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Noticia

Informe PuntoEdu: La ciudad que (no) queremos

Por séptimo año consecutivo, la encuesta Lima Cómo Vamos nos muestra qué opinan los limeños –y por primera vez, los chalacos– sobre la calidad de vida en nuestra metrópoli en transporte, espacios públicos, ambiente, entre otros temas.

  • Texto:
    Fiorella Palmieri
  • Fotografía:
    Fernando Criollo

Con 482 años de historia a cuestas, Lima –que ha sufrido una gigantesca expansión en los últimos 50 años– requiere de nuevos enfoques y políticas que permitan óptimas condiciones de vida para una población que, actualmente, bordea los 9 millones.

Para conocer las necesidades de la capital, el observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos presentó los resultados de su séptimo informe de percepción sobre calidad de vida, el cual indaga en áreas, como la movilidad y transporte, el ambiente, los espacios públicos, vivienda y servicios públicos, entre otros ítems que fueron consultados por el Instituto de Opinión Pública (IOP), de la PUCP, a una muestra representativa de 1,920 residentes de Lima y 400 residentes del Callao entre octubre y noviembre del año pasado.

“Creo que esta encuesta aporta a un mejor conocimiento de la ciudad. Una de las cosas más importantes que ha conseguido el observatorio es que muchas municipalidades aprendan que la información que tienen es pública y, por ello, nos permiten difundirla en los reportes anuales que realizamos”, dice el Dr. Pablo Vega Centeno, director del Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC) de esta casa de estudios, y miembro del Comité Técnico de Lima Cómo Vamos.

Este es el primer informe que integra a los ciudadanos de la provincia constitucional del Callao. “Por temas de jurisdicción, Lima es distinta del Callao, porque son provincias diferentes y poseen cuerpos administrativos distintos. Sin embargo, en la práctica cotidiana de los ciudadanos, se trata de la misma ciudad. Es necesario construir un conjunto de información que nos ayude a entender cómo gestionar esta gran metrópoli Lima-Callao”, añade el docente del Departamento de Arquitectura de la PUCP.

NO SATISFACTION

Las percepciones sobre nuestra ciudad arrojan cifras que reflejan los desafíos que enfrentamos día a día. Ante la pregunta “¿Qué tan satisfecho(a) se siente usted con Lima como una ciudad para vivir?”, un 21 % indicó que se encuentra “insatisfecho”, y un abrumador 41% se encuentra “ni insatisfecho ni satisfecho”. En el caso del Callao, las cifras son similares, aunque con un nivel de satisfacción de 39%, dos puntos porcentuales más que los obtenidos en Lima. Lo curioso es que estos porcentajes han disminuido desde el año 2012, en el cual el índice de aprobación de la ciudad alcanzó un 60%. En pocas palabras, esto significa que estamos “más o menos”.

ESPACIOS PÚBLICOS

Al 2015, Lima cuenta con 3.04 m2 en promedio de área verde por habitante, cifra mucho menor a los 8 m2 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de este déficit, los gobiernos municipales restringen el acceso a este tipo de espacios públicos. Un ejemplo es el cobro de una tarifa de ingreso (de S/ 1 a S/ 4) a los clubes zonales ubicados en Comas, Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho, Santa Rosa, Ate Vitarte, entre otros distritos. Además, están restringidos espacios, como el Circuito Mágico del Agua y el Parque Mariscal Castilla de Lince, que hoy luce semivacío por la ordenanza municipal 376/2016, que impide la práctica de actividades deportivas y recreativas, como la danza.

“Los espacios públicos y lo que ocurre en ellos son uno de los mejores termómetros de la calidad de vida de una ciudad. En Lima, sus lugares céntricos expresan la pobreza de derechos que tiene el transeúnte que se juega la vida en cada cruce de calle, además de volverse sordo por el ruido de bocinas y motores. Esta situación se agrava o reafirma cuando se camina por vecindarios donde se experimenta marginación a través de rejas o ausencia de mobiliario para sentarse o descansar, ahí es evidente que un vecino tiene derechos ciudadanos pero un transeúnte no”, señala el Dr. Vega Centeno.

No obstante, los resultados de la encuesta indican que poco a poco se están logrando avances en esta área. “El número de limeños que sostiene que las calles y parques son públicos y que todos tienen derecho a transitarlos ha subido a un 58.5%; mientras que quienes justifican poner rejas o tranqueras para restringir el acceso a extraños del vecindario son ahora un 40.1%, cuando en el 2013 representaban el 48.6%. Es un indicador a observar para verificar si estamos o no ante un cambio de actitud en gestación”, añade el director del CIAC.

TRANSPORTE Y MOVILIDAD

Con el 52.9% en Lima y el 41.8% en el Callao, el transporte público es visto como el segundo problema más importante de la capital. Aunque la implementación del Metropolitano y del Metro de Lima han logrado que muchas personas se inclinen por utilizar un servicio de transporte público formal, la población que se moviliza en estos sistemas apenas alcanza un 9 % en comparación con las líneas de cústers y combis, cuyo servicio es calificado como “malo o muy malo”, pero que finalmente abastece a un 60.4 % de la población. Mientras tanto, en Bogotá se logró que un 20% de la población se trasladara en el Transmilenio en solo dos años. Lima necesitaría 20 años para lograr ese mismo resultado al ritmo en el que avanza actualmente.

“Según un informe de la CAF sobre América Latina, Lima es ‘la única ciudad de su tamaño que no ha logrado constituir un sistema articulado de transporte urbano y, como consecuencia, muestra un sistema caótico, donde todos pierden: autoridades, transportistas y ciudadanos’. La falta de un régimen articulado y regulado es una de las razones principales para que siga siendo la ciudad con la tasa más alta de fatalidades por accidentes de tránsito por la cantidad de vehículos y con la contaminación del aire más elevada en las Américas”, dice el Mg. Angus Laurie, docente del Departamento de Arquitectura, en su columna titulada “Lima, la única”, publicada en junio del 2016 en El Comercio.

Una de las alternativas de solución para el caos vehicular de Lima es contar con una autoridad única del transporte, proyecto de ley que fue aprobado por la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Congreso en diciembre del año pasado.

“Es un proyecto que está avanzando. Hay una autoridad autónoma del transporte público que se está armando entre el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, la Municipalidad de Lima, la Autoridad Autónoma del Tren Eléctrico, la Municipalidad del Callao, y Protransporte de Lima, entre otras entidades. Hay que diseñar la institución correcta para gestionar lo que tenemos. Va a demorar, pero es el tipo de cosas que hay que hacer”, nos cuenta Laurie.

Pero, además, hay que reivindicar el espacio de los peatones y ciclistas. “Se debe pensar en un sistema ordenado e integrado, con paraderos adecuados, que sean cómodos y atractivos. Si bien el Metropolitano tiene acceso para silla de ruedas, en el caso de las personas que tienen problemas de movilidad, puede haber inconvenientes, como que las veredas no tienen rampas o están llenas de baches. Entonces, la persona discapacitada va a necesitar el apoyo de alguien más, y, por lo tanto, se condiciona su capacidad de manejarse de manera individual y su desarrollo personal”, considera Patricia Alata, coordinadora de Proyectos de Lima Cómo Vamos.

Aunque las cifras reflejen aspectos negativos de la ciudad, esto también podría tomarse como un punto de partida. “Nosotros vemos el crecimiento de la insatisfacción como algo positivo porque eso significa que la gente está sintiendo que tiene derecho a algo mejor. Los ciudadanos nos estamos haciendo más conscientes de los derechos que tenemos, que merecemos más. Esa es una oportunidad para que las autoridades, la academia y la sociedad civil puedan movilizar cambios”, considera Alata.

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