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"La educación debe preparar para la vida y la felicidad"

Ha dedicado su vida a la investigación en temas educativos, tratando de entender cómo piensan los niños y qué es lo que quieren. Luego de plasmar en viñetas sus preocupaciones en torno a la niñez y la educación durante 40 años, fue el fundador de “La ciudad de los niños”, un proyecto político que incluye una red de aproximadamente 200 ciudades en Italia, España y América Latina. El principal interés de Francesco Tonucci, conocido como ‘Frato’, es que el sistema educativo y la sociedad en general reconozcan a los niños como personas pensantes y aprendan a escucharlos.

  • Francesco Tonucci
    Dibujante, psicopedagogo y creador del proyecto internacional "La ciudad de los niños"
  • Texto:
    Lourdes Mochizuki
  • Fotografía:
    Felix Ingaruca

Luego de nueve años, regresó a nuestro país, del 22 al 27 de abril, para participar del ciclo de conferencias y actividades “Encuentros con Tonucci, formando y transformando la ciudad con los niños”, organizado por la Facultad de Educación, el Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad, el Ministerio de Educación, y las municipalidades de Miraflores y San Miguel.

¿Cuál es la mejor manera de aprender?

Lo más importante es que los niños no se aburran y que no se les obligue a hacer cosas que para ellos no tiene ningún sentido. La escuela debería hacer una propuesta adecuada para cada alumno, de manera que pueda reconocer a su escuela como un lugar donde es aceptado por lo que es. Yo estoy convencido de que cada uno nace con una excelencia, y el papel de la educación debe ser reconocerla y desarrollarla. La educación debe preparar para la vida y la felicidad.

¿Cuál es el rol del maestro en la formación del niño como ciudadano, como persona?

El maestro debe ayudar al niño a encontrar su camino. Actualmente, el alumno es el que tiene que adaptarse a la escuela y los profesores siguen diciendo “Este niño no me sigue”. Pero, ¿quién tiene que seguir a quién? El profesor debe dejar que los niños contribuyan con la clase llevando sus experiencias. En la escuela se transmiten competencias que serán útiles para toda la vida, mientras que los contenidos pueden cambiar mucho. Las competencias, como, por ejemplo, la manera de enfrentar un problema, buscar soluciones de manera creativa, el placer de leer o la capacidad para buscar informaciones, durarán para siempre. La escuela piensa que la suma de contenidos es el currículo escolar, cuando debería ser una suma de competencias y capacidades.

¿Cuánto ha cambiado la escuela a lo largo de estos años?

No ha habido un cambio proporcional con todo lo que ha cambiado el mundo. La escuela que ha hecho mi nieto ha sido demasiado similar a la que he hecho yo, dos generaciones antes: los alumnos deben sentarse, tomar apuntes, recordar lo que dice el profesor y repetirlo de la misma manera. Esta escuela no tiene sentido, no fomenta las capacidades ni las competencias de los niños, quienes desde sus primeros meses y años de vida hacen un trabajo intelectual impresionante. Aprenden a hablar solos y lo hacen bien, muchas veces mejor de lo que escriben. Lo que aprenden en casa es casi siempre mejor aprendido que en la escuela, pues hay un sentimiento de rechazo por parte de los niños. Esto es de una gravedad impresionante, porque lo que se rechaza en la escuela se rechaza de por vida, y tomemos en cuenta que en la escuela se aprende a leer.

¿En qué consiste el proyecto “La ciudad de los niños”?

Empezó en 1991 como un proyecto político, y ya no educativo. Se busca promover el protagonismo de los niños, que se involucren en el gobierno de la ciudad como ciudadanos. El proyecto empezó en mi ciudad natal, Fano, una ciudad pequeña de 60 mil habitantes en el Adriático, pensando que solo se aplicaría ahí, pero después de algunos años consideramos que se podía abrir una red de ciudades de los niños. En 1997, la ciudad argentina de Rosario fue la primera en Latinoamérica en adherirse a este proyecto. “La ciudad de los Niños” propone a los alcaldes una nueva filosofía de gobierno, que se traduce en una ciudad con más espacios urbanos, inclusiva y donde todos puedan vivir con libertad y seguridad.

¿Cuáles son los principales cambios en las ciudades que ha implementado este proyecto?

Hay cambios inmateriales y materiales. Dentro de los inmateriales, cambia muchísimo la atención y el tiempo que los adultos le dedican a la infancia, ya que los alcaldes se preocupan más de los niños. Una segunda experiencia importante es que se practica una gimnasia de democracia al escuchar a los niños, lo que se traduce en cambios importantes en la gestión de la ciudad. El tercer elemento es que hay un cambio de prioridades. Muchos de los temas que proponemos ya están dentro de las administraciones, solo que marginados u olvidados. Por ejemplo, la prioridad ahora son los carros y el tráfico, y nosotros proponemos invertir el orden: primero, preocuparse por las necesidades de los peatones, después de las de los ciclistas y, por último, de las de los medios de transporte públicos y privados.

¿A quiénes están dirigidas sus viñetas?

Nacen para los adultos, a veces como reflexiones de mis errores como tal, otras como comentarios de padres y maestros sobre lo que ha ocurrido en la escuela. Lo curioso es que estas viñetas gustan mucho a los niños, a pesar de estar dibujadas con un trazo muy simple, sin colores ni diseños llamativos. Lo que no deja de sorprenderme es que, después de cuarenta años, los temas de las viñetas siguen vigentes.

El Perfil

Nombre: Francesco Tonucci

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