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Noticia

Informe PuntoEdu sobre inseguridad ciudadana, confianza interpersonal y en las instituciones

El último boletín del IOP-PUCP sobre inseguridad ciudadana, confianza interpersonal y en las instituciones es analizado y comentado por especialistas PUCP.

  • Texto:
    Katherine Subirana
  • Fotografía:
    Tatiana Gamarra

La vida cotidiana en el Perú se ve atravesada por el temor ciudadano de ser víctima de algún delito, y la desconfianza en el otro y hacia el Estado mismo. Así lo da a entender el último informe del Instituto de Opinión Pública PUCP (IOP PUCP), donde, por ejemplo, el 52.8% de encuestados se siente inseguro al caminar por la calle a cualquier hora del día, el 49.9% piensa que normalmente hay que ser cuidadoso con el trato con la gente y el 39.4% desconfía del Poder Judicial.

La relación entre inseguridad y desconfianza no es gratuita. “Sin haber hecho un análisis de causalidad, se podría presumir que la desconfianza social y en las autoridades es la que incide en la percepción de inseguridad, pero de hecho son fenómenos que se retroalimentan. La Policía es una organización que no goza de la confianza de la ciudadanía y, en las diferentes encuestas del Latinobarómetro, aparece entre las instituciones del Estado percibidas como las más corruptas. La encuesta del IOP confirma esa percepción: 69% tiene poca o ninguna confianza en la Policía. Si no confiamos en la institución que nos debe brindar seguridad, no es una sorpresa que nos sintamos inseguros”, dice el Mg. José Villaorduña, sociólogo PUCP y asesor del Ministerio del Interior.

Este fenómeno de desconfianza tiene que ver, en parte, con el crecimiento de las ciudades. El Mg. Jan Marc Rottenbacher, director del IOP PUCP, considera que, “en una sociedad que crece demográficamente, es muy difícil que tú puedas saber quiénes son todos tus vecinos. No es descabellado pensar que, en una ciudad que crece económica y demográficamente, crezcan la delincuencia y el sentimiento de inseguridad y, probablemente, la desconfianza porque la ciudad es más densa”.

A esto, el Mg. Javier La Rosa, docente del Departamento de Derecho, añade que el milagro peruano ha incrementado la brecha de desigualdad. “En el país hay más riqueza, pero concentrada en una minoría. Esa no es la única explicación para la inseguridad ciudadana, pero sí es un elemento que tiene que ser tomado en cuenta, porque se relaciona con la forma en la que el Estado se configura, cómo hace que este crecimiento sea para todos. Si el Estado no hace eso, porque funciona mal o porque no existe, una de las respuestas va a ser el incremento de delincuencia”, dice. Jan Marc Rottenbacher le da la razón y agrega que lo que condiciona la desconfianza no solo es la desigualdad económica, sino también la cultural y la de origen: “Esto hace que no nos sintamos una comunidad unificada, sino más bien conjuntos de comunidades pequeñitas, porque entre nosotros no tenemos mucho en común”.

CUESTIÓN DE PERCEPCIÓN

Según el Lic. Diego Tuesta, miembro del Laboratorio de Criminología PUCP, la cuestión de las percepciones es un concepto muy problemático, pero tienen una relación con algo que es esencial: el grado de convivencia pacífica dentro de una comunidad. “El sentimiento de inseguridad tiene una suerte de autonomía, pues los temores colectivos siempre han existido. Revisando la historia, en Lima del siglo XIX o XVIII, era el tema de los bandidos que asaltaban a los viajeros. Cuando la ciudad empieza a crecer, comienzan a aparecer crónicas en El Comercio relacionadas con advertencias sobre la gente que vive en los callejones, los bandidos, los vagabundos. El término inseguridad es más asociado a la desconfianza en el otro y todo colectivo social siempre genera un otro desviado al cual asigna distintos temores y taras. No es algo nuevo esto de los temores colectivos, pero en una ciudad con 10 millones de habitantes, que ha crecido de un modo caótico, con poca planificación y con personas que migran desde distintos lugares, con pocos lazos entre sí, estos se exacerban. Entonces, las percepciones son muy importantes para entender las ciudadanías contemporáneas y qué tan libre te sientes de caminar en la calle”, explica.

Siendo la percepción de inseguridad un problema de larga data, ¿tiene efectos en la elaboración de políticas de Estado conocer este tipo de percepciones ciudadanas? José Villaorduña considera que si no ha tenido hasta ahora ningún efecto, pues debería tenerlo. “Si nos guiamos solo por las cifras de victimización, tal vez podríamos gratificarnos como Estado, pues esta se mantiene o disminuye. Pero la sensación de inseguridad, la percepción de que podemos ser próximamente una víctima –aunque eso no ocurra–, es una luz roja que indica otros problemas y exige un rediseño de políticas. Para empezar, si llegamos a demostrar una causalidad entre desconfianza en las instituciones del Estado –principalmente, la Policía Nacional del Perú– y percepción de inseguridad, ¿podemos hacer algo para mejorar la confianza en las instituciones? ¿Podemos tener una Policía más confiable? De hecho ya estamos viendo algunas estrategias que apuntan a ello. Estrategias de acercamiento entre la Policía y la ciudadanía –como el programa “Barrio Seguro”, que además busca la recuperación de espacios públicos, y volver transitables y seguros algunos espacios de la ciudad tradicionalmente violentos o percibidos como poco seguros– indican que se está yendo más allá de la persecución del crimen”, señala Villaorduña.

TIEMPO Y EXPECTATIVAS

En el área rural, la sensación de inseguridad y desconfianza tienen una ligera disminución. Es particularmente llamativo que en la macrorregión centro, la sensación de seguridad supere la de inseguridad. El profesor La Rosa ensaya una explicación: “es común que en la zona rural, lamentablemente, el Estado tenga poca presencia. Y hay lugares donde esa presencia está reducida a lo mínimo o es deficiente, por lo que genera que el tejido social busque la forma de cubrir esos vacíos estableciendo dinámicas particulares. Entonces, es revelador que en la zona rural la gente haya buscado la forma de organizarse y salir adelante como comunidad. En la ciudad, al contrario, como ya no hay formas de organización colectiva, cada uno ha buscado salidas individuales, sin importarle si está avasallando al otro”.

Son entonces las ciudades donde la sensación de inseguridad crece. En ese sentido, Diego Tuesta considera que “quizá este sentimiento de inseguridad oculta en sí una demanda muy poderosa de puesta en regla de la sociedad. Quizá también es una demanda ciudadana para que el Estado, la autoridad, se ordene, se ponga en regla. Una conciencia pública que dice mucho del umbral de tolerancia social hacia un ‘estamos mal’. El problema es que nuestras expectativas de cambio son muy rápidas para procesos que toman mucho tiempo”, destaca.

Entonces, José Villaorduña señala que tenemos que tener claro que las políticas de hoy no van a tener efectos inmediatos. “Primero, porque, probablemente, si mi experiencia con el Estado fue negativa, yo me quede con esa percepción no hasta que el Estado tome acciones, sino hasta que yo vuelva a realizar un trámite en él y mi experiencia sea cualitativamente diferente. Aparte de ese posible rezago o descalce entre políticas y experiencias, el fenómeno de desconfianza está demasiado arraigado como para que pueda cambiarse con unas pocas señales. En un trabajo que hice sobre corrupción en la Policía, encontré que las actitudes transgresoras muchas veces tenían su origen en malos diseños institucionales, en sistemas ineficientes o procesos dilatorios y poco prácticos o ejecutivos. La transgresión de las normas era una especie de respuesta ‘eficiente’ frente a un diseño institucional ineficiente. La transgresión se convertía entonces en un valor. Podría estar ocurriendo lo mismo en otros ámbitos: las personas transgredimos las normas porque esa es la solución ‘eficiente’ frente a un Estado que no lo es”, dice. La inseguridad y la desconfianza no son temas coyunturales. Son el eje sobre el que, lamentablemente, hace mucho tiempo se mueve la vida de los ciudadanos.

Descarga aquí el Boletín N° 142: Inseguridad Ciudadana, Confianza Interpersonal y Confianza en las Instituciones

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