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Noticia

¿Puede un robot matar a una persona?

Alexander López, estudiante de Ingeniería Mecatrónica, nos explica más sobre las tecnologías que permiten el uso seguro de robots en procesos industriales y nos muestra el robot con el que cuenta el Centro de Tecnologías Avanzadas de Manufacturas de la PUCP (Cetam).

  • Texto:
    Israel Guzmán
  • Fotografía:
    Roberto Rojas

La semana pasada un tuit de la periodista Sarah O’Connor, corresponsal del Financial Times, remeció al mundo: “Un robot ha matado a un trabajador en una planta de VW en Alemania”. De esta forma, informó el trágico accidente en que un operario fue golpeado en el pecho por un robot y luego empujado contra una placa de metal, debido a lo cual sufrió graves heridas que lo llevaron a la muerte. El nombre de la periodista, muy similar al de uno de los personajes de la película Terminator, avivó el debate sobre la seguridad de trabajar con robots y la posibilidad de la creación de inteligencia artificial.

“Este accidente no tuvo nada que ver con el futuro que representa la película. De hecho, involucra a un robot programado para realizar movimientos repetitivos, sin ‘pensarlos’ de ninguna manera. Existen un nuevo tipo de robots que sí están diseñados para trabajar cerca de humanos”, nos explica Alex López, alumno de la especialidad de Ingeniería Mecatrónica, mientras ingresa a la Sala de manufactura flexible del Centro de Tecnologías Avanzadas de Manufacturas (Cetam) de nuestra Universidad. En estas instalaciones de la PUCP, una serie de robots integran una línea automatizada de seis estaciones, que puede trabajar y dar forma a diversos materiales, y está rodeada por una franja de seguridad para prevenir accidentes. Solo un robot, uno de los más grandes, se encuentra fuera de la franja de seguridad. “Este es Baxter”, dice López, mientras se acerca para prenderlo y mover sus grandes brazos mecánicos.

“A diferencia de los otros, Baxter es un robot moderno que está diseñado para trabajar de manera segura alrededor de humanos. Nosotros solemos tener comportamientos imprevisibles, pero Baxter no va a golpear, ni mucho menos matar, al hacer sus tareas. Si nos encuentra en su camino, se va a detener sin hacernos daño”, nos explica López, quien viajó a Estados Unidos con el apoyo de nuestra Universidad para conocer más de sus características. “La tablet que tiene a la altura de lo que sería la cabeza ofrece un entorno de trabajo muy amigable y su computadora central está dentro de su ‘pecho’”, señala. Pero su principal característica son los dos brazos mecánicos con los que sujeta objetos. “Baxter cuenta con un sistema de lectura del entorno y sus articulaciones tienen sensores capaces de detectar colisiones y choques imprevistos para detener su movimiento y minimizar cualquier impacto”, recalca López. Cuenta además con una cámara en cada brazo y cuando ‘ve’ un objeto, identifica la distancia y el movimiento que tiene que hacer para cogerlo y llevarlo al lugar al que se le ha indicado.

A solo un par de metros, un robot típico de una planta de manufactura ilustra otra gran diferencia: mientras que uno está hecho de hierro fundido, un metal pesado que podría causar graves lesiones, Baxter está recubierto de un plástico redondeado y ligero. “Está diseñado con nuevos materiales que lo hacen más liviano y dinámico. El otro usa mucha corriente, bastante espacio y pesa demasiado; esta nueva tecnología es todo lo contrario. Para los otros, hay que hacer una jaula para evitar accidentes, como la que tenían en la fábrica de Volkswagen, pero eso, en la industria de manufactura, es pérdida de dinero”, señala López.
Actualmente, López trabaja un paper junto al Mg. Francisco Cuéllar y el Dr. Christian Peñaloza, ambos docentes del Departamento de Ingeniería, en el que proponen un caso en el que Baxter trabaja como colaborador de una persona. “El robot ayudaría proporcionando herramientas o piezas a una persona que está concentrada en una tarea compleja, de esta manera la persona puede seguir concentrada y trabajaría con total seguridad”, cuenta López.

Todavía se investigan las razones del accidente ocurrido en Alemania, pero nada tiene que ver con un futuro en que los robots tengan conciencia propia. “La inteligencia artificial está muy poco avanzada y no hay ningún circuito que sea capaz de generar algo creativo. Solo existe la capacidad para ver, reconocer objetos o realizar tareas que se les ha enseñado, incluso hasta se ramifican las acciones y respuestas según situaciones, pero un robot no ‘piensa’ por sí mismo.”, afirma López. La inteligencia artificial podrá ser parte del futuro, pero es uno todavía lejano.

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