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Noticia

Fútbol: identidad en la cancha

¿Por qué nos tomamos tan en serio el fútbol? ¿Qué hace que millones de hinchas sigan con avidez torneos como la Copa América o la Eurocopa? Y en el caso peruano, ¿cómo se explica el apoyo masivo e incondicional a una selección que ha quedado fuera de los últimos ocho mundiales? El Dr. Agustín Espinosa, docente del Departamento de Psicología y miembro del grupo de Psicología Política de la PUCP, nos explica cómo la identidad colectiva de una nación se plasma en el campo de juego.

  • Texto:
    Israel Guzmán
  • Fotografía:
    Jorge Ruiz

“Evidentemente, no a todos les gusta, pero es el deporte que tiene más seguidores, y se ha consolidado por la valoración social y mediática que se le asigna constantemente”, considera Espinosa. “La gente empieza a desarrollar elementos identitarios con equipos y clubes que son representativos de una sociedad, a los cuales se les atribuye características relevantes de grupos específicos. En el caso peruano, por ejemplo, Alianza Lima puede tener un componente identitario de clase social y raza, de picardía y simpatía, de mística afrodescendiente, con los que la gente conecta afectivamente porque hay un elemento de representación de ‘quién soy yo’, que tiene un impacto emocional y afectivo importante en las personas”, explica.

Fracaso y afecto

El último título conseguido por nuestra selección nacional fue la Copa América de 1975. Desde entonces, han pasado más de cuatro décadas en los que el hincha peruano no ha podido disfrutar nunca de un triunfo pleno. ¿Por qué se mantiene como el deporte más popular cuando hay otros en los que somos mucho más exitosos? “Los fracasos que tenemos no significan una negación del fútbol como deporte, sino una afectación en algo que nos es importante pero en lo que no conseguimos ser buenos”, señala Espinosa. La reacción inicial puede pasar por señalar, de manera individual, a los supuestos culpables de ese fracaso –desde la dirigencia de Manuel Burga hasta el remate fallido de Andrés Mendoza contra Ecuador- pero siempre se vuelve a la intención de perseverar para despuntar en el siguiente campeonato.

“El fútbol tiene una presencia todopoderosa en nuestra sociedad y una valoración positiva, y negarlo de la noche a la mañana es un despropósito porque la gente no niega componentes de su identidad”, recalca Espinosa. “Por otra parte, los resultados y la tragedia del fútbol representan muy bien algunos elementos de la esencia de lo que entendemos por ser peruanos: la idea de que en nuestro desempeño militar nuestros héroes son solo mártires. Hay componentes de un héroe aguerrido, de tesón y de lucha, así no siempre venga acompañado del resultado deseado”, dice.

Además, el psicólogo social indica que, aunque nuestra historia sea negativa y esté marcada por los fracasos, es una historia conocida y clara de entender. “En los estudios de identidad se establece que cuando las personas tienen claridad sobre lo que las define, incluso si es sobre un conjunto de aspectos que pueden ser negativos, eso tiene un efecto más positivo en la autoestima que cuando las personas tienen una idea difusa de lo que son. Si le preguntaras a la gente qué significa el fútbol peruano y no supieran definirlo ni qué decir, sería pernicioso; eso sucede en los países donde el fútbol no es un deporte hegemónico ni representativo. Nosotros sabemos qué es nuestro fútbol: ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’. Eso es negativo pero es claro. Siempre hay la esperanza de que el atributo positivo, jugar bonito, modifique el negativo”, dice Espinosa.

¿Cómo vemos al otro?

Bajo la misma lógica de representación identitaria, los procesos históricos son el referente a través del cual un gran sector de los seguidores del fútbol ve a las distintas selecciones con las que jugamos. “Hay incluso un espectro más extremista de la estructura de pensamiento conservador en términos ideológicos, que toma estos referentes identitarios como referentes casi bélicos”, advierte Espinosa.

El ejemplo más claro, lamentablemente, se da con la selección chilena. “No es que a algunos les moleste el equipo, los once representantes de Chile, sino que históricamente Chile ha sido nuestro antagonista”, indica. E incluso señala que es común que esta rivalidad genere que se aliente a las selecciones que juegan contra aquella selección que identificamos como rival. “En el caso de la relación Perú-Chile, tenemos una trayectoria de rivalidad y de definición de las dos identidades en términos psicológicos potentes. En algunas tesis de estudio, la guerra con Chile aparece como un elemento referencial importante, más que otros procesos históricos, porque en cierta medida es el primer conflicto que involucra nacionalismos con la conciencia de Estado-nación”, explica Espinosa.

Los resultados de la selección, indica el especialista, generan un clima socioemocional que puede ser común a un gran grupo de seguidores de la selección y que pueden ir desde la alegría hasta la tristeza o ira, y que será mayor según las expectativas que se tengan respecto al desempeño de la selección.

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