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Noticia

¿Por qué muchos niños no quieren ir al colegio?

¿Pueden los padres advertir los problemas que sus hijos viven en el colegio? La Dra. Susana Frisancho, docente del Departamento de Psicología, plantea que los adultos deben dar confianza y espacios de libertad a los menores para que puedan desarrollar habilidades.

  • Texto:
    Jonathan Diez
  • Fotografía:
    Giovani Alarcón

Diego Gonzales, un niño español de 11 años, se suicidó en octubre del 2015 y dejó una carta en la que confesaba que tomó esa decisión porque no soportaba ir al colegio. ¿Qué situación le pudo hacer tanto daño para llevarlo a quitarse la vida? ¿A qué presiones pudo estar sometido el adolescente? O peor aún: ¿quién es responsable de su muerte? La Dra. Susana Frisancho, docente del Departamento de Psicología, opina que los padres deben ser mediadores de las crisis que atraviesan sus hijos por problemas en el colegio. “Los colegios tienen demandas, procesos y exigencias que los padres deben leer, y, a partir de eso, tener conciencia y claridad de lo que esperan de sus hijos”, afirma la especialista.

La presión puede venir desde los amigos, padres y los mismos profesores. Sin embargo, la psicóloga contempla que la “presión” no existe propiamente, sino que el niño siente que aparece cuando hay exigencias excesivas que no puede cumplir. Por ejemplo, si los padres castigan o ponen metas inalcanzables, el adolescente proyectará presión en sus actividades y eso le generará ansiedad en todo lo que realice. “Algunos padres esperan que sus hijos resuelvan cosas que ellos mismos no hicieron. Eso no ayuda. Los mayores deben hacer lo contrario: no presionar a sus hijos, hacerles explícitas las soluciones, darles herramientas para enfrentar sus problemas. Si hay fallas en matemáticas, eso no significa que no sea inteligente, hay que analizar las causas de los errores, y buscar la explicación a partir de esfuerzo y habilidades”, argumenta la profesora.

Presión y castigo

Entonces, cuando las exigencias de los padres y el colegio no son cumplidas y hay castigos, la situación por lo general se agrava. “Estas presiones complican la vida de un adolescente más aun cuando no ha tenido experiencia de éxito. Eso es abrumador. Cuando sucede esto, los padres deben hacerles ver a sus hijos por qué están fracasando y darles las herramientas para mejorar. Hay que ponerles metas realistas para hacerles ganar confianza”, comenta la docente.

La situación (para que los adolescentes desarrollen habilidades en libertad acordes con su perfil), por lo tanto, exige que los padres entiendan que lo fundamental no es que su hijo saque las mejores notas, sino ayudarlo a comprender los errores, y analizar qué recursos le sirven y cuáles no para solucionarlos. Esta habilidad lo ayudará no solo a cumplir responsabilidades del colegio, sino también en su vida personal: escoger mejor a sus amigos, pareja y la gente de la cual quiere estar rodeado.

“La labor de los padres es convertir a sus hijos en personas autónomas. Esa es la idea de tener hijos, enseñarles a ser responsables, a tomar decisiones. Si uno presiona o hay castigo, no se crea el espacio para que crezca como persona y tome sus propias decisiones. Si hay presión, hay ansiedad. Los padres que reprimen mantienen un régimen opuesto a la autonomía y acostumbran a sus hijos a cumplir las cosas por miedo al castigo y eso no es sostenible”, complementa la docente.

Organización y estrategia

Finalmente, en esta época de verano en la que adolescentes deberían organizar su año para afrontar bien el colegio, la profesora Frisancho recomienda que los padres ayuden a dar estructuras a sus hijos, estrategias para abordar horarios o tareas y siempre darle tiempo libre para balancear las responsabilidades.

“El ambiente es importante. No me gusta la figura del ‘padre supervisor’, pero algunos niños requieren cierto rango de disciplina y orden”, exhorta la docente, quien además enfatiza en que los jóvenes deben buscar compartir sus experiencias con personas en quien confíen y no guardarse las emociones que les están haciendo daño porque el tiempo las agrava.

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