ska jamaiquino, el black metal noruego, la electrónica alemana, el punk inglés, el pop mundial y la cumbia peruana pueden sentarse juntos para la foto del recuerdo (primos cercanos todos al fin, aunque las apariencias nos engañen).

Hoy, a casi siete décadas de su invasión mundial, no son pocas las cosas que han pasado y el rock and roll sigue logrando lo increíble: unificar discursos y reclamar espacios para las propuestas más divergentes. Lo razonable y lo bizarro conviven y socializan como viejos amigos, en contra de toda lógica y expectativa, en este espacio sonoro. Satánicos, ateos, cristianos, comunistas, fascistas, veganos, carnívoros, feministas, luchadores sociales, comerciantes, abogados y políticos, lovers and haters, hipsters de todo color y bandera, perro, roedor y gato comen de un mismo plato.

El ciclo 2015-1, el profesor José Ignacio López dictará el curso Historia del Rock and Roll en EE.GG.LL.

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