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Noticia

La Fiesta de la Candelaria, signo de la identidad regional

Desde el domingo 8 de febrero, miles de puneños y turistas llenaron las calles de la ciudad para admirar a las 85 agrupaciones que compitieron en el Concurso de Luces en honor a la Festividad de la Virgen de la Candelaria, el primero en desarrollarse desde que la Unesco la declarase Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Mg. Erik Portilla, egresado de la Maestría en Antropología Visual, dedicó más de dos años a la producción del documental “Volveré a bailar por ti”, investigación con la que obtuvo el grado de magíster. Este año, Portilla se encuentra nuevamente en Puno y desde ahí comenta cómo se organiza esta fiesta.

  • Texto:
    Israel Guzmán

“La Festividad de la Virgen de la Candelaria está en permanente transformación”, es lo primero que nos cuenta, y resalta que la propia dinámica de la festividad alimenta esa transformación: “Todos los años se debe armar completamente: se escogen nuevos presidentes que organizan la festividad y sus conjuntos de baile, la Virgen y su anda son vestidos nuevamente, la ruta del pasacalle es cambiada, los bailarines adquieren nuevos trajes, se compone nueva música para las confraternidades, etc.”.

A diferencia de otros años, la organizadora oficial de la fiesta, la Federación de Folklore, “parece haber iniciado un proceso de normalización de la fiesta, al intentar ‘limpiarla’ del caos que generalmente la acompaña, poniendo en agenda, además, debates que ciertamente ya existen, como la autenticidad de los bailes o lo que es correcto o no dentro de una comparsa”, señala Portilla. La propia academia puneña está iniciando un proyecto para “discutir teóricamente la festividad y, de alguna forma, sustentar sus orígenes regionales mediante la publicación de libros sobre el tema”, nos cuenta. Acota además que el reconocimiento de la Unesco podría alimentar la visión de cultura y folclore como pieza de museo “cuando una festividad como esta es más bien todo lo contrario: un fenómeno vivo y totalmente contemporáneo, que se aleja de aquellas propuestas que ven al mundo andino como anclado en el pasado”.

Nadie puede escapar de las celebraciones y, en opinión de Portilla, “la producción de la festividad sobrepasa lo religioso y cada vez más entra en el campo social, económico e incluso político, convirtiéndose en una expresión clave de la clase media local. Ello ha llevado a que la fiesta pase por un proceso de institucionalización cuyo punto más alto hasta ahora es el reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. Esta institucionalización se manifiesta en dos ámbitos: de un lado, todos conocen el guion general y saben cómo actuar durante la fiesta, pero además, de otro, las instituciones formales toman cada vez más protagonismo en la organización.

Personas de todas las edades participan en la celebración, desde personajes que son casi celebridades locales por la cantidad de años que han participado hasta grupos compuestos por jóvenes de entre 15 y 25 años. “Algunos bailes privilegian algunas edades sobre otras: caporales, tinkus y tobas tienen entre sus bailarines grupos enteros de gente muy joven, mientras que bailes como la Morenada crean espacios para gente de mayor edad. La propia fiesta entonces ya ha interiorizado los posibles conflictos generacionales al crear espacios de expresión para los diferentes grupos etarios”, indica.

Entre las nuevas visiones que ha incorporado la fiesta destaca la mayor apertura en el género de sus participantes. “Lugares tradicionalmente reservados para los hombres, como platilleros de las bandas de música, son tomados por mujeres, que además pueden representarse con el traje tradicional de cholita o con vestimenta de tecnocumbia o alguna adaptación del traje masculino”, destaca Portilla.

Según cálculos de los organizadores, en todo el mes se presentarán 100 mil danzarines, 40 mil músicos y el movimiento comercial superaría los 20 millones de soles. Aun así, el especialista considera que la fiesta no está pensada hacia afuera, “sino más bien para ser protagonizada y admirada por los propios puneños”, quienes la reconocen como una expresión propia y signo de la identidad regional. “Creo además que la Festividad de la Virgen de la Candelaria se produce tanto como una expresión de la fe religiosa como de un modo particular de festividad urbana contemporánea aymara. Este tipo de celebración que gira alrededor de un santo patrón tiene una función social importante como cohesionadora de las clases medias y las élites locales”, añade.

“Habría que esperar unos años más para ver el real impacto de esta declaratoria en la manera en que los puneños entienden esta fiesta”, finaliza Portilla.

En la foto, el Mg. Erik Portilla (segundo desde la izquierda) con el bloque Bandidos de la Asociación Morenada Porteño.

Foto: Erik Portilla

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