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Noticia

“Pensé que todo Japón iba a quedar destruido y contaminado por la radiación”

El 11 de marzo se conmemoraron cuatro años del terremoto de 9.0 grados que estremeció el norte de Japón y que desató un devastador tsunami con olas de hasta 40 metros de altura. Aprovechamos la visita del profesor Shinji Yamazaki, representante del Departamento de Asuntos Educativos, Servicios Estudiantiles e Intercambio Internacional de la Universidad de Yamagata, para que nos cuente cómo vivió esta catástrofe y qué lecciones aprendidas dejó en la población.

  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Roberto Rojas

El 11 de marzo del 2011, a las 4:46 p.m. (hora local), Japón afrontó el más intenso terremoto de su historia. De una duración de seis minutos y con una magnitud de 9.0 grados en la escala de Richter, el epicentro estuvo ubicado en el Océano Pacífico, frente a la costa de Honshu.

El tsunami posterior arrasó ciudades enteras: casas, edificios, tierras de sembrío, automóviles, carreteras… todo fue cubierto por olas gigantes que alcanzaron los 40 metros de altura. Luego de ambos fenómenos naturales, la  Central Nuclear de Fukushima quedó gravemente dañada; hubo fallos en los sistemas de refrigeración, explosiones en los reactores, triple fusión del núcleo y se produjeron fugas radioactivas.

Según cifras oficiales, el terremoto dejó 18 500 muertos o desaparecidos, 6150 heridos y arrasó con 403 mil viviendas y edificios.

Un sismo en el tren

“Yo estaba a bordo del tren bala que había salido de la estación de Yamagata, rumbo a Niigata. Cuando comenzó el terremoto, el tren inmediatamente se detuvo y por tres o cuatro minutos, siguió temblando. Todos nos preguntábamos qué había pasado y nadie lo sabía porque las líneas de comunicación habían colapsado.

Uno de los conductores caminó hasta la estación más cercana, que queda a una hora de distancia, en búsqueda de ayuda y de información. A su vuelta, supimos que había ocurrido una catástrofe y por una regulación ferroviaria, no podíamos salir de los vagones hasta que llegara la ayuda. No podíamos usar los baños, el calentador no funcionaba y hacía mucho frío. Estuvimos esperando doce horas hasta que llegó el equipo de rescate, que nos sacó uno por uno.

Nos llevaron a un centro de emergencia cercano, acondicionado en el gimnasio de un colegio, donde estaban reuniendo a los damnificados. Seis horas después, otro grupo de rescate trajo comida, agua y abrigo. Pensaba que todo Japón iba a quedar destruido y contaminado por la radiación. Felizmente, en el centro ya pudimos comunicarnos con el mundo exterior y vimos por televisión la magnitud de la tragedia y nos enteramos lo que había sucedido”.

Reconstrucción lenta

Cuatro años después, los estragos del terremoto y del tsunami continúan presentes. A la fecha, se ha logrado recoger 20 millones de toneladas de desechos y se está trabajando la tierra para que pueda volver a ser habitable. La reconstrucción de las zonas afectadas es lenta debido a la falta de obreros y el aumento de precios de los materiales de construcción.

“La mayor parte de la infraestructura de Sendai –una de las ciudades más afectadas por el terremoto- está recuperada. Sin embargo, varios edificios no se han reconstruido porque la gente no regresó a habitarlos y muchas zonas de cultivo se han dejado como estaban porque resulta difícil recuperar su estado original”, asegura el docente.

Si bien no hubo una víctima directa del accidente nuclear en Fukushima, el peligro de la contaminación radioactiva persiste. Cada vez que llueve, se producen nuevas fugas de agua contaminada al mar. “El gobierno de Japón y la Tokyo Electric Power (TEPCO), compañía operadora de la planta, están almacenando el material contaminado en tanques pero es cuestión de tiempo para que lleguen al límite de su capacidad. ¿A dónde llevaremos después estos desechos?”, se pregunta Yamazaki.

El número de evacuados por la destrucción o la contaminación radioactiva llega a 228 mil japoneses; más de 80 mil siguen viviendo en casas prefabricadas transitorias. Se estima que los planes de reconstrucción durarán 10 años y que el desmantelamiento de la central de Fukushima podría tardar entre 30 y 40 años.

Antes y después

El terremoto puso a prueba la resistencia de las edificaciones antisísmicas y la calidad de la construcción de las obras. Y si bien es conocida la cultura preventiva que se tiene en Japón, este desastre también dejó muchas lecciones aprendidas en la comunidad, a todo nivel. Yamazaki resalta tres de ellas:

  • A nivel educativo: Antes, los colegios de primaria y secundaria tenían indicaciones muy generales sobre lo que uno debía de hacer durante un terremoto (“protégete debajo de tu mesa de trabajo”). Luego del 2011, la enseñanza fue más cuidadosa y detallada: se delimitaron rutas de evacuación, se dieron clases de primeros auxilios, etc.
  • A nivel gubernamental: Si bien los gobiernos locales habían preparado medidas de prevención, nunca estuvieron listos para una catástrofe de tal magnitud. Si antes era un tema importante, ahora es la máxima prioridad de las autoridades. Cada funcionario sabe qué debe hacer en cada etapa del sismo y se encuentra mejor preparado.
  • A nivel ciudadano: Todos los japoneses quedaron impactados por este hecho y por ello, su pensamiento ha cambiado: pasaron de no preocuparse tanto por el tema a prepararse cuidadosamente ante el desastre que vendrá en cualquier momento. Además, notaron lo importante que es estar comunicados en todo momento, por lo que cada comunidad mantiene una señal de radio local.

El profesor Yamazaki acompañó a la delegación de diez alumnos de la Universidad de Yamagata que nos visitó del 5 al 12 de marzo, como parte del programa de intercambio estudiantil firmado entre la PUCP y dicha institución. Durante esa semana, los estudiantes interactuaron con quince alumnos PUCP inscritos en las clases de japonés que la Universidad de Yamagata imparte gratuitamente en nuestro campus. Además, visitaron lugares turísticos e históricos de Lima y viajaron al Centro de Investigación Arqueológica que este centro de estudios maneja en Nazca.

 

“Este programa genera muchos beneficios para ambas partes. Nuestros alumnos están muy contentos porque han podido aprender sobre la cultura peruana y han sentido la hospitalidad de los peruanos, que son muy amables y cariñosos. Queremos fortalecer este vínculo con la PUCP y realizar estos intercambios de manera frecuente”, señaló Yamazaki.

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