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Noticia

Rafael Gumucio: el escritor imperfecto

Frecuentemente este escritor chileno, quien nos visitó con motivo del 4to Festival de la Palabra PUCP, es catalogado como irónico y humorístico. Lo que hace, realmente, es contar las cosas desde la perspectiva del momento en que ocurrió. Es decir, como una tragedia absurda.

  • Texto:
    Oscar García
  • Fotografía:
    Víctor Idrogo

“La paso bien al escribir”, dice Rafael Gumucio, autor chileno que lleva publicadas cuatro novelas y otros tantos libros de memorias y ensayos, en su paso por el Centro Cultural de nuestra Universidad con motivo del 4to Festival de la Palabra PUCP. “Pero la paso mal al necesitar escribir”, añade, “porque esa necesidad nace de un desequilibrio, de dolores, neurosis y traumas, algo que a los escritores nos sobra o nos falta. Más falta que sobra… y eso duele”.

Gumucio ve a la escritura como una terapia interminable. “A diferencia de la psicológica, donde se va a curar un problema y te alegras cuando eres dado de alta, al escribir uno va creando nuevos conflictos. Es como pedirle al doctor que te encuentre otra enfermedad”. Cual mito de Sísifo, los autores creen que gracias a la escritura al fin han sanado, para después notar que han vuelto a enfermarse. “Y aún no puedo creer que me paguen por un defecto”, agrega.

El autor chileno no entiende a aquellos que son perfectamente normales y se dedican a escribir por fama o dinero. En su caso, él ya era un rostro conocido en la sociedad chilena por sus apariciones en los programas televisivos Gato por Liebre y Plan Z, donde hacía el papel de un intelectual con sentido del humor afilado. El ser un personaje mediático no le quitó las ganas de ser escritor, un acto que considera antinatural e inevitable.  “Uno habla, baila, dibuja, mancha una pared. Todo eso no interrumpe el acto de vivir, como sí lo hace el sentarse a escribir”.

Si a César Aira le dicen “cómo me reí con tu novela”, a Rafael Gumucio le resaltan “lo irónico que eres”. Ciertamente, es inevitable pensar que una anécdota como la que narra en El Galán imperfecto – un hombre adulto que por circuncidarse pierde a su novia- surge de la ironía. Pero donde el lector puede ver burla, Gumucio afirma que hay sinceridad. “El tipo pierde a su pareja de esa forma, y eso es cómico y absurdo, pero para él es una tragedia que lo conmociona”, comenta.

Estamos acostumbrados a que el lenguaje se exprese como un “no es para tanto”, pero en la vida real no vivimos de manera tibia. Después de un tiempo, notamos que no queríamos tanto a esa mujer como pensábamos o que aquello que nos pasó no fue tan terrible, pero en el momento lo vivimos como el fin del mundo. Precisamente, Gumucio narra la situación trágica cuando aún está fresca. “Siempre suena muy divertido decir lo que uno piensa, pero no porque lo sea”, añade.

Esa sinceridad de su obra de ficción también se refleja en sus columnas de opinión, como la que publica habitualmente en el semanario humorístico The Clinic. “Soy de izquierda, así que se supone que estoy a favor de la reformación de la humanidad, pero en el fondo de mi corazón me gusta el mundo con sus defectos”, comenta. Para él, lo bello e interesante de las personas es que nadie es totalmente puro o malvado.

Sus comentarios, siempre polémicos, le han ganado la antipatía de un sector de la población y más de un insulto. “Ese odio no se refleja en la vida real, porque en redes sociales me escriben mil comentarios negativos, pero en la calle nadie me dice nada”, comenta. “Pero si las mismas personas me insultan desde hace tanto tiempo, debe ser que me lee y admiran”, sentencia. Ese es el efecto de la escritura sincera de Gumucio: agradar o incomodar, pero no dejar indiferente.

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