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Noticia

¿Se debe regular la televisión para que se vean más programas culturales?

Desde inicios de este mes, la televisión chilena tuvo que renovar su oferta debido a una nueva normativa que obliga a los canales de señal abierta y a los operadores de cable a transmitir cuatro horas de programas culturales a la semana. ¿Es una medida replicable en el Perú? ¿Qué responsabilidad tiene el consumidor en relación a lo que los medios le ofrecen? Al respecto, conversamos con la Dra. Marcia de la Flor, docente del Departamento de Psicología de la PUCP.

  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Felix Ingaruca

“La televisión surge con el fin de entretener pero nadie duda que, después de casi 60 años de existencia, también informa, crea opinión, da orientación con respecto a lo que está sucediendo. Es una de las expresiones no formales más fuertes que existe en el mundo”, afirma categórica la Dra. Marcia de la Flor, docente del Departamento de Psicología de la PUCP.

La especialista menciona que gracias a los avances tecnológicos, el uso y la apreciación de la televisión-y de los medios de comunicación en general- ya no se restringe a un espacio o momento determinado. Su versatilidad permite acceder a ellos desde distintas plataformas (ahora puedes ver televisión desde una PC o ingresar a Internet desde un teléfono móvil). “La tecnología está siendo cada vez más una parte de nosotros y en esa medida, el contenido que te muestra es una parte de la identidad de la persona”.

Otra ventaja de estos tiempos es que la televisión dejó de ser el medio unilateral que desconocía la reacción que provocaba en el espectador el contenido que mostraba. Podía estar inconforme y cambiar de canal o apagar su equipo, pero el medio no tenía forma de saber qué sentía o pensaba. “La discusión con la televisión durante casi treinta años ha sido su falta de interactividad. Ahora lo tienes mucho más claro con el Internet. El televidente puede darte una respuesta inmediata, mandar un tuit o colocar una publicación a favor o en contra”.

La experiencia chilena

En Chile, desde el 1 de octubre, los canales de televisión abierta y los operadores de cable están obligados a transmitir cuatro horas de programas culturales a la semana, como mínimo. La norma, dictada por el Consejo Nacional de Televisión de Chile (CNTV), establece que al menos dos de las cuatro horas de programación cultural deberán transmitirse en horarios de alta audiencia, de lunes a viernes entre las 6:30 p.m. y la medianoche, mientras que el saldo deberá transmitirse entre las 9 a.m. y la medianoche de los días sábado y domingo.

El CNTV es el ente encargado de supervisar y fiscalizar el cumplimiento de esta normativa, así como también de aplicar las sanciones correspondientes, que van desde una amonestación simple, multas pecuniarias que pueden llegar a los 1000 o 2000 UTM en caso de reincidencia (que al tipo de cambio vigente equivalen a  S/. 210 780 o S/. 421 560 nuevos soles, respectivamente), hasta la suspensión de las transmisiones y la caducidad de la concesión.

¿Qué es un programa cultural?

La norma chilena considera como programas culturales aquellos “que se refieren a los valores que emanan de las identidades multiculturales existentes en el país, así como los relativos a la formación cívica de las personas, los destinados al fortalecimiento de las identidades nacionales, regionales o locales, como fiestas o celebraciones costumbristas y aquellos destinados a promover el patrimonio universal y, en particular, el patrimonio nacional”.

Al respecto, De la Flor señala que “cualquier tipo de expresión realizada por una persona o una comunidad es una expresión cultural, está dentro del espectro de la creación humana, ya sea un concierto de música clásica como uno de música folklórica”. La psicóloga hace hincapié en que el avance tecnológico permite que todos podamos convertirnos en creadores de contenido y ser parte de una construcción social mucho más grande. ¿Cuántos programas televisivos empezaron de manera independiente en un canal de Youtube?

Los programas culturales tradicionales aún no han podido escapar del sambenito de ser considerados como espacios aburridos o acartonados. Para la especialista, el problema radica en que no hemos comprendido del todo que el aprendizaje es formal y no formal: “Cuando nos entretenemos, igual estamos aprendiendo sobre formas de vida, valores y un conjunto de expresiones. La formalidad tiene ciertos procedimientos y la idea es trasladar la metodología que se tiene al interior del aula, por ejemplo,  a través de un marco distinto. Estos cambios tienen que irse incorporando con mucha mayor claridad”.

¿Y qué ocurre en el Perú?

En el ámbito nacional, el congresista Agustín Molina, con el respaldo del grupo nacionalista Gana Perú, presentó el 7 de mayo del presente año un proyecto de ley de promoción y difusión de la programación cultural a través de la televisión de señal abierta (03465/2013-CR), orientado a “complementar la formación moral y cultura de los niños y adolescentes” por medio de la televisión. No se precisa qué se entiende por “programación cultural”.

El texto modifica dos disposiciones complementarias finales de la Ley de Radio y Televisión (Ley N° 28278), vinculadas a la franja educativa y a la producción nacional mínima. En el primer caso, señala que los canales de televisión “tienen la obligación de destinar como mínimo dos horas de su programación diaria en el horario comprendido entre las 15:00 y las 20:00 horas” a programas educativos o culturales. Y en el segundo, resalta que si estos programas son de producción nacional, formarán parte de la franja educativa establecida en la norma anterior.

Desde el 12 de mayo, el proyecto de ley se encuentra tanto en las comisiones de Cultura y patrimonio cultural y de Transportes y comunicaciones del Congreso de la República.

La calidad de la oferta y la exigencia de la demanda

El Consejo Consultivo de Radio y Televisión del Perú (Concortv) publicó en su página web los cinco criterios básicos que todo programa debe cumplir de forma positiva para ser considerado “de calidad»:

  • Coherente con los fines para los que fue pensado según su género.
  • Apropiado para su horario y para el público al que va dirigido, en cumplimiento con las normas vigentes.
  • Atractivo, busca formas innovadoras de entretener, informar o educar.
  • Abierto a la retroalimentación (feedback), escucha y conoce a su público.
  • De alto tratamiento técnico y estético, buena iluminación, montaje, sonido, etc.

Si bien estas iniciativas legislativas buscan renovar la oferta televisiva con contenidos de producción nacional e internacional de calidad, no garantizan altos niveles de audiencia. “Una ley no va a hacer que la gente vea más programas culturales, sobre todo si tienes a un usuario activo, que elige lo que quiere ver”, opina la psicóloga.

Por ello, De la Flor considera que el consumidor también tiene una cuota de responsabilidad en el contenido de la programación y debe aprender a ser crítico con el contenido que los medios le ofrecen: “Los televidentes deben educarse en todo nivel, entender qué es lo que quieren, a qué quieren exponerse, cómo ese programa les ayuda a ser quienes son. Hay que educar, reflexionar y mostrar a los consumidores que hay otras alternativas más importantes que Mi amor el wachimán”.

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